Prólogo

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El viento soplaba fuerte y el frío calaría sus huesos si le prestara atención, pero no podía sentir nada de eso cuando podía sentir un horrible peso en su corazón, la culpa era suya por sus negligencia y descuidos, y Yato era consiente de ello, la culpa no hacia más que ahogarlo.

- Yato..., prométeme que cada vez que me veas trataras de no sentirte culpable- Comenzó Hiyori- y que lo que paso hoy no lo cargarás en tu corazón, porque esto fue solo decisión mía- Continuó mirando fijamente al dios frente a ella mientras el viento soplaba fuertemente agitando su falda.

Ante esto Yato lo único que hizo fue agachar y agitar su cabeza en negación tratando de contener sus lágrimas ante la despedida, se negaba aceptar aquello, debía de haber una solución, no podía quedarse simplemente así, debía de arreglarlo, todo fue su culpa y nadie le diría nada, debía de haber una forma de arreglar todo, debía de haber una.

Hiyori lo vio tristemente, sabía cuan difícil era esto para él, lo sabía, y ella estaba de la misma forma, sintiéndose culpable por sus acciones y trayendo dolor a sus seres queridos, pero no se arrepentía, era el precio que tuvo que pagar, y estaría dispuesta a hacerlo otra vez si eso los mantenía seguros. Pero aún sabiendo cuan culpable se sentía continuó.

- Y a cambio..., prometo que a pesar de que pierda mis recuerdos, nunca me voy a olvidar de los sentimientos que tengo por ti- Agregó la castaña tristemente pero dándole una mirada de afecto sujetando su rostro con una mano, Yato al escucharla no pudo evitar esconder su pena y comenzó a soltar lágrimas silenciosamente, aún así la chica siguió.

- También prometo que me quedaré a tu lado ayudándote a ser el dios que buscas ser y que te protegeré para siempre de todo lo que te pueda lastimar- Agregó mucho más decidida esta vez cogiendo las manos del chico entra las suyas, tratando de igual manera evitar llorar como él- Por favor, prométemelo Yato- Dijo en un murmullo audible solo para él

Yato ya no podía evitar llorar, y comenzó a soltar pequeños gimoteos, todo lo que había pasado minutos antes era su culpa, y aún así ella no lo culpaba, no merecía tanta amabilidad, no después de cometer tantos errores, pero aún así no pudo evitar sentirse egoísta y querer cumplir su promesa.

Él solo se quedo ahí llorando, buscando una manera de desahogarse sin siquiera lograrlo, se negaba a despedirse por egoísmo porque no quería que todo lo que pasaron juntos se olvidara, solo quería retroceder el tiempo y arreglar todos sus errores, pero no podía, así que solo lloró, lloró porque todo se olvidaría, lloró porque la pena lo ahogaba y lloró por no haber podido protegerla, él solo lloró por todo aquello que nunca podría arreglar y más, entonces en medio de su llanto sintió como lo abrazaban, se sintió tan cálido en sus brazos que quiso que ese momento durara para siempre.

- Prométemelo Yato..., por favor- Dijo la castaña con voz ahogada por el llanto no contenido en el pecho del dios, humedeciendo su chándal en el proceso- Prométemelo...- Repitió suavemente.

Yato le devolvió el abrazó fuertemente sin querer soltarse, escondiendo en el proceso su rostro en su cuello, podía sentir las lágrimas ajenas humedecer su pecho y las suyas mojar su rostro y cuello de la fémina.

Entonces levantando su cabeza, dirigió su labios a su odio, y como si de un secreto se tratase dijo rotamente - Lo prometo- Prometió sintiendo como sus lágrimas aumentaban y se deslizaban como cascadas por sus mejillas.

Hiyori ante sus palabras no pudo evitar abrazarlo más fuerte de lo que sus brazos se lo permitían y llorar fuertemente con sonrisa escondiendo su rostro en el pecho. Se quedaron así, reconfortándose con el calor del otro, grabando el momento, consolándose mutuamente con el corazón en el pecho y buscando el perdón de sus acciones.

Promesas de ProtecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora