[ e p í l o g o ]

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Chenle se está abrochando los botones de su abrigo cuando oye que tocan a la puerta. Termina de abrochar el último y se pone un gorro antes de abrir.

-¡Jisung-ah! -exclama con alegría y le dedica su mejor sonrisa a su mejor amigo.

-¿Ya estás listo? No olvides tu mochila, -le recuerda Jisung, devolviéndole el gesto.

-¡Ah! Es cierto... -Chenle regresa a recoger el objeto, se despide de su mamá y sale al fin, cerrando la puerta tras de sí.

Ambos se ponen a caminar. Hace diez años que van siempre uno a casa del otro para recogerse antes de ir a la escuela. Para Chenle, parece que nada ha cambiado desde que tenían seis años.

-¡Espera! -Jisung demanda una vez que llevan avanzadas pocas cuadras, y los dos dejan de caminar. -¿Por qué no traes guantes? Ah, Lele, cuando no olvidas una cosa es otra... -el menor lo regaña, pero no hay malicia en su voz, mucho menos cuando se le puede ver sacándose uno de sus guantes para colocarlo en la manita de Chenle, para después entrelazar su mano desnuda con la del mayor y guardar ambas en el bolsillo de su abrigo para mantenerlas en calor.

Decir que nada ha cambiado desde que tenían seis incluye también los sentimientos de Chenle hacia su mejor amigo. Jisung es extremadamente atento y cariñoso, los gestos como este son muy comunes en su relación y hacen que el corazoncito de Chenle palpite muy rápido y sus mejillas se pongan muy calientes, pero ha aprendido a vivir con ello.

-Gracias... -dice el mayor. Agradece que el clima frío le haga palidecer un poco, así no se notan tanto sus mejillas sonrosadas.

Jisung no dice nada, pero tampoco deja de sonreír. Caminan tomados de las manos durante lo que queda del camino hasta que llegan a la escuela y tienen qué soltarse para ir por caminos separados. Se despiden agitando las manos y se dirige cada uno a sus respectivas aulas, prometiendo verse al terminar las clases.

Chenle no se quita el guante que le prestó Jisung en todo el día.

Sus clases transcurren con normalidad. Toma apuntes, habla un poco con sus amigos -sí, los mismos que asistían a sus bodas en la primaria, es un pueblo pequeño-, hace tareas para la clase que sigue y come galletas a escondidas de los maestros.

Al sonar el timbre que indica la finalización de la última clase, se despide de sus compañeros y sale casi disparado a encontrarse con Jisung en la puerta de la escuela.

-¡Lele! Necesito que me acompañes a un lugar antes de ir a casa.

-¿Eh?

Chenle iba a cuestionar porqué, pero la mirada seria de Jisung le hace imposible oponerse. De todas formas, el menor no le da tiempo de protestar, porque toma su manita y se lo lleva corriendo hasta el parque que se encuentra solo a unos minutos de la escuela.

-Jisung, ¿qué estamos haciendo aquí?

-Chenle, ¿sabes qué día es?

Es de mala educación contestar una pregunta con otra pregunta, pero Jisung parece no conocer esa regla.

Chenle pone sus jóvenes neuronas a trabajar.

-No sé... ¿martes de pelucas?

Jisung tiene cara de que no puede creerlo.

-¿Martes de...? ¡No, tonto! Es San Valentín. -Procede a abrir su mochila y sacar una cajita de cartón notablemente hecha a mano, adornada con un listón desaliñado. Las mejillas se le tiñen de un rojo pálido mientras le pone la caja casi en la cara a su mejor amigo. -Toma, es para ti.

Chenle está atónito. Sus ojos están muy abiertos y su cerebro no puede procesar lo que está sucediendo.

Lentamente acepta la caja y la abre. Adentro hay lo que parecen ser varias piezas de chocolate, todas de diferentes formas y tamaños.

Quiéreme a mí » jichenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora