La invitación

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Edward estaba parado lejos en una gran habitación oscura, era como si él radiara su propia luz. Extendió una mano, cómo recibiéndome o invitándome a ir con él. Yo corrí hacia él sin ningún problema, pero al llegar con él, él se desvaneció y yo me transformé histérica, tratando de alcanzarlo, a dónde sea que se hubiera ido, para luego despertar, con mi espalda sudada y temblando, amenazando con quebrar sus huesos y transformarme en cualquier segundo.
Soñé varias veces con él, no creí tomarme el asunto tan en serio, pero aparentemente mi subconsciente sí.
Todo ese mes Bella fue el centro de atención, algo que a mi parecer no le complacía; pero la comprendo, a mí tampoco me gustaría que después de una semana de haber llegado aquí, un carro casi me aplaste.
A mí una que otra persona se acercaba a preguntar, usando la escusa de que querían todo desde un nuevo punto de vista, y querían el diagnóstico que Carlisle había dado, pero solo dije que eso era asunto de Bella no el mío.
Mike y el resto de sus amigos me aceptaron bien, aunque Bella de vez en cuando me tiraba malas miradas.
Con Edward habíamos hablado poco. En clase de biología intenté hablarle pero sólo me ignoró, yo nisiquiera entendía porquéestaba enojado. Quería llevarme bien con él, ni siquiera entendía su comportamiento, unos días antes era un chico simpático conmigo y ahora me ignora como hacía con Bella.
Bella intentó hablarle un día después del accidente. Edward se miraba enojado, yo solo observé el comportamiento corporal de ambos al igual que las miradas.
Cabe decir que Edward de por sí, ya es distante, pero con Bella era aún peor, peor que conmigo.
Respecto al peculiar olor, en los almuerzos siempre me escabullía con alguna excusa. No soportaba el olor de todos los Cullen, era extraño, muy extraño para mí.
Mis padres en casa todo Bien. No les he platicado de sus trabajos: Mi padre era empresario, y mi madre una Psiquiatra.
Ella empezaría a trabajar en unos días en el hospital, mientras que mi papá trabaja desde casa en videoconferencias, quién, por cierto un par de semanas antes me regaló un carro; debido al incidente, prefería que anduviera en carro que como una peatona desprotejida.
No era lo más moderno pero, al menos no era como el de Bella: viejo, desteñido y ruidoso.
Era un carrito picanto pequeño, negro. Perfecto para mí, era suave de manejar y tenía para derretir nieve, genial para el lugar en el que vivimos.
Después del almuerzo, íbamos caminando hacia clase de biología, Mike, Bella y yo en silencio, nadie hablaba.
—Louv… am… ¿Me dejas hablar con Bella a solas? es algo… privado— dijo Mike algo nervioso.
—Claro — pude responder antes de adelantarme y entrar a la clase. Edward llegó pasando por mi lado dándome una mirada calmada pero a la vez furiosa.
No escuchaba la conversación de Mike y Bella a propósito, pero estaban a un metro de distancia, podía oírlos.
—Ese sábado voy a Seattle.
—¿No puedes ir el siguiente fin de semana?
La invitó al baile y ella lo rechazó. Ese sábado era el tan famoso y esperado baile de promoción y Bella acababa de rechazar a Mike.
—Ya compré los boletos.
Caminé hasta mi lugar y me senté al lado de Edward, discretamente.
—¿Cómo estás? —pregunte entre dientes.
—Bien. —respondió seco sin mirarme.
—No pareciera.
No contestó.
Me giré para luego mirar al profesor Banner que empezaba a dar la clase.
La clase continuó normal, pero Edward me miraba interesado y atento, algo que me incomodaba.
—¿No has visto a una chica antes o qué? —dije irritada.
—Oh creeme he visto más de las que tú crees —rió por lo bajo.
—¡Señor Cullen! —lo llamó el profesor—. ¿Cuál es el nombre del proceso que sucede en la respiración celular?
—Ciclo de Krebs —contestó simple.
El profesor lo miró con rencor para darse la vuelta y seguir explicando.
Edward dejó de mirarme, mientras yo seguí poniendo atención a la clase, pero oí a Bella murmurar algo.
—¿Por qué a ella la trata bien? —se cuestionó enojada.
Giré mi cabeza con delicadeza hacía mi derecha con el ceño fruncido, pero decidí no decir o hacer nada. Pude notar como Edward lo oyó también por como se mordió el labio inferior con rencor.
La clase siguió, entretenida como siempre hasta que pude oír al timbre empezar a sonar medio minuto antes de que en realidad sonara.
—Louv —dijo Edward mirándome.
—¿Mh?— dije mientras guardaba mis libros en la mochila.
—Perdón si soy grosero, pero… —parecía querer decir algo que simplemente no salía.
—¿Qué Ed? —lo volteé a ver con duda en mi rostro.
—¿Ed? —preguntó levantando las cejas y riéndo.
—sí, Ed —remarqué su nombre.
—Bueno… simplemente no… —negó con la cabeza y se levantó abruptamente y salió con el ceño fruncido dejándome aún más confundida que antes. Pude ver como Bella se quedaba parada a cierta distancia nuestra, seguramente escuchando.
Luego de que Edward saliera, ella dejó salir un suspiro y estaba a punto de salir de la case cuando la detuve.
—¡Bella! espera.
Ella ella volteó.
—¿Por qué me miras así? ¿por qué me odias?
—No te odio. — dijo negando con la cabeza con su típica postura nerviosa.
—¿Entonces? ¿celos? —pregunté.
—¿Qué? no, sólo quiero la verdad.
—¿Qué verdad? — dije más seria, pensando en la conversación que escuché el otro día.
—¿No sabes?
—No.
—Bueno, resulta que no solo me miente a mí. —se dió la vuelta y se giró.
Luego tuvimos gimnasia.
Soy la favorita del maestro, ya que gracias a mis habilidades, tengo unos reflejos mucho más desarrollados, por lo cuál, lo que para alguien normal puede pasar en un segundo, para mí pasa en 1 minuto, y es así como soy una perfecta portera y delantera.
Jugábamos balonmano en forma de un pequeño ejercicio, para luego hablar de las reglas del bádminton.
A Bella nadie le pasaba la pelota, así que yo lo hice, para no hacerla sentir mal.
La pelota se le resbaló en las manos y al tratar de agarrarla tropezó y cayó de sentón.
—¿Estás bien? —pregunté acercándome y extendiendo mi mano.
—Sí, estoy bien —se levantó evitando mi mano y siguió parada, sin hacer nada más que mirar.
La clase terminó, mi equipo ganó, o el equipo de Bella, como sea, Bella salió casi corriendo hacia el estacionamiento. Me pregunté desde cuando me fijaba tanto en los movimientos de Bella. Me sentí toda una acosadora así que me concentré en otras cosas.
Llegué a mi carro que estaba a 5 carros de el de Edward y a 3 de el de Bella. Buscaba mis llaves cuando vi a Eric acercarse a Bella y pude escuchar su conversación.
—Hola Eric.
—Hola Bella.
—¿Qué hay? —preguntó Bella abriendo las puertas de su carro.
—¿Me preguntaba si…querrías venir conmigo al baile?
La voz de Eric se quebró en la última parte, haciéndome soltar una risita. Es tan estúpido como el ser humano se asusta por cosas tan simples.
—Creí que era la chica quién elegía —dijo Bella sorprendida.
—Bueno sí —respondió Eric avergonzado.
—Te agradezco que me lo preguntes, pero ese sábado voy a estar en Seattle.
—Oh bueno… — terminó Eric para luego marcharse con la cabeza baja.
Ví a Edward pasar riendo a su lado.
—Qué estúpido —dije para mí misma pensando en la situación, mientras me sentaba en el asiento del piloto.
—¿Con quien hablas? —preguntó Tyler detrás de la puerta abierta.
Di un pequeño brinco.
—Con nadie —dije rápido.
—Bueno, Louv… am… quería invitarte a ir al baile conmigo.
—Ay… Tyler —me rasqué la cabeza.
No quería ir al baile, hay luna llena ese día.
—Tyler yo… ya tengo cita —dije, fue lo primero que me vino a la mente.
—Es Cullen ¿no? Debí saberlo —se dijo a sí mismo.
—No, nada que ver Tyler, no es una cita para el baile. es para… ir a cenar a mi restaurante favorito con mis ¿padres? —dije tratando de sonar convincente, pero no fue así, fue más ridículo que como sonó en mi mente.
—¿Por qué no le preguntas a Bella? Tal vez quiere ir contigo.
—Buena idea… —dijo desanimado.
—Tyler, de veras me gustaría ir pero ya tengo compromiso —dije tratando de consolarlo.
Sé que Bella lo rechazará pero ¿Qué podía decir? No quería lidiar con la culpa.
—Entiendo —dijo, asintió y se fue a por Bella.
Me subí a mi auto sin quitar mi vista de Tyler sintiéndome mal.
Arranqué el motor y empecé a hacer la larga cola para salir. Vi como Edward esperaba a sus hermanos, creando la fila enorme por la que todos empezaron a bocinar.
Me bajé del coche y fui a ver por qué no se apuraban ellos a salir.
Pasé junto al carro de Bella y vi a Tyler tocar la ventana de la chica, así que le levanté los pulgares en forma de apoyo a lo que él me sonrió esperanzado.
Iba más cerca del carro de Edward pero vi que todos los demás se acercaron y no quería un incidente. Di un regresón y corrí a mi auto.
Edward arrancó y manejó como si fuera en persecución.
loco, pensé y empecé a manejar hasta llegar a casa.
Mi auto tenía un olor a mí, no a mi perfume, pero a mi olor personal, un olor que se sentía tan bien de olfatear como un abrazo de mamá en un mal día.
Llegué a casa y al apenas entrar vi a mi padre sentado en un sillón, que él mismo había declarado suyo, leyendo el periódico.
—¿Qué tal el día? —preguntó guardando el periódico.
—Bien.
Yo no estaba en el estado de ánimo para preguntas, no es que estuviera enojada o irritable, pero simplemente no me sentía como para responderlas.
—Louvel… Louvel —dijo mi papá pasando su mano enfrente de mi cara.
—¿Perdón?
—Has estado rara estos días ¿Estás bien? —preguntó acariciando mi mejilla con preocupación.
—Sí papá, solo… algo cansada —sabía que era la típica excusa pero él me creería.
—Okay… quiero que si te sientes mal, me lo digas, sé que mudarse a otro lugar es difícil pero… —lo interrumpí.
—Sí, descuida, estoy bien —sonreí para darle más confianza y él asintió. Subí a mi habitación y vi que tenía mensajes perdidos de Jessica.
“Te llamé pero no contestaste, era solo para contarte que Mike me invitó al baile. Tyler me contó que no puedes ir al baile. Bella tampoco irá ¿Seguras que no están planeando irse a algún lado juntas? pero bueno, llamaré a Bella ¡te veo mañana!”
Quise contestar, pero imaginé la conversación con Jessica y como me trataría de convencer de ir al Baile y ya no lo hice.
Leí un poco mi libro favorito “La Marca De La Bestia” por Rudyard Kipling.
Estuve leyendo como una hora, hasta que el teléfono sonó.
—¿Sí? —pregunté.
—Hola Louv, soy Ángela.
—Oh, hola Ángela —dije recostando mi cabeza sobre mi mano.
Ángela creo que era una de las que mejor me caía, no era intensa como Jessica, sabía escuchar, y aceptaba un no como respuesta a la primera.
—Me contó Tyler que no vas a ir al Baile.
¿Es en serio?
Sí, ah… no, no podré ir —dije tratando de hacer una voz desepcionada.
—Qué mal… ¿Por qué no vendrás?
Y a mentir de nuevo. Había estado de mentirosa desde que me cambiaron, y no es algo que me satisfaciera mucho que digamos.
—Tengo que cenar con mis padres.
Ella se quedó callada un tiempo detrás del teléfono.
—¿No lo puedes cambiar?
—No, de hecho es una cena muy especial, en mi familia las cenas familiares de vez en cuando lo son todo —dije asintiendo como tratando de convencerla a ella, aunque no me mirara en realidad.
—Oh, entiendo —dijo triste—…Oye y ¿Qué tal con Cullen? —su voz tenía cierta picardía.
—No pasa nada con Edward —dije extrañada por su pregunta.
—Ay Louv, a mí no me engañas ¡Te gusta! —dijo gritando del otro lado del teléfono.
Una de las cosas que no me gustan, ni de Jessica ni de Ángela es que son las típicas adolescentes que hablan de chicos. Eso nunca ha sido lo mío, tampoco los gritos Fangirls.
—No Ángela, no me gusta.
—Louvel Davis, ¡Admítelo!
De verdad ya quería cortar esa llamada y seguir leyendo.
—Ángela, no me gusta —dije más seria, quería que entendiera que no me gusta, no quiero que después vaya diciendo cosas que no son.
