Capítulo ocho.

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Días después, cuando la tía de Jeongin ya se encontraba en la ciudad y supervisando la tienda, el chico se escapó a visitar a Hyunjin.

Claro, sin el consentimiento de la mujer.

Creyeron que el mejor lugar para tener una conversación tranquila era uno de los pasillos que se encontraban más alejados.

Pero se equivocaron, porque ella fue la primera en verlos.

—¿Qué te dije la última vez, Jeongin?— replicó con un tono de cansancio.

—Que hay de malo que venga a visitar a un amigo?— reprochó con el ceño fruncido.

—Nada, siempre que no sea cuando él esté trabajando— enarcó una de sus cejas con una sonrisa cínica.

—Está bien, me iré— contestó enfadado.

Ella le dio un último vistazo en lo que se despedía de Hyunjin, y desapareció como por arte de magia.

La verdad era que Jeongin no quería marcharse, pero debía de hacerlo o estaba seguro de que su tía utilizaría su nueva guardia de seguridad para sacarlo a patadas de la tienda.

Aunque no haría demasiado, puesto a que la supuesta guardia no era más que un joven pálido y debilucho.

Nada en comparación a Jeongin.

Los jóvenes intercambiaron un par de palabras más, hasta que el fantasma reapareció.

—Parece que no me entendiste— la voz de su tía los volvió a interrumpir.

Jeongin rodó los ojos en su dirección provocando que la mujer se enfureciera más, Hyunjin bajó su cabeza mientras se mordía el labio inferior, sabiendo que de tan sólo pronunciar una palabra la tensión agolparía totalmente el ambiente.

—Hablamos luego— se despidió Hyunjin, dándose media vuelta para regresar a sus labores.

La mujer suspiró pesadamente y se alejó por uno de los pasillos, Jeongin aprovechó el momento de trotar hasta llegar al lado de Hyunjin.

—Si nos descubre, nos matará— murmuró el castaño observando a su alrededor con cautela.

—No lo hará— lo tranquilizó.

—¿Tu tía siempre te ha tratado de esa forma?— preguntó con los ojos bien abiertos.

—De lo que yo recuerde, sí— se encogió de hombros. —Tampoco es como si ella y mi madre hayan tenido una buena relación.

—He ahí la razón— pronunció Hyunjin sonriéndole un poco.

Jeongin asintió, y se quedó mirándolo por unos segundos que, para el castaño, resultaron eternos.

—¿Te veré mañana?— interrogó asomando su labio inferior.

—Eso depende únicamente de tu tía— respondió Hyunjin con una sonrisa.

Y como si se tratara de alguna fuerza sobrenatural, o en su efecto, mala suerte. El sonido de unos tacones contra la cerámica los alertó, ambos comenzaron a removerse en su sitio luciendo desesperados por esconderse, en el minuto que se disponían a correr sus cuerpos chocaron de tal manera que sus rostros quedaron a tan sólo unos centímetros de tocarse.

Pero fuera de esa burbuja en la que se encontraban, la tía de Jeongin estaba a punto de perder la paciencia.

Y cuando eso sucediera, no sólo uno saldría perjudicado.

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484 palabras.

დ˚. 𝗻𝘂𝗴𝗴𝗲𝘁𝘀 ‣ 𝗵𝘆𝘂𝗻𝗶𝗻 ɞDonde viven las historias. Descúbrelo ahora