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𖤐


─ Mierda Lisa. No es justo. ─Se escucha quejar mi amiga atrás.─ Se suponía que íbamos a ir a la pista de skate. ¿Que te hizo cambiar de idea?

La verdad, ni yo misma no se la razón por la que preferí quedarme en mi casa. Solo me sentía confundida y además, cansada escuchar todos los halagos que las chicas de la universidad le decían a Jungkook cada vez que estaba cerca de mi. Era irritante. Todas.

─ ¿No vas a responderme? ─ Se interpone en mi camino.

─ ¿Que quieres que te diga, Rosé? Estoy cansada. Ya te lo dije. ─ Pase de ella para seguir caminando en la acera.

─ Que al menos me acompañaras. Vamos Lisa. A ti no se te nota la cara de cansada. ─Vuelve a bloquearse en el camino.

─ Rosé. Me duele la pierna. ─Hago un puchero.

─ Ja, ahora te duele la pierna. Primero estás cansada y ahora tú piernita te jode. ¿Pues sabes que? Te dejo sola, eres una dramática. ─ Comienza a caminar rápido.

Mierda. Perdió la paciencia.

─ ¡N-no! ¡Rosie!

La rubia me ignora y sigue su camino por el pequeño bosque que da hasta su pequeña casa. Acogedora además. Verde y marrón. Rosé es experta en la agricultura y quiere ser florista. Así que, tiene toda su casa repleta de plantas.

─ Rosé anda. No te enojes. ─ Intento alcanzarla.─ Rosie vamos, para. ─Demando.

Pero la chica solo de digna a irse y desaparecer se entre los arbustos.

Esta enojada.

Conmigo.

𖤐

Lanzo mi mochila hasta el mueble más cercano. El olor a comida fresca me penetra las cosas nasales, haciéndome cerrar los ojos y seguir el aroma que me lleva hasta la cocina.

Allí veo a mi madre, con esa sonrisa en la boca que me hace abrazarla y nunca soltarla.

─ ¿Acabas de llegar? ─ Pregunta mientras se acerca a la radio para apagarla. Asiento y ella prosigue con su trabajo.─ ¿Como te fue? ¿Calificaste en el equipo de volleyball?

Mi sonrisa desaparece cuando menciona lo antes dicho. Esa era una de las razones por las que no quería salir hoy con Rosé. Me sentía enojada y bastante decepcionada. De mi misma. Por no poder dar lo mejor de mi y poder demostrar que no soy débil. Pero todo se va a la mierda cuando lo hago.

Mi madre me lanza esa mirada de comprensión y deja de hacer lo que hace y se acerca a mi. Toma mis manos entre las suyas y me mira con un sonrisa.

─ Lisa, ¿recuerdas cuando te dije sobre cómo no rendirse ante sus logros? ─ Mi mente viaja al pasado por un momento. Buscando dicho recuerdo. Lo encuentro y derrepente mis labios se convierten en una pequeña sonrisa.

Lo recuerdo.

Muy bien.

Tenia ocho años en aquel entonces. Mi primer campeonato de skate fue el día de San Valentín. Llegue en quinto lugar por solo tres tropiezos en la pista. Fue doloroso y vergonzoso. Me encerré en mi habitación ya que no me sentía satisfecha con mi puesto. Desde muy pequeña practique para ser la mejor en eso.

dulces || lizkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora