Nota II: Destino

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Tal vez, lo que llamamos destino fue que, en ese instante de soledad conjunta, nos estábamos buscando en diferentes personas, perfiles. En esa noche (y tantas otras), andaba vacío, con palabras que pensaba que jamás llegarían a salir de mi boca y morirían en el silencio de unos labios que no se abrirían. El único sonido era de una película que había dejado de prestarle atención a los 5 minutos de haber empezado y se había vuelto el ruido de fondo de la escena más triste tras una jornada completa de trabajo, también triste. Estabas, en esa aplicación, en ese otro mundo repleto de personas de anda a saber dónde. Te dije algo sobre tu nombre, no me acuerdo mucho, pero fue lo más ingenioso que se me había ocurrido, algo mezclado con una obra de teatro que había hecho y un personaje que una compañera había interpretado y tenía tú mismo nombre. Destino, sí. Quizás esa noche, ya no me acuerdo si hacía frío o no, nos pertenecía a nosotros y a nadie más. Habrá sido Dios manejándonos sin que nosotros supiésemos, agarrándonos al igual que títeres intentando unirnos a través de casualidades (y a eso tal vez le llamamos destino) Te habías conectado porque tus amigas (ahora no las ves más, pero en ese momento eran como hermanas) te habían convencido. En esa noche, estaba yo que venía acumulando noches largas de charlas que ya ni me acuerdo. Me desbordaba de historias inconclusas, si en realidad se reían cuando escribían "¡ja, ja, ja!" y no lo ponían porque ya no sabían qué decir, de "¿Cómo estás?" que ni a la semana eran respondidos y quedaban olvidados en esos chats que jamás se volverían a abrir. Con vos fue diferente, eras mi charla...

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Pasó una semana.

Comedor. Ella, lo esperaba. Tocaron la puerta.

—Hola —exclamó él. No sabía cómo saludarla, esperaba a que ella hiciese el primer movimiento, pero la veía con el cuerpo fijo, inmóvil con apenas la cara torcida permitiéndole solo un beso en el cachete. Él accedió—, ¿cómo estás?

—Bien, pasá —respondió ella.

—Permiso.

—Te separé tus cosas y te las acomodé en un costado del armario, para que te sea mucho más fácil. ¿Trajiste alguna bolsa, mochila? ¿Algo?

—Si —le mostró una mochila que se había sacado al entrar. La dejó sobre la mesa—. Gracias, ¿cómo te fue hoy?

—Estuve todo el día con el tema de la mudanza, nada más. Hace dos días vengo así.

—Pero ¿no fuiste a trabajar?

—Los lunes no trabajo, te lo dije veinte veces.

—Cierto.

—¿A vos cómo te fue?

—Bien, salí antes del trabajo para darte una mano. El fletero viene en un rato.

—¿A qué hora?

—A las seis, me dijo.

—Hay tiempo todavía. Estoy super cansada, no doy más —se sentó en la silla al lado de la mesa. Él hizo lo mismo.

—¿Por?

—Ya te dije, hace dos días vengo con la mudanza.

—Cierto. ¿Te pudiste manejar bien en esos días?

—Sí, mis hermanos vinieron a ayudarme. Sacamos mis cosas, tenía banda. Nos quedamos hasta tarde.

—¿Cómo están ellos? ¿Me odian?

—No te odian, están dolidos.

—Ah —y pensaba de qué modo ella le había dicho lo que había pasado para que estuviesen dolidos con él.

—Ellos nos veían como la pareja ideal, mi hermano quería con su novia ser igual que nosotros. Y de un día para el otro todo se quebró, no quedo nada más de nosotros. ¿Cómo sos capaz de un día para el otro tirar cuatro años de relación?

—No sé.

—Siempre con tu no sé, ¿no sabes qué? Si, sabes y muy bien. Me mandé una flor de cagada, lo sé, y me arrepiento con la vida —lloraba, apenas—, pero no entiendo y te juro que te quiero entender. Vos también te mandaste las tuyas y me las banqué...

—No es lo mismo, te pedí perdón por todo lo que hice. Yo la remé y la remé demasiado, y banqué mucho y te...

—¿Qué ibas a decir?

—Nada.

—Si, algo ibas a decir. ¿Me ibas a sacar en cara todo lo que bancabas en la casa? ¿Algo que me regalaste? Nunca te pedí nada.

—Tenés razón.

—No quieras darme la razón para callarme. Siempre sacando las cosas en cara, siempre. Siempre haces lo mismo y decís que queres cambiar, ¡qué vas a cambiar! Hace cuatro años espero a que cambies.

—...

—Decime la verdad, esto te sirvió como excusa. ¿Vos realmente querías terminar nuestra relación?

—...

—No me voy a enojar.

—...

—Ya está, terminamos.

—...

—Necesito saber eso, ¿vos querías terminar nuestra relación antes de toda esta mierda?

—...

—¡Decime, por favor!

—...

—Estuve desde que decidiste irte, hace una semana casi haciéndome la cabeza de por qué reaccionaste así, por qué por esto decidiste tirar 4 años a la mierda, por qué. No entiendo. Entonces, necesito saber. Quiero que me digas.

—...

—¡DECIME!

Tal vez, lo que llamamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora