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Movía con suavidad el brazo derecho, no importaba cuantos meses hubieran pasado desde la última expedición, aún seguía sin poder acostumbrarse con el brazo de metal. El doctor Jaeger había implantado aquel tan extraño aparato que actuaba como un nuevo brazo y no entendía el complejo sistema de esta.
── Es difícil acostumbrarse a cosas nuevas.
── No sabía que con querer salvar a alguien, no solo iba a perder esa persona, sino que también algo tan esencial de mi día a día.
Erwin estaba dudando si en darle o no la misión, la menor no estaba en el mejor de sus momentos y no sabría si podría dar todo de si, aun así se arriesgo.
── Jenell, necesito que realices una misión. ── suspiró.
── ¿Crees que pueda hacerlo? ── cuestiono con ironía, aunque eso no evito alegrarse por tener por fin una misión.
── Yo también estoy dudando. ── el rubio le sonrió al tiempo que se sentaba junto ella y tomaba el brazo metálico.
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Se escondía detrás de los pilares intentando ser lo más sigilosa posible, desde hace años que no hacía una misión de ese estilo: dónde tenía que investigar y vigilar.
Al ver a unas hebras negras y otras rubias pasar rápidamente a menos de tres metros de ellas, cayó en cuenta de que estaba demasiado cerca de sus objetivos, por lo que optó ir a un callejón y con su equipo poder subir a las azoteas, teniendo una vista completa de todo el subterráneo.
No estaba acostumbrada a esos sitios, especialmente cuando se crío adentro de la muralla Sina, dónde habitaban solo las personas de aristocracia, personas con demasiado dinero como para vivir cómodamente sin preocuparse de los Titanes, sin preocuparse de la realidad. El subterráneo era todo lo contrario a lo que estaba acostumbrada y eso le causaba escalofríos.
