Capítulo 5

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El lobo aulló y se lanzó a un rincón, obviamente muy herido.

─¡Vengan aquí! ¡Todas ustedes, vengan aquí!─ gritó mientras se agachaba y recogía dos piedras para después, golpearlas una contra la otra. Eso generó una chipa, haciendo que el heno se prendiera con un rugido. La niña encendió su vara y levantó una antorcha. Corrió por toda la arena, ahuyentando a la manada de lobos que atacaba a las niñas. Mientras hacía eso, ella continuó gritando: ─¡Vengan aquí! ¡Vengan aquí!

Niñas de todas las edades corrieron hacia Jing Yue'er mientras lloraban, heridas. Algunas fueron mordidas por lobos, otras fueron alcanzadas por las flechas. Después de esa gran masacre, apenas quedaban veinte niñas vivas.

La manada de lobos temía al fuego. Mirando a Jing Yue'er protegiéndolas, se detuvieron y no se atrevieron a avanzar. Habían estado hambrientos por mucho tiempo, pero al ver que su presa ahora era inaccesible para ellos, volvieron corriendo hacia los cuerpos que yacían en la arena, devorando todo lo que podían.

Los ojos largos y estrechos de Zhuge Huai se entrecerraron ante esa visión y murmuró con desprecio: ─Animales inútiles─. Tiró de su arco y comenzó a disparar a los lobos.

Las flechas afiladas volaron hacia la manada, atacándolos sin saberlo. Los lobos aullaron de dolor, colapsaron en el suelo y en un santiamén, todos estaban muertos.

Las niñas que sobrevivieron estaban llenas de alegría. Haciendo caso omiso a las heridas en sus cuerpos, aclamaron en voz alta.

Sin embargo, incluso antes de que sus vítores pudieran escucharse, otra ola de flechas llovió sobre ellas, atravesando sus pequeños cuerpos.

Los descendientes aristocráticos del imperio dispararon despiadadamente con su aguda vista. Sin compasión, apuntaron directamente a las niñas frente a ellos con flechas sedientas de sangre para matar.

Una flecha atravesó el aire a una velocidad aterradora, hiriendo la cabeza de una niña con un ruido sordo e ingresando por su ojo izquierdo para salir en la parte posterior de su cabeza, deteniéndose justo en frente de la nariz de Jing Yue'er. Un cálido chorro de sangre salpicó todo su rostro y ella abrió la boca de la impresión. Con la antorcha ardiendo sujetada con fuerza, se congeló. Los gritos de las niñas reverberaban a cada lado de sus oídos. Todo fue como una pesadilla.

Las flechas comenzaron a disminuir cuando el Príncipe Wei y Mu Yun rieron al unísono. Ambos echaron hacia atrás sus arcos, apuntaron directamente a la chica, y soltaron una flecha, dejándolas ir por el aire.

Zhao Jue frunció el ceño y condujo su caballo hacia adelante. Alcanzando su carcaj, se dio cuenta de que solo le quedaba una flecha. Con un gemido frío de inconformidad, rompió la flecha por la mitad y colocó los pedazos en su arco. Con un tiro hábil, dejó ir ambas flechas hacia las otras que fueron disparadas por el Príncipe Wei y Mu Yun.

Zhuge Huai se rio y comentó: ─¡Buenas habilidades para disparar!

Terminando su frase, todos los gritos se detuvieron y el viento del norte barrió la arena nevada, levantando el hedor de la sangre junto con ella. La arena estaba cubierta de rojo y la única niña que sobrevivió fue Jing Yue'er. Su cabello yacía esparcido por toda su cabeza, con heno atrapado en él, su ropa estaba teñida de rojo y lucía una expresión pálida. Ella sostuvo la vara de madera y no se movió ni una pulgada. Miró con un gesto atónito, como si estuviera en estado de shock.

Zhao Jue dijo: ─El 7mo hermano sigue siendo el mejor. No me quedan más flechas. Creo que hoy serás el ganador.

El Príncipe Wei alzó las cejas, miró su carcaj, luego el de Mu Yun, y finalmente se volvió hacia Zhuge Huai.

Zhuge Huai sonrió inteligentemente y dijo: ─Hace mucho tiempo que me quedé sin flechas.

─Príncipe Yan, todavía tiene algunas flechas, ¿no? El juego no ha terminado. Todavía se desconoce la mano con la que morirá el venado─ dijo Mu Yun de repente.

Todas las miradas cayeron sobre Yan Xun.

Zhao Jue miró con frialdad a Yan Xun y dijo sin emoción: ─El Príncipe Yan es conocido por dar sorpresas a todo el mundo en momentos menos esperados.

El incienso solo se quemó a la mitad, pero todos los demás ya habían agotado sus flechas. Solo había una blanca con plumas blancas en el carcaj de Yan Xun.

Yan Xun se sentó majestuosamente sobre su caballo. Aunque solo tenía trece años, su espalda era fuerte y recta, con cejas deslumbrantes y ojos brillantes. Su nariz era aguda y tenía una mirada penetrante. La ropa pulcramente planchada que llevaba, distinguiéndolo de la multitud, lo hacía parecer guapo pero frío. Con una fría expresión, empujó su caballo hacia adelante y sacó su arco, apuntando a la niña parada justo en el medio de la arena.

La Leyenda de Chu Qiao, Princess Agent, Division 11'sWhere stories live. Discover now