Bacteriologia:Difteria

12 1 0
                                    


¿Qué es la difteria?

La difteria es una infección causada por la bacteria Corynebacterium Diphtheriae. Sus signos y síntomas, que suelen manifestarse entre 2 y 5 días después de la exposición, pueden ser desde leves hasta graves. A menudo los síntomas se presentan de modo gradual, empezando por dolor de garganta y fiebre. En los casos de gravedad, la bacteria genera un producto tóxico (toxina) que da lugar a una espesa placa gris o blanca en el fondo de la garganta, placa que a veces, al bloquear las vías respiratorias, dificulta la respiración o la deglución y también puede provocar una tos seca. La hipertrofia de los ganglios linfáticos puede causar la hinchazón de una parte del cuello.

A veces la toxina pasa al torrente sanguíneo y causa complicaciones como inflamación y lesión del miocardio, inflamación de los nervios, problemas renales o trastornos hemorrágicos por caída del nivel de plaquetas. Las lesiones del miocardio pueden provocar alteraciones del ritmo cardíaco e inflamaciones de los nervios que a veces desembocan en parálisis.

¿Cómo se propaga la difteria?

La difteria se transmite fácilmente de una persona a otra, ya sea por contacto directo o por vía aérea, a través de las gotículas respiratorias emitidas por ejemplo al toser o estornudar. También puede diseminarse a través de tejidos u objetos contaminados.

¿Cómo se diagnostica la difteria?

En general, el diagnóstico clínico de la difteria se basa en la presencia de una membrana grisácea que recubre la garganta. Aunque se recomienda un estudio de laboratorio para confirmar los casos sospechosos, el tratamiento debe comenzar de inmediato.

¿Cómo se trata la difteria?

Para tratar esta infección se administra una solución de antitoxina diftérica por inyección intravenosa o intramuscular. También se administran antibióticos para eliminar la bacteria, poner fin a la producción de toxina e impedir el contagio de otras personas.

¿Se recomienda la vacunación contra la difteria?

Todos los niños del mundo deberían estar inmunizados contra la difteria. Una ronda básica de 3 dosis, administradas en el curso del primer año de vida, sienta las bases para adquirir inmunidad vitalicia. Los programas de inmunización deben asegurarse de que más adelante, durante la niñez o adolescencia, cada cual reciba otras 3 dosis de refuerzo de una vacuna que contenga la anatoxina diftérica. A cualquier edad, toda persona que no esté vacunada contra la difteria, o que lo esté solo parcialmente, debe recibir las dosis necesarias para completar la vacunación.

Los brotes de difteria surgidos últimamente en varios países atestiguan una insuficiente cobertura de vacunación y han demostrado la importancia de mantener elevados niveles de cobertura en los programas de inmunización infantil. Sean cuales sean las circunstancias externas, toda persona no inmunizada se encuentra en situación de riesgo. Se calcula que un 86% de los niños del mundo reciben las 3 dosis recomendadas de vacuna antidiftérica durante la lactancia, lo que supone que hay un 14% sin cobertura, o con cobertura parcial.

¿Debe tomar precauciones suplementarias el personal de salud?

En entornos endémicos y en situaciones de brote, el personal de atención sanitaria puede correr mayor riesgo de contraer difteria que la población en general. Por ello, dada la posibilidad de que se vea expuesto a Corynebacterium Diphtheriae en el desempeño de su labor, hay que prestar especial atención a la inmunización del personal de salud.

Apuntes TLCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora