El tercero

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Muchos más besos habían seguido a ese. Kara parecía no tener control y Alex parecía disfrutarlo. Al final del día, eran besos inocentes. 

Habían estado compartiendo un beso al despertar y un beso al ir a dormir. Incluso Kara le besaba rápidamente algunas veces en la escuela, provocando el sonrojo de Alex. Otras veces más, le besaba para conseguir algo que quería, como usar el baño primero o viajar al frente cuando Eliza tenía la oportunidad de llevarlas a la escuela. Siempre funcionaba. 

Para Alex, Josie había quedado en el pasado cuando se había enterado que estaba saliendo con Jake.

Con el paso de los años, ambas habían dejado Midvale para estudiar en la universidad de National City. Alex asistiendo a la facultad de medicina mientras Kara asistía a la facultad de artes. Con la esperanza de ahorrar dinero y poder hace un viaje una vez concluidos sus estudios, habían decidido rentar un departamento juntas e, incluso entonces, los besos no habían parado.

Una tarde en especial, habían planeado una salida de dos días por el cumpleaños de Kara y ella quería tomar un desvío para ver la bola de estambre más grande del mundo. Alex había dicho que no.

— Por favor — dijo Kara, dándole un pequeño beso en los labios. El corazón de Alex se había acelerado.

— No, Kara. Ya tengo la mitad del camino memorizado, no podemos tomar un desvío.

— Anda, por favor — dijo Kara juntando sus manos frente a ella —. ¡Por favorcito! — Alex sonrió, pero sacudió la cabeza, negando.

Kara colocó una mano en su cintura, la otra detrás de su cuello y se acercó a ella, besándole tiernamente. Era un beso diferente a los que habían compartido con anterioridad, podía sentirlo y estaba segura que Alex también. El beso duró algunos segundos más de lo normal y Kara sonrió triunfante al ver la mirada que Alex le dedicaba.

— Eso no funcionará — dijo con un hilo de voz

— Es por mi cumpleaños...

— No puedes usar esa frase — dijo Alex, dándole un ligero golpe en las costillas —. Ya la usaste para escoger tu regalo. Ahora toma las maletas y sube al auto o se nos hará tarde. Tenemos que salir en menos de cinco minutos.

Sonriendo, Kara hizo lo que Alex le había dicho, antes de robarle un último beso al salir del departamento.

Esa había sido su nueva normalidad hasta ahora y Kara se preguntaba cómo habían llegado a esa situación, a jugar a robarse besos cada vez que les era posible y cuánto tiempo tardarían en hablar seriamente de ello.

Kara estaba por cumplir los veintiún años, Alex ya tenía veintidós. Y ninguna de las dos había tocado el tema. Salieron del estacionamiento con una sonrisa y cantando alegremente una canción que tocaban en la radio.

Todo parecía ir bien, hasta que las cosas comenzaron a salir relativamente mal.

...

Meses después de haber completado el viaje, Eliza había llamado.

Después de meses sin ver a su padre, una persona de la agencia para la que trabajaba le había informado que Jeremiah había muerto protegiendo al director de dichas instalaciones. La información que poseían sobre el paradero de Jeremiah era limitada, por lo que no había hecho ni siquiera una pregunta cuando el agente ya estaba saliendo de su campo de visión sin dar más explicaciones.

Eliza había hablado con ellas en la mañana y Alex había salido del departamento tan rápido como pudo. Desde entonces, Kara no había visto a Alex. Con pesar, sintiendo un gran agujero en el pecho por haber perdido a su figura paterna, Kara había asistido a su trabajo en Noonan's para terminar con sus pendientes y avisar que estaría ausente por un par de días. El entierro sería en Midvale y quería estar ahí para Eliza y Alex.

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