¡Neko!

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Después de una noche de soledad empañada por el nocivo efecto del alcohol, habiendo borrado aquellas palabras del Vice Comandante del Shinsengumi que sólo le hacían hoyos en la cabeza y le confundían al punto de volverlo insoportable, Gintoki reto...

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Después de una noche de soledad empañada por el nocivo efecto del alcohol, habiendo borrado aquellas palabras del Vice Comandante del Shinsengumi que sólo le hacían hoyos en la cabeza y le confundían al punto de volverlo insoportable, Gintoki retornó a casa. En medio de una noche callada, de un cielo estrellado y el frío colándose hasta sus huesos, el recuerdo del dolor en la mirada de un azabache le cruzó por la mente y dejó un dolor extraño en su corazón.

-Tch... A lo mejor y ya tengo problemas cardíacos -murmuró Gintoki mientras corría la puerta principal de su residencia. Intentó traerse consuelo con esos "problemas cardíacos" en lugar de aceptar la realidad de su tormento.

El corazón de un samurai que residía dentro de él ya había sido flechado, aun cuando juraba que no estaba hecho para el amor y que ninguna mujer lograría atarlo con ninguna artimaña, terminó cayendo con fuerza a los pies de quien menos se lo esperaba.

Pero Gintoki era terco, sabía que sería difícil aceptar esa atracción suya por él, que no podría volverlo a ver a la cara después de lo que pasó y mucho menos tras esas palabras que le dedicó. No podría ni decirlo, mucho menos pensar que estaba totalmente enamorado, pero a la vez acobardado, y todo era ocasionado por Hijikata; esa voz rasposa que lo ponía nervioso, esos ojos rasgados y fríos que lo hacían temblar y esa hermosa y graciosa personalidad, absolutamente de todo estaba enamorado.

-Ah, sí, ya es cuestión de tiempo para que me dé un infarto y quede tieso en mi cama. Además, ya estoy tan viejo que es de esperarse, de hecho, debo dejar de leer ya la Jump, sí, yo creo que ya va siendo hora. Antes de morir debo cumplir ese propósito -dijo con aquella despreocupación y calma tan respectivos de él y su voz ronca. Se rascó la cabeza y cerró la puerta sólo para quedarse parado unos minutos detrás de ella, bajó su cabeza y sus labios formaron una débil sonrisa, mientras que el brillo de sus ojos parecía reflejar la figura de cierto adicto al tabaco y la mayonesa.

Una sutil e imperceptible lagrima corrió de sus mejillas hasta su mentón. Sorprendido se limpió los ojos y dio una gran bocanada de aire ¡¿Qué carajo hacía?! Gintoki no era de los que lloraban.

-¿Ah? -dijo intentando recuperar esa mirada suya con el entrecejo calmo como siempre-. ¿Qué diablos me pasa? Seguramente debe ser el alcohol.

Y con esa idea, Gintoki dio unos pasos pesados en dirección a su habitación. Imaginación suya, realidad o simple efecto de la bebida; comenzó a ver sus memorias desfilar frente a sus narices. En medio de la penumbra del pasillo observó a la perfección y con una nitidez increíble la noche en que se encontró con Hijikata, la noche en que bebieron y algo más sucedió. Esa vez habían coincidido en el mismo bar después de un día pesado con Kagura, Shinpachi y el Shinsengumi. Los dos hombres estaban totalmente destruidos por sus responsabilidades y, además, Gintoki no tenía ánimos de ir a apostar.

Recordó que compartieron un par de bocadillos, brindaron más de una vez, hicieron un par de bromas y se molestaron con ciertos comentarios punzantes, todo mientras el alcohol hacía de las suyas en sus cuerpos y corazones. Ahora era una imagen borrosa, pero en cierto momento clave, aquella noche, Gintoki recordó que Hijikata se mostró más accesible y bochornoso, como si ya no pudiera soportar algo que ocultaba celosamente. Al parecer ambos estaban ocultando un sentimiento desde hacía mucho y sólo pudieron ser honestos esa vez cuando la bebida le aflojó la lengua a Gintoki y a Hijikata le ablandó el corazón.

¡Neko! ━ GinHijiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora