☆•2•☆

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El chico de ojos mercurio pasaba los canales de forma desinteresada, no había nada interesante que ver -según él-.

Simplemente volvió a suspirar.

¿Cuantas veces lo había hecho en el día?

A decir verdad no lo sabía, aunque tampoco es como si le importara.

Encendió su teléfono dispuesto a revisar la hora, claro, se terminó entreteniendo con cualquier otra cosa y al apagar el aparato recordó lo que de verdad iba a hacer.

Chasqueó la lengua molesto al darse cuenta, volvió a encender el aparato, ahora si viendo la hora.

Dos y treinta,  marcaba el reloj de su móvil, lo volvió a apagar dejándolo a un lado.

No tenía nada que hacer pues sus tareas ya las había acabado, se dirigió a la cocina para tomar algo.

Abrió el refrigerador y tomó una pequeña caja de jugo de fresa, su favorito. Volvió a subir a su habitación, al llegar escuchó el sonido del teléfono indicándole que un mensaje le había llegado.

Tomó el aparato entre sus manos revisando quien era la persona que se había comunicado con él, grande fue su sorpresa al ver que era aquella chica de cabellos oscuros y lentes.

Se sentó en su cama mientras respondía el mensaje antes enviado, y así se mantuvo por alrededor de una hora.

Cuando estaba apunto de de despedirse de la pelinegra, tuvo una idea. 

Escribió la pregunta y la envió, y ¿qué era lo que decía?

Simple a decir verdad. "¿Quieres salir conmigo este fin de semana?"

Espero la respuesta por alrededor de diez minutos, en su mente lo único que pensaba era la frase "El que no arriesga no gana" 

Ahora esperaba que eso fuera verdad.

Poco después recibió la respuesta. Y como lo esperaba era positiva.

No pudo evitar sonreír ante aquello. 

Inmediatamente se comunico con su mejor amigo, Nagisa. 

Le escribió un mensaje, diciéndole que saldría con Manami ese fin de semana.

Envió el mensaje, y dejo a un lado el móvil.

A decir verdad había sido un buen día.



El peli azul se preparaba, esa tarde tendría una cita medica con el doctor. Era para ver que tan avanzada estaba su enfermedad.

- Nagisa, es hora de irnos- Dijo su madre entrando a la habitación.

- Si- 

Al llegar al consultorio esperaron un poco para hasta que les tocara, tendrían que esperar un poco.

El tiempo pasaba y unos treinta minutos después llegó su turno.

Al menor se le hizo un chequeo revisando su estado físico y sus síntomas.  

- Me temo decirles que tu enfermedad a avanzado demasiado rápido, estas ultimas dos semanas avanzó más rápido de lo normal- Hizo una pausa- Nagisa, ¿Ha pasado algo estos últimos días como para que avanzara de esa forma?-

- Bueno...La persona que me gusta me dijo que le gusta otra persona- Dijo semblante decaído.

- Comprendo- Dijo serio- Si sigue avanzando de esa forma no te quedara más de dos a tres meses de vida y eso es siendo optimistas- 

Hiromi estaba al borde del llanto se sentía de lo peor, mientras que Nagisa se paralizó un poco.

"Solo de dos a tres meses de vida"

Esa frase se mantenía en su cabeza.

- Entiendo...- Dijo con un hilo de voz.

- Pero...- Esto hizo a ambos Shiota alzar su cabeza- Aún estamos a tiempo de hacer la operación, puede ser un poco más arriesgado de lo normal, pues la enfermedad esta más avanzada de lo normal- 

- No, estoy bien-

Hiromi veía a su hijo, veía como moría lentamente, algo que le dolía mucho.

- Bueno fue un gusto haberlo atendido- Madre e hijo salieron de aquel consultorio.

Al llegar a casa Nagisa se encerró en su habitación, la mayor no dijo nada pues sabía que su hijo quería estar solo.

El azulino se recostó en su cama con deseos de que esta se lo llevara hasta el otro extremo del mundo. 

Un mensaje interrumpió sus pensamientos, revisó su teléfono encontrándose con que era un mensaje del pelirrojo de ojos mercurio.

Nagisa abrió el mensaje y volvió a sentir aquella opresión.

Lo único que pudo escribir fue un me alegra, volvió a recostarse en su cama abrazando a su almohada. Sus lagrimas caían y no se detenían y tampoco tenían la intención de detenerse.

"Ojala no me hubiera enamorado de él" Era su pensamiento, pero al corazón no se le puede mandar.

Por un momento recordó una historia, una historia que había leído hace tanto, aquella historia contaba hablaba sobre una chica con la misma enfermedad que él, siempre creyó que aquella enfermedad era ficticia y resultó no serlo.

"Soy un idiota" Con ese último pensamiento, se abrazó más fuerte a su almohada y cayó dormido.


Gracias por leer

Petalos Del Corazón 《Karmagisa》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora