𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝟯

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4 de septiembre del 2024

TaeHyung caminaba a casa con las manos en los bolsillos y el humo del cigarrillo desprendiendo de sus labios.

Tan solo una cuadra más y se desataría un verdadero infierno. Pero él estaba listo. Él sabía lo que se venía. Y estaba dispuesto a aceptar las consecuencias.

                          
                             🩸🩸🩸

Bajó las escaleras acomodando el cuello de su camisa blanca. Revisó la hora en su reloj. Perfecto, solo faltaban 10 minutos para que su plan, se ponga en marcha.

Se sentó en el mueble cruzando sus piernas mientras esperaba.
Las cosas no pudieron haber sido peor para él. La vida no lo estaba tratando para nada bien.
Se sentía tan aciago, airado e inútil. Sin Jungkook, sus días de "eterna primavera" habían acabado para ser reemplazados por enormes tormentas.

Estaba tan sumergido en sus pensamientos que ni si quiera escucho cuando el timbre sonó por toda la casa.
Pero seguían insistiendo.
TaeHyung miró la puerta con desprecio y se levantó para recibir a su invitada estrella.
Formuló una agradable sonrisa y en seguida abrió la puerta.

— Buenas noches señora Jeon, es un gusto verla nuevamente.— pronuncio Kim, dejándola pasar para después estar sentados frente a frente en sus grandes muebles.

— Doctor. — Habló la mujer mayor con una cálida voz. — Dígale a Jungkook que ya estoy mejor de salud, que pronto iré a verlo. — Sonrió. — Por cierto, ¿cómo se encuentra mi pequeño? Los papeles que firme antes de ayer ¿lo ayudaron? ¿Ya tiene su cita en New York? — preguntó la ingenua anciana.

— Sí. Claro. Pronto estaremos trasladandolo a Miami para su quimioterapia. No se preocupe. — suspiró — oh, que mala educación la mía. ¿Gusta algo de tomar? ¿Quizá un té? — ofreció con una sonrisa en el rostro mintiendo descaradamente.

— Sí doctor, muchas gracias.

Kim asintió. Caminó hasta su cocina decidido. Este, era el momento que tanto había estado esperando. Y ahora, ya no había marcha atrás.

Rápidamente agarro una taza con agua, calentandola por un minuto en el microondas. Este, al finalizar su trabajo, fue apagado por el castaño quien retiraba la taza para colocarla en la encimera.
Remojo el sobre del té en el agua mientras sonreía. Todo marchaba perfecto.

De uno de los cajones saco una pequeña botellita transparente que portaba un líquido blanco azulado.
Colocándose antes unos guantes de cuero negro que se hallaban en la misma mesa de la cocina para poder vertir unas gotitas del ácido prusico. Todo estaba preparado. Nada podía salir mal.
Tranquilo TaeHyung.

— Servido, señora Jeon. — habló cuando llegó a estar parado en frente suyo. Sonriendo. De par en par. Hasta la anciana quizá creyó que era el mejor día del doctor al verlo tan radiante. Pobre, que ingenua.

La mayor tomó con apuro el té. Terminando la infusión en cuestión de segundos.
Cuando repentinamente, empezó a convulsionar desde su lugar.

Su cuerpo se sacudía involuntariamente una y otra vez, hasta caer al suelo de golpe. Donde se estremecía mientras mordía su lengua inconscientemente.

TaeHyung, al contrario, tomó asiento. Tranquilo. Mirando el espectáculo que tenía en frente. Atendía a cada gesto que ella hacia, sin parpadear al ver como la anciana dejaba de respirar.

— Lástima, me caía bien.


                             🩸🩸🩸


El castaño arrastró el cadáver con esfuerzo hasta llegar a su cochera.
Donde se hallaba un cajón color marrón que horas antes le había pertenecido a Jungkook.

Sin perder el tiempo cargó el cuerpo de la anciana instalandolo dentro del ataúd.

— Carajo. Pesas una mierda. Peor que un elefante. — dijo irónicamente a punto de cerrar el cajón. — Disfruté su estadía señora Jeon, compré el mejor ataúd.

Y selló el féretro con una radiante sonrisa clavada en el rostro.

Sacudió sus manos mientras relajaba su cuello. Caminó hasta la cocina agarrando la pequeña botella y la taza, protegiéndose con sus guantes, para después desecharlas por el inodoro. Claro, quebrando la vasija antes de ello.

Suspiró agotado marcando el número de su mejor amigo en contactos.

— ¿NamJoon? Escucha, mañana quiero a tus hombres a las 9 de la mañana en la puerta de mi cochera. ¿Entendiste? — el de la otra línea afirmó. — Quiero que todo salga como lo he planeado. El más mínimo error podría arruinarme la vida, así que envíame a tus mejores hombres y sé muy discreto. Buenas noches, hermano. — dijo por último antes de colgar.

Estaba exhausto. Tenía tantas cosas en mente que podría jurar que le iba a estallar el cerebro en ese mismo instante. Sin embargo, ahora, solo tenía cabeza para pensar en Jungkook.

Cierto, Jungkook.

¿En que estaba pensado?

Él está aquí.



Corrió alegre a su habitación, lleno de entusiasmo al poder ver al amor de su vida después de un largo día.
En cuanto llegó se abalanzó sobre el cuerpo de su amado, quien ya se estaba descomponiendo poco a poco. Lo lleno de besos y mimos por todo el rostro.

— Aquí estoy Jungkook. No te asustes. — acarició sus cabellos con ternura. — Cumpliré mi promesa. Permaneceré siempre a tu lado. Siempre. — beso sus secos labios con delicadeza para después levantarse y revisar el aire acondicionado.

— ¿Y como te lo haz pasado en la refrigeradora? — preguntó regulando el aire ya que él sería el que moriría de frío si seguía en esa temperatura.

— Sabes que es por tu bien. Yo no quiero pero, diablos, tu cuerpo pasará más rapido al proceso de putrefacción si no hago esto, ¿sí?. — habló cerrando con llave la puerta de su habitación. — De todos modos, pasaremos juntos todas las noches. Nos veremos todos los días, como antes.

TaeHyung se recostó junto al cadáver de su novio, rodeandolo con sus brazos para dormir acurrucados. Este, cerró sus ojos cansado. Que día.

— Jungkook. — susurró antes de quedar completamente dormido — Te amo.




Perverse ღ - TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora