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—¡Minhee! ¡Querida despierta y ven a desayunar! —gritó Sarah.
—¡En seguida voy! —le respondí.

Fui al baño antes de bajar para lavarme la cara pues aún sentía mi cara adormilada. Me vi en el espejo, que asco doy la verdad.

Cuando estuve lista, bajé las escaleras y me senté junto a John, le saludé.

—¿Dormiste bien? —me pregunta.
—Sí —mentí.
—Te prepare tus waffles favoritos —dice Sarah mientras ponía el plato lleno de mis waffles favoritos, como la quería.
—Gracias, Sarah —le sonreí y opté por desayunar.

Ella siempre me ha dado todo y de vez en cuando me capricha un poco, eso es algo que amaba de ella y apreciaba.

Cuando termine de desayunar, me levanté lo más rápido posible pues era un poco tarde y me despedí. Salí de la casa y caminé un poco hasta llegar a la parada de autobuses pues quedaba cerca de donde vivía, solo eran unas cuadras, era lo bueno de Los Ángeles.

Me senté en la pequeña banca de la parada de autobuses a esperar a éste, mientras saque mi diario pues me gustaba escribir cuando tenía algún tiempo.

¿Quienes son Sarah y John? Son unas hermosas personas que han hecho todo lo posible por mantenerme, ellos son mis tutores oficiales. Me han cuidado desde que era una niña y siempre he estado agradecida por eso.

Mis padres murieron hace algunos años y ha sido muy duro, no se como lo he hecho, no se como he sobrellevado esta vida tan dolorosa pero se que tengo al menos dos personas en las que apoyarme.

Llegó mi autobús y subí en el, pronto llegaría al colegio, que por cierto no me gustaba para nada por varias razones, una era porque todo el tiempo tenía que hablar otro idioma, ósea el inglés. Me gustaba pero muchas veces me cansaba de hablarlo todo el día, casi no podía hablar coreano. Otra razón era por las personas del colegio, siempre me han tratado bien, pero no tenía tantos amigos y soy muy insegura en ciertos aspectos así que no me sentía tan cómoda.

Pero trataba de sobrevivir día con día al menos.

Cuando llegué camine hasta mi aula de clases que estaba ya casi llena por la hora, me senté y me dispuse a poner atención a las clases.

—Bueno chicos, tendrán que hacer equipos para el proyecto, así que a trabajar —dijo la maestra y todos se movieron.

En esta clase no tenía a mis pocos amigos así que me dispuse a esperar a que alguien quedara solo como yo, pero alguien toma mi hombro antes y volteó a verlo.

—¡Hola, Minhee! —dice un compañero.
—Hola...
—¿Me preguntaba si quieres hacer el proyecto conmigo?
—¿Enserio? —pregunté un poco sacada de onda.
—Sí, bueno es que la maestra me prohibió juntarme con mis amigos, estoy castigado así que, ¿esta bien?
—Oh, claro —le sonreí, todo tiene sentido ahora.

Empezamos a trabajar en proyecto cuando el me saca un poco de platica.

—Oye Minhee.
—¿Que pasa?
—¿Te puedo preguntar algo? —levantó la mirada y enarcó una ceja.
—Sí.
—¿Tú siempre has vivido aquí o vienes de Corea?

Tengo aún ese recuerdo, tenía 6 años y vivía en Seúl, donde nací. Vivía con mi madre y padre, era única hija pero mi madre esperaba otra. Yo era feliz con la vida que llevaba junto con mis padres pues ellos tenían los mismos sueños y siempre me contaban las aventuras que tenían.

Un día caminábamos, como era de costumbre con helados, para dirigirnos a casa, pero mis padres no se percataron de que alguien nos seguía. De un momento a otro esa persona nos había alcanzado y trató de robarnos, cosa que mi padre no permitió.

Si tan solo hubiera dejado que pasara.

Mi padre murió desangrado y mi madre por tratar de protegerme junto a mi esperada hermana o hermano.

Después de eso solo recuerdo algunas de sus palabras que me decían que corriera, luego la policía me encontró y me llevaron. Después de unas horas Sarah y John fueron a verme, ellos eran nuestros vecinos y ahí fue cuando me recogieron, y desde ahí me mudé junto con ellos a Los Ángeles, pues eran de ahí.

Mis ojos empezaron a aguadarse al recordar cada momento del pasado que claramente no quiero recordar, mi compañero solo me miraba sin entender que había hecho mal.

Sacudí mi cabeza y suspiré.

—Siempre he vivido aquí.



Pasaron las horas y por fin era salida, ya me quería ir pues para mi era otro día igual. Solo quería llegar a mi casa y ver una película o quedarme dormida.

Tomé el autobús de regreso a casa y cuando llegue a ésta me extrañe cuando no vi a nadie, pues siempre que llegaba a estas horas Sarah estaba haciendo la comida.

La llamé pero no respondió, fruncí el ceño y subí arriba. Me extrañé cuando entre a mi cuarto y logré localizarla, pero estaba extraña.

—¿Sarah? —la llamó y ella voltea a verme con los ojos llorosos—. ¿Que pasa? ¿Estás bien?
—Mi niña... —empieza con los ojos llorosos.
—¿Que sucede? —preguntó preocupada.
—Tengo que decirte algo muy importante, Minhee.
—¿Que es? Sabes que puedes decirme lo que sea.

Sarah estaba rarísima, comenzaba a asustarme.

—Minhee, tendrás que regresar a Seúl.

•••

Qué onda chicxs! Estoy feliz por empezar este fanfic, ya lo había escrito hace algún tiempo

Loving you ↠ kth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora