Todo mundo conocía al chico de Hufflepuff, Cedric Diggory. Todo mundo conocía a la chica de Ravenclaw, Vesper Tonks. Sin embargo jamás se habían dirigido la palabra, no hasta que llega a Hogwarts el famoso Torneo de los Tres Magos.
Todos los derecho...
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Después del desayuno, Clarissa y Vesper arreglaron sus cosas al igual que dejaron listo su baúl hacia Hogwarts. Andrómeda no estaba muy feliz con la idea con que se fueran antes de tiempo, sin embargo, su esposo Ted -complice de Vesper desde que era pequeña - la relajó diciendo que sería de mala educación no aceptar los boletos que el señor Weasley les había ofrecido.
Ted le guiñó un ojo a su hija menor y esta satisfecha por su plan exitoso junto con su amiga corrieron arriba para recoger sus cosas. "¡Nymphadora hubiera querido acompañarnos a dejarlas a la estación!" Escucharon a su madre quejarse.
"Son adolescentes, querida. Déjalas ser". le respondió Ted, dándole palmaditas en la espalda a su mujer.
Cuando llegó la hora de marcharse, Vesper tomó a su gata gris llamada <<Mouse>> -por las extrañas ojeras redondas - y la metió en la jaula. De una mano cargaba su baúl y del otro a la jaula. Clarissa hizo lo mismo, sólo que ella tenía como mascota a una lechuza bastante vieja pero tranquila.
"Bueno... ya es hora." avisó la castaña cuando llegaron al salón principal.
"¿Iremos por la Red Flu?" preguntó Clarissa acomodando su chaqueta.
"No" contestó Ted Tonks, guardando su varita en el bolsillo de su saco. "Nuestra chimenea estaba bloqueada, temporalmente". explicó el hombre.
"¿Entonces?" preguntó Vesper enarcando una ceja.
Antes que su padre pudiera contestar, Andrómeda llegó detrás suyo con una taza en la mano "Ya está" dijo al aire. "Si el encantamiento está bien hecho debería llevarlas a la Madriguera".
"¿La taza es nuestro transporte?" Preguntó Clarissa, un tanto confundida.
"Es un traslador" contestó Ted.
Vesper hizo una mueca, dándole una mirada a su gata "Esto no le va a gustar a Mouse" la nombrada soltó un maullido desanimado. Antes de que pudiera hacer algo más, Andrómeda se acercó a su hija para abrazarla fuertemente "Ma-mamá... no respiro". Vesper intentó darle unas palmadas en la espalda, pero su madre la tenía bien agarrada.
