Capítulo 3.

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CAPITULO 3.

MARA.

DOCE DIAS DESPUES. 26 DE ENERO.

Están todos muertos. Él los ha matado. Pero quedó un sobreviviente, casi inconsciente. Hay sangre por todas partes. Los cadáveres llevan en descomposición casi dos semanas y aún nadie los encuentra. Él se ríe, ya que, después de todo, él fue quién causó la catástrofe. Siete muertos y un desaparecido. Le gustan esas cosas. Arruinar vidas. Ahora arruinará la vida de alguien más, y el muchacho ya no tiene esperanzas… 

Desperté de repente. Odiaba las pesadillas, aún más las sangrientas. Y aquella no tenía ni sentido.

La cama era un revoltijo de sábanas enredadas con mi cuerpo. Se ve que estaba bastante asustada.

Fui a desayunar. Todos los días desayunaba con mi mamá, mi papá y mi hermano mayor: Sebastián. Ya todos se habían levantado y estaban desayunando café con leche y tostadas. Miraban las noticias emocionados. Decidí prestar atención.

La mujer del noticiero era una señora de no menos de 45 años que leía de un papel disimuladamente.

-…y aún sigue en juicio.- ya conocía el caso, trataba de un señor que había secuestrado a unas gemelas para prostituirlas. Las buscaron incansablemente y las encontraron; ambas muertas. El culpable fue atrapado poco después junto a su banda y ahora toca juzgarlos.- Noticia de último momento: hubo una masacre en un campamento de adolescentes. Veamos John, ¿que sabemos de este caso?

-Bueno,-dijo el tal John leyendo un papel- hace doce días, el 14 de enero, unos ocho chicos de entre dieciséis y diecisiete años se fueron de campamento al bosque que rodea la ciudad. Supuestamente volverían una semana después, el 21, pero nunca volvieron. Hubo sospechas, pero se recibió un mensaje de alguno de los chicos que indicó que se quedarían “unos días más”. Hoy, al pasar por una tenebrosa casa abandonada, un corredor vio un cadáver de no menos de una semana en descomposición. Y al llegar la policía y analizar el lugar, se descubrió que todos están muertos menos uno: el sobreviviente es el joven Alan Velmont, de 17 años (vemos su foto en pantalla), quien por ahora es considerado el principal sospechoso del asesinato. Se pide que si lo ven llamen a la policía inmediatamente.

Miré atentamente su imagen, lo conocía de algún lado. Me asusté cuando me di cuenta: apareció en mi pesadilla de anoche. Cabello rubio con mechones oscuros. Ojos marrones. Musculoso pero no mucho. Era alto, no me lo tenían que decir, ya lo sabía. Pero ¿cómo?

Mis padres deben haber notado mi inquietud porque papá me preguntó:

-¿Lo conoces?-

-Lo he visto creo que en la escuela, o por la calle.- mentira rápida.

-Mara, es un asesino en potencia, cualquier cosa que sepas de él ayudará a que encuentren al desgraciado y pague por lo que hizo.-

-¿Así que crees que fue él?- pregunté. Era obvio que el chico era un pobre desgraciado, pero no exactamente en ese sentido.

-Todas las pruebas apuntan en su contra.

Callé porque tenía razón si lo pensábamos así. Todas las pruebas iban contra él. Si lo encontraban se pudriría en la cárcel. Tomé mi desayuno en silencio.

A la tarde no podía dejar de pensar en Alan ¿Y si lo culpaban injustamente? ¿Y si nunca aparecía? Seguramente tiene una madre y un padre que lloran su ausencia, incluso un hermano o una novia. Tal vez se estarían preguntando que hicieron mal para que aquel muchacho de la foto, con ojos brillantes y alegres, sea un homicida. Tal vez siempre tuvo en su mente una parte psicópata y la fue alimentando con el tiempo.

Esa noche soñé con él. Estaba en una celda, mirando al techo. Herido. Tenía marcas de algo que parecían latigazos, en la espalda y el cuello. Algunas eran recientes y otras un poco más cicatrizadas, como si fueran de hace días.

Soñé con él todas las noches de ahí en adelante. Nunca se repetía. A veces le tiraban piedras, otras lo ahogaban, lo ataban y golpeaban, lo abandonaron en diversos lugares e incluso lo quemaron.

Lo sentía como una pequeña conexión, así yo sabía su estado; pero nunca identifiqué el lugar.

Cada noche tenía una cita con él, a pesar de que no sabía que yo, Mara Evans, trataba de velar por su seguridad.

Lo estaban debilitando.

Cada día estaba peor.

¿Quién diría que así comenzó una gran aventura?

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