Aparte aún no sé por qué Bella me odia, pero si son celos eso lo arruinará todo, y nunca llegaré a al menos tener “paz” con ella.
—Okay, solo jugaba, bueno hablamos mañana en la escuela.
Por fin…
—Claro, nos vemos —dije cortando.
Dios esa conversación estuvo incómoda.
Seguí leyendo, un ruido me sobresaltó, fue mi ventana.
Cuando me acerqué a ver, vi a Edward en mi balcón tratando de entrar. Me acerqué y abrí la ventana.
—¿Qué haces aquí? —pregunté en susurro.
—Quería pedir perdón por mi actitud en clase —dijo él aún susurrando, mientras entraba.
—¿Y no pudiste llamarme?
La puerta se abrió repentinamente, brinqué del susto ¿Qué creería quién fuera de mis dos padres al entrar a mi habitación y encontrarme con un chico? Y sería peor contando mi cambio de actitud de los últimos días.
Le dí una mirada Rápida a la puerta dónde se encontraba mi madre y luego a Edward, quién ya no se encontraba a mi lado.
—Hija, tu ropa acaba de salir de la secadora, por favor vas y las subes a tu cuarto por favor.
No sé que cara de espanto debí tener porque paró de hablar y me miró.
—¿Qué?
—Nada —dije cambiando mi expresión.
—¿Cuándo compramos tu vestido para el baile? —preguntó emocionada.
—No mamá, no iré —negué con el ceño fruncido—. Aparte tengo muchos vestidos que ni siquiera he usado.
—Ay Hija… —dijo suspirando.
—¿Qué?
—¿Cuándo serás la típica chica adolescente? —pregunto acercándose a mí con una sonrisa de ternura.
—¿A qué te refieres?
—¿Cuándo te vas a escapar a fiestas sin permiso, cuándo vas a meter chicos a la casa sin permiso?
—¿Por qué no finjo depresión y estar enamorada de chicos? Ni lo pienses —dije irónica.
—No lo sé, creo que me aburro de verte hacer siempre lo correcto, necesito un hija a quién regañar —dijo riéndo.
—Sí claro, ya quiero ver eso —le dije riendo y poniendo mis manos en mi cintura.
¿Qué se había hecho Edward?
—Bueno hija, ahí bajas por tu ropa —habló ya volteándose a la puerta para salir.
—Okay mamá —dije sentándome en la cama para hacer la mímica de leer más, pero no más la puerta se cerró, Edward apareció.
—¿Con que no metes chicos sin permiso al cuarto? —dijo riéndo irónico.
—Primero, yo no te metí, tú te metiste solo segundo ¿Donde estabas? —dije señalándolo con el dedo índice.
—En tu clóset, Como sea, vine a hablar.
—Lo sé.
Tragó saliva para luego mirarme a los ojos. Esos ojos dorados como el oro, Su mirada era tan serena, tan… indescifrable…
— Es solo que no debería relacionarme contigo, ni con Bella.
—¿Por qué?
—Nada que te deba preocupar. —me contestó más serio aún.
—¿Y qué? ¿No te relacionas con ningun ser humano y esperas que no haga preguntas?
—Bueno, es mi vida, no la tuya.
Solté una pequeña carcajada
—Vine, no a pelear contigo, solo a decirte que no te me voy a acercar.
—Pero Ed —iba a hablar pero él ya estaba fuera de mi ventena en mi balcón.
Arrugué la nariz del enojo y me tiré a la cama. No lo dejaría en paz, trataría de acercarme a él lo más que pudiera hasta que sea muy tarde para alejarme, esperaba y fuera una buena idea.
Pasaron las horas y llegó la noche, no tenía mucho ánimo para aguantar el interrogatorio de como estuvo mi día en la cena así que comí antes y me fui a dormir, me costó un poco a decir verdad, pero luego de un rato me dormí profundamente por toda la noche.
Al otro día me parqueé justo junto él, y llegamos al mismo tiempo, pero viendo como conduce, supongo que él salió después que yo de su casa.
El chico que tanta curiosidad me causaba bajo de su auto como si de un comercial de perfume se tratara, el viento movió sus cabellos con delicadeza, definitivamente hijo de afrodita o algo por el estilo.
Vi que Bella se aparcó lejos de nosotros, a lo que Edward comenzó a moverse en su dirección, cerré la puerta de mi auto y cuando me giré él ya no estaba ahí , pero al lado lado de Bella. Fruncí el ceño y comence a caminar hacia ahí procurando que los carros me cubrieran.
Bella iba a recoger sus llaves, pero él las recogió por ella.
—¿Cómo haces eso?— preguntó mirándolo con recelo.
—¿Qué cosa?—preguntó rápido.
—Aparecer del aire.
—Bella, no es mi culpa que seas tan despistada— le contestó Edward con una sonrisa pícara.
¿Qué?
—¿Por qué no me dejaste pasar ayer? Se supone que no existo para ti ¿no es así? Tuve que pasar un momento muy incómodo con Tyler.
Edward miró sobre el hombro de Bella en mi dirección con una sonrisa de lado.
—Ah no, esa es culpa de Louv, no mía —dijo riendo.
Salí de detrás del auto apenada.
—¿De Louvel? —Bella se giró hacia mí.
—Sí —contestó Edward simple—. Louv lo rechazó y le dijo que fuera a por ti —dijo riendo mientras Bella lo miraba, le lancé una mirada de muerte.
—¿Lo siento? —Dije encogiéndome de hombros.
Ella tomó las llaves y pasó por mi lado sin mirarme.
—¡Wow! ¿Qué le hiciste?— Preguntó Edward recostándose en el carro.
—Te va a sorprender pero nada —dije viendo como se iba.
—¿En serio finges que no existe? —Dije mirándolo divertida.
—No fingo que no exista, sin no no le hablaría —me dijo simple.
—¿Sin buena suerte con las chicas?
Se puso serio y rígido.
—¿Por qué sigo hablando contigo? —Dijo molesto
—¿Porque te caigo bien? —intenté adivinar.
—No, eres una tonta, no te juntes conmigo —dijo, eso me disgustó, no saben cuánto.
Arrugue la nariz y me di la vuelta, empezando a caminar.
—No, Louv, espera.
—¿Sí? —Dije volteando haciendo una sonrisa falsa.
—Eso fue grosero, perdón.
Fruncí en ceño en confusión.
—No digo que no sea cierto pero fue descortés —dijo caminando a mi lado a lo que lo miré y me reí.
—¿Tienes algún trastorno de personalidad múltiple o algo? —seguí caminando sin mirarlo.
—Te iba a preguntar algo —dijo cambiando el tema
—¿Qué cosa? —Dije caminando a su lado, él iba a hablar pero lo interrumpí.
—¿Te das cuenta que tú me buscaste ¿verdad? No quiero que luego me reclames que me junto contigo —le condicioné
—Déjame hablar. El sábado, tú sabes, la noche del baile.
Lo volteé a ver con una mala cara.
—Descuida, ya sé que no irás al baile, y déjame terminar —Asentí—. ¿En serio tienes que ir a cenar con tus padres?
—No, no en realidad.
¿Por qué le decía la verdad?
—¿Qué harás entonces? —una sonrisa con una diversión traviesa se formaba en sus labios.
—¿Me estás invitando a salir? —Le pregunté incrédula y riendo.
—Sólo digo que yo sí tengo un restaurante riquísimo que mostrate —me volteó a ver.
—A ver, a ver, Edward —estaba aclarando mi mente.
—¿Qué?—Preguntó.
—Ayer me dices que no te me acerque ¿Y hoy me invitas a cenar?
—Bueno, ayer aclaré mi mente y, ya no me quiero alejar de ti.
Fruncí el ceño.
—Pero no digo que haya dejado de ser peligroso.
—Como digas.
—¿Entonces qué me dices? ¿Vas o no? —Dijo parando de caminar para verme a la cara.
—No lo sé…
—¿Por qué no?
—Bueno, me has rechazado todos estos días y luego me invitas a salir, no sé que tan confiable seas.
—¡Vamos! Seremos sólo tú yo, y podremos aclarar las cosas.
Lo pensé por un momento, la luna llena me ponía en riesgo y más si estaba cerca del extraño olor de los Cullen pero no creí que puediera pasar algo.
—Está bien Ed —dije empezando a caminar para mi siguiente clase.
—Pero de verdad deberías alejarte de mí —susurró para caminar en la dirección opuesta a

Chicas, perdonen si se ve algo desordenado es que wattpad lo ordena así, cuando esté terminado el libro saldrá en PDF donde se verá mucho mejor entonces avísenme si lo quieren.

MITOS (Edward Cullen y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora