Colección de one-shots de diferentes fandom en los que decidí trabajar durante los escasos días que estuve en casa.
Hasta el momento, todos son homoeróticos, así que... por favor, están advertid@s.
1- Pies de Loto (HuaLian; Bendición del Oficial d...
Tags: Homoerótica; Explícito; Primera vez; empieza siendo no-consensual; pero después lo disfruta; Seducción; Sexo Anal; Sexo Oral.
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Armas. Conseguir armas, dando un salto tecnológico de casi dos millones de años, era la única esperanza de detener a Tsukasa. Pero para ello, necesitaba obtener los elementos y llevar a cabo los trabajos antes de que Tsukasa adivinara su plan.
Por eso, la idea inicial había sido destrozar el lugar y fingir que habían huido despavoridos, esperando poner la mayor distancia posible entre Tsukasa y ellos. Sin embargo, en el momento de ponerse en camino, Senkuu se dio cuenta de algo – algo que no había considerado hasta el momento.
Shishio Tsukasa no era tonto. A diferencia de lo que muchos pudieran pensar al verle, no era solo músculos y fuerza bruta. Tsukasa tenía además una mente ágil. Podía no ser un genio como el mismo Senkuu, ni guardar tantos datos en su mente; pero definitivamente, Tsukasa era lo suficiente listo para sacar las conclusiones correctas.
Por esa razón, el plan había cambiado.
Senkuu contempló los cascos de barro desperdigados por el suelo. Donde el vino se derramara solo quedaba una mancha húmeda. Resopló, llevándose una mano a la frente: debió pensar antes de provocar este desastre. Bueno, por supuesto que había pensado... solo que volvió a pensar después.
Era casi de noche. Taiju y Yuzuhira estarían llegando a su destino. No podía contar con la inteligencia de Taiju – esa era inexistente a juzgar por su intento de enfrentar a Tsukasa – pero sí podía contar con su determinación. Y Yuzuhira tenía suficientes neuronas funcionales como para seguir sus instrucciones. Después de todo, solo tenían que llegar a Hakone y conseguir algo de cobre mientras él...
—¿Qué ocurrió aquí?
Senkuu torció el torso para mirar al otro, que llenaba el hueco de la puerta.
—Tuve un accidente — explicó, alzando una ceja.
Tsukasa dio unos pasos al interior, estudiando la estancia para finalmente fijar su atención en el otro adolescente.
—No parece que tuvieras un accidente — declaró, esbozando una suave sonrisa —. No eres de la clase de personas que tiene accidentes.
—¿Qué clase de personas? Los que nos dedicamos a las ciencias somos propensos a los accidentes.
