Capítulo 1

7 1 0
                                    

Deacon abrió los ojos y no lloró, lo que fue bastante inquietante. Hades estuvo apunto de matarlo pero cuando este le miro , en sus pupilas solo veía a Kira y no pudo hacer nada. Viendo que corría peligro lo tomo como su hijo propio. Mientras iba creciendo veía en él su nariz chata y pequeña, sus ojos lilas con destellos dorados y su melena albina. Veía su rebeldía y su valentía. Pero algo faltaba en él, no veía su ternura ni esa forma de sonreír, y no podía culparlo por ello. Su padre era un alma desgraciada que no merecía la pena ni nombrar y había muerto como debía hacerlo, mientras que su madre había muerto haciendo lo que más deseaba , crear vida. El era su única familia, ,pensó, y en cierto modo, debía hacer que esa pérdida valiera la pena de alguna manera.

Iba pasando el tiempo, iba creciendo y adquiriendo fuerza entrenandose con Hades, poco a poco empezaba a necesitar más conocimiento de su pasado y Hades lo sació sin mencionarle su origen, para protegerlo. Aunque lo intentó, Hades no pudo mostrarle ningún cariño, ya que en él veía sus peores y mejores recuerdos, aunque tampoco el niño parecía necesitarlo. Desde muy pequeño, fue independiente y no lo vió llorar ni una sola vez. Más tarde empezaron a nacerle las alas y Hades dijo que él se las había dado.

De alguna manera , le recordaba también a él, aunque, por mucho que dijeran, en ocasiones, Hades sentía demasiado. Había sufrido por la muerte de su amiga, había sentido el rechazo de sus hermanos pequeños en la repartición del mundo y aunque le encantaba ser temido y tan respetado por mortales y dioses ,muy en el fondo, se sentía solo.

Deacon nunca mostró ningún tipo de emoción o sentimiento más allá del respeto, la lealtad y la admiración hacia Hades. En ocasiones se preguntaba si tenía corazón o si la sangre corría por sus venas. Aun así, poco a poco, sintió orgullo por él y su dedicación a cualquier cosa que hacía. Cuando cumplió dieciocho años, solo recibió un apretón en el hombro y un dia de descanso. Una de las cosas que más inculcó Hades en el fue el ocultar sus sentimientos, ya que estos te hacían vulnerable, y para que le entendiera mejor se tapó la cara con un pañuelo dejando al descubierto sólo sus ojos. Deacon le miraba atento y Hades le regaló una máscara negra de buena calidad que se acostumbró a llevar hasta durmiendo.

Después de algunos siglos en los cuales Hades iba y venía con sus amantes variadas, algo cambió en el. