El primero

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A la edad de trece años, Kara Zor-El había aterrizado en la Tierra, la misión de proteger a su primo había quedado obsoleta. Después de veinticuatro años en la zona fantasma, su pequeño primo Kal-El había crecido para convertirse en Superman. Él le había llevado con los científicos Jeremiah y Eliza Danvers, quienes le habían ayudado cuando estaba descubriendo sus poderes. Esperaba que, con ellos, pudiera tener una vida lo más humana y normal posible. Un lugar en donde se sintiera segura y feliz.

Así, Kara Zor-El se había convertido en Kara Danvers. De un momento a otro, había pasado de tener una familia, un hogar, una vida a otra familia, otro hogar y otra vida completamente diferentes.

Literalmente, otro planeta.

¡Ahora incluso tenía una hermana! O bueno, hermana adoptiva.

Alexandra Danvers, la hija biológica de Jeremiah y Eliza. Kara no esperaba que llevarse bien con ella pudiese ser tan difícil. Aunque no podía culparle. Que Alex despertara en mitad de la noche debido a los gritos de Kara -producto de ataques de pánico y claustrofobia por estar encerrada en su nave demasiado tiempo- no era la mejor manera de formar una buena relación con ella.

...

Conforme los meses pasaban, las cosas iban mejorando poco a poco. Al menos con sus padres adoptivos. Eliza le había inscrito en la secundaria del lugar. Tomaba clases con Alexandra y algunas veces, las cosas más comunes que le causaban fascinación provocaban que su hermana adoptiva se sonrojara y le mirara molesta. Eso había sucedido la primera vez que vio y escuchó a los pájaros cantar en la salida de la escuela, Kara sonrió emocionada, preguntando a Alex que eran dichos animales. Para Kara era un descubrimiento, ya que no solía haber aves en Krypton. Para el resto de la escuela fue motivo de burla el hecho de que una chica de trece años no supiera sobre la existencia de las aves. Para su hermana, había sido embarazoso. Lo único que Alexandra pudo hacer fue tomar a Kara de la mano y caminar rápidamente hacia el auto, donde Eliza les esperaba. Ninguna dijo nada en el viaje de regreso a casa.

...

Si bien las cosas no habían comenzado del todo bien, Kara intentaba adaptarse de la mejor manera posible. Había dejado de hacer tantas preguntas y podía notar que los cambios de humor de su hermana disminuían considerablemente.

Cuando sus poderes comenzaron a desarrollarse, Kara temía que podría hacer daño a todo aquel que se le acercara. La primera vez que había manifestado su super fuerza, la mesa de la cocina había terminado partida en dos. Con su visión térmica, una parte del techo del cuarto que compartía con su hermana había tenido que ser reemplazada por la mañana. Su habilidad para volar había llegado poco después, Alex le había encontrado flotando mientras aún dormía, cuando despertó pudo ver el rostro de su hermana tornarse rojo antes de caer de lleno en su cama, rompiéndola. La cama había sido reemplazada esa misma tarde.

Con el aliento de hielo, había ocurrido algo curioso. Era un día caluroso y Alexandra había manifestado su antojo de helado, pero no podía salir de la casa ya que Eliza le había dejado a cargo de Kara -como ya se había vuelto una costumbre- mientras ella regresaba de la ciudad. Kara había buscado en Internet como hacer un helado e, inocentemente, había conseguido hacerlo en su primer intento y se lo había entregado a su hermana. Alex le miró de una forma extraña, para segundos después rechazar lo que Kara le ofrecía. De buena gana, Kara dejó el bote de helado en el congelador y subió a su habitación.

Ya no sabía que más hacer. Durante meses había intentado hacer que Alexandra Danvers le diera una oportunidad. Hacia lo que le pedía, se comportaba en la secundaria, no decía nada cuando Eliza le obligaba a llevarle con ella cuando salía con sus amigos y Alex simplemente le ignoraba, además de que siempre terminaba diciendo que había pasado un gran tiempo en compañía de Alex y sus amigos cuando regresaban a casa por la tarde. ¡Incluso le había hecho helado! Kara no entendía que otra cosa podía hacer para llevarse bien con ella. De hecho, le parecía algo imposible.

KalexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora