"BILL"

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Después de mi fiesta de cumpleaños, todo empezó a cambiar, se puede decir que yo ya no era el mismo, a cualquier cosa le comencé a tener miedo, las palabras de aquel hombre me dejaron traumatizado... ¿Había mas monstruos?... ¿Qué era un monstruo?... ¿Por qué me paso esto a mí?... esas preguntas nunca me dejaron conciliar el sueño, eran preguntas que yo creía que nunca podría resolver, años después mi padre; Bill, iniciaría a responder esas cuestiones.

Mi padre a sus 45 años siempre ha trabajado en la oficina de correo, él se encargaba del chequeo de los paquetes que recibían diariamente, vaya tal vez no era un trabajo tan "bueno" pero ponía el pan en la mesa todos los días. Por las tardes él iba a una universidad vespertina para tratar de conseguir un diploma en leyes para poder darnos un "futuro" mejor por lo cual solo lo veíamos al momento de la cena, como a las siete de la tarde y el fin de semana que era cuando él descansaba.

Según mi padre, él nunca tuvo la oportunidad de tener una carrera universitaria ya que mis abuelos siempre le decían que eso era solo una perdida de tiempo, que un simple papel no definía la validez de una persona; y aunque es cierto, sé que entre mejor preparado estés, tendrás más oportunidades.                                      Mis abuelos le enseñaron que si te dan una oportunidad debes aprovecharla al máximo ya que nunca sabes si esa pueda ser tu última.                                    Mi padre siempre ha sido una persona "poco" cariñosa conmigo, él no es una persona de dar abrazos o frases cursis que uno siempre ha querido, pero puedo decir que, si yo me metía en problemas, él era el primero en estar ahí.

Aunque no todo podía ser color rosa y aquel hombre que yo respetaba, que para mí era una clase de superhéroe repentinamente cambio, ya no era el mismo, parecía que era otra persona. Comenzaba a llegar enojado a casa, las disputas con mamá eran más comunes, las pocas platicas que Christian y yo teníamos con él se esfumaron, al principio creí que éramos nosotros los que estábamos cambiando, pensaba que tal vez ya no éramos lo suficientemente "buenos" con él, también llegué a pensar que él ya se había conseguido otra familia; pero no, él había cambiado.

Y por fin, llego el día en que descubriría que había cambiado en él. Después de aplicar mis últimos exámenes parciales de la preparatoria los cuales yo sabía que me iría mal en comparación con los anteriores ya que se me había complicado estar concentrado en el último parcial por una situación "especial".                                                  La directiva de la preparatoria se encargaba de que cada vez que los alumnos realizaran exámenes los padres de familia recibieran un correo que contenía las calificaciones obtenidas por sus hijos y así vieran el desempeño académico de ellos.            Yo nunca he sido de los mejores alumnos de mi grupo, así que mis padres nunca me han exigido notas muy altas, pero mis aspiraciones eran altas, quería que mi vida fuera mejor de la que tuvieron mis padres.   Después de un par de días de haber realizado los exámenes parciales, mientras estaba viendo algo de televisión, un amigo llamado Alex me envió un mensaje que decía:

- Oye, ¡¡¡Ya entregaron calificaciones!!!, mis viejos están enfadadísimos, parecen chimeneas de tanto humo que echan – escribió Alex

- No inventes, ¿Tan mal te fue? – escribí.

- Bro, reprobé tres materias – escribió Alex

- ¿Cuáles? – escribí.

- Química, Cálculo Integral y Física - escribió Alex

Yo siempre he creído que el único lugar donde estamos seguros es en el presente, el futuro aterroriza y el pasado limita, pero la vida es un reloj que nunca se detiene, y del futuro no puedes huir.
Cuando leí ese último mensaje, mi felicidad se derrumbó ya que yo siempre he sido pésimo en esas materias y Alex siempre ha sido de los mejores en esas materias.
En ese momento se escuchó que mi puerta empezaba a rechinar, volteé con miedo solo para poder observar como mi padre entraba a mi habitación.

- Jake... hoy recibí algo muy, como decirlo, único – dijo papá mientras cerraba la puerta.

- Ahh si... ¿Qué cosa? – pregunte.

- Me llego un correo, parece ser de tu preparatoria... - dijo papá.

- Y son cosas buenas, verdad – trate de bromear.

- No, no lo son - dijo papá con un tono más fuerte.

- Lo siento papá, me recuperaré... lo prometo – dije de forma nerviosa.

- Yo sé que te vas a recuperar, pero que va a pasar con tu universidad - dijo papá.

En este momento me quedé atónito... como pude haber olvidado que a la universidad que yo planeaba entrar te pide como requisito un promedio de 8.5 para que puedas aplicar el examen de admisión. Aunque yo sabía que tenía demasiadas posibilidades de recuperarme, no iba a ser fácil y papá lo sabía.

- Papá, no te preocupes, todo va estar bien – dije yo mientras empezaba a temblar.

- ¡¡¡Cállate!!!, doy todo para que puedas tener lo que yo no tuve... y para que... para que repruebas... ¡¡¡Para que fracases!!! – grito mi padre mientras me arrojaba la hoja de calificaciones.

Nunca había visto a papá tan enojado. Cuando me encontraba en problemas, mi estrategia siempre ha sido evitar todo el contacto visual posible con la persona y quedarme en total silencio.

- ¡¡¡¿Algo que quieras decir?!!! – pregunto papá.

- No te pienso decir nada - pensé.

- ¡¡¡Di algo!!!- grito papá.
  
Hasta ese día, mis pensamientos siempre habían estado coordinados con mis acciones... hasta ese día.

- ¿Qué quieres que te diga? - dije para que al instante me arrepintiera.

Mi padre se quedó en silencio. Sabía que algo malo iba a pasar, tan solo que no creí que fuera a ser tan malo.         Mi padre me tomo del cabello y me dio un puñetazo en la cara para después arrojarme por los aires.
La escena era tan horrible, mi padre nunca me había pegado, por mis ojos empezaron a brotar lágrimas, mis manos sudaban y todo mi cuerpo temblaba de miedo; lo cual mi padre se percató.

- Ay perdón, pensaba que eras un hombre, marica – dijo mi padre burlándose de mi reacción.

Yo seguía impactado, no sabía que hacer o decir, solamente quería estar solo, lo que me había hecho no me dolía por fuera, digo solo me dio un golpe y una caída insignificante, pero por dentro el dolor me quemaba, era horrible esa sensación... así que solamente pude decir:

- Eres un monstruo – dije sin mucha fuerza.

- ¡¡¡Y no soy el único!!! – grito alardeando mi padre.

Cuando escuché esa frase, dirigí mi vista hacia él. Podía ver sus ojos enrojecidos y su mirada estaba totalmente perdida. Por un momento vi a mi padre, solo para después ver enfrente de mí a aquél misterioso hombre que "conocí" en mi fiesta de cumpleaños de mi infancia... era él... era él. Todo se quedo en silencio, igual que en nuestro primer encuentro, la angustia era lo único que se podía notar.

Después de un par de minutos, se escuchó a mamá avisándonos que la comida ya estaba lista. Mi "padre" volvió a la normalidad, y antes de irse me dijo:

- No vayas a decir nada... Jake... perdón... perdí el control – dijo mi padre avergonzado.

Yo solo asentí con la cabeza y él se fue. Si mi "padre" no es "él", entonces quién más es igual. Mi cabeza era un completo desorden, desconfiaba del resto de mi familia. Después de un par de horas fui retomando poco a poco la poca cordura que me quedaba, solo con el único pensamiento de descubrir quien más sería otro "monstruo".

MONSTRUOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora