Prólogo

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El sentimiento de culpa embarga mi cuerpo entero, los dos estábamos siendo sinceros y aun así siento el peso de la traición.

—Te perdono —susurró—. Tu me has perdonado una vez y sé que puedo hacer lo mismo.

Quiero estar con el.

—Dime que aun me quieres y me quedare contigo —insistió. 

—No puedo —respondí con pesar.

Los ojos me ardían gracias a las lagrimas, quería decirle que si, que las cosas mejorarían en cuanto estuviéramos juntos y que nunca le mentiría de nueva cuenta, pero no podía.  

—¿Lo quieres a él? —pregunto sin mirarme.

Tampoco me atreví a mirarlo, no quería que viera lo mucho que me afectaba esto, no quería hacerlo mas difícil.   

—Supongo que si —mentí.

Decir eso me causo una punzada extraña, muy diferente a lo que sentí cuando Noah me dejo, el sentimiento era totalmente diferente, esta vez no sentía dudas o coraje, no había reclamos o gritos, solo silencio.

—Mientes —termino por decir en voz baja—. No puedes quererlo.

—Lo hago —confirme—Lo quiero.

El dolor en mi pecho incremento al punto de hacerme difícil respirar. La mentira quemaba, de no ser porque estaba sentada necesitaría ayuda para mantenerme de pie. 

Nos mantuvimos así, en silencio escuchando la lluvia golpear con fuerza el cristal del parabrisas, viendo como las gotas se deslizaban cada vez mas rápido, aferrándonos a lo poco que nos quedaba. Es lo que pasa cuando todo termina, vienen los recuerdos. Esos nadie te los quita. 

—Sabes —soltó—. Tienes toda la razón Olivia.    

Necesitaba salir de aquí antes de arrepentirme y besarle con locura. Mi corazón latía errático ante su confesión, sabia que el también mentía, pero era mejor así.   

Me puse el gorro de mi sudadera y baje del coche sin importarme la lluvia, no podía soportar estar tan cerca de él y mentirle de esa forma, así como tampoco podía seguir escuchándolo.

Deje salir las lagrimas que estuve reteniendo todo ese tiempo, llore con fuerza pero sin emitir sonido alguno, sabia que venia detrás de mi y eso solo lo empeoraba todo. Quería que me dejara sola y que se fuera de una buena vez.

—¡Estas jodiéndome! —le grite encarandolo—. ¡Solo déjame ir! 

A estas alturas el agua ya había empapado su playera por completo, de su cabello escurrían gotas que terminaban en su nariz y resbalaban hasta su mandíbula.

—¡Deje todo por ti! 

Ivar se acerco y retrocedí, el no entendía que mi auto control cuando estábamos juntos era nulo. Moría por besarle y no podía. 

—No puedes solo dejarme —su voz apenas se escuchaba a través de la lluvia.

Volvió a intentar acercarse pero retrocedí una vez mas. Me negaba a sentirlo cerca.

Mi pecho dolía. 

Mi alma dolía.    

—¿Me quieres? —pregunto

Claro que te quiero. Te amo. 

—No. 

—Por favor —rogó—.Miénteme. 

Mis ojos ardían. 

Mi pecho ardía. 

Mi valentía flaqueaba. 

Ivar soltó un largo suspiro y avanzo de nueva cuenta hacia mi, esta vez no retrocedí, las manos que tenia en la bolsa de la sudadera se hicieron puño, cerré los ojos con fuerza y solloce lo mas bajito que pude antes de responder. 

—No te quiero, Ivar.   

Espere lo peor, que explotara y comenzara a gritar que me odiaba, que era lo peor que le pudo pasar en la vida, que no valía la pena en lo absoluto, pero solo recibí silencio de su parte, ni una expresión mas, no rogó mas ya no insistió.

Asintió lentamente y sonrió sin separar los labios, paso sus manos por su pelo húmedo y retrocedió de espaldas sin dejar de mirarme, su cuello lucia tenso.

Lo mire una vez más, porque tal vez... Esta seria la ultima. Esos ojos verdes que tanto me encantaban,  su cabello castaño casi rubio que nunca vi peinado, extrañaría incluso la manera en la que caminaba como si nada le importara, extrañaría su voz ronca por las mañanas y el sonido escandaloso de su risa, esa risa que casi nadie había escuchado. 

Quédate. 

Bésame. 

Quiéreme.

—Bien —dijo bajito antes de darme la espalda—. Se acabó.

No quería dejarme caer, no quería llorar frente a el, fui incapaz de verlo marcharse, no quise hacerlo. Levante la vista cuando escuche la puerta de se coche cerrarse de golpe y el motor rugir mientras se perdía en la avenida.

Se fue.

Me dolía el alma.

Mi garganta quemaba.

Mi cabeza daba vueltas.

Me sentía mareada y sin fuerzas.

—Lo siento tanto —susurre para mi misma.

Y llore.

Llore con todas mis fuerzas, solloce tanto como quise. Llore tanto que me ahogue por momentos. Llore por él. Llore por mi. Llore por nosotros.

Porque un nosotros ya no seria posible.  

 

IT'S MEWhere stories live. Discover now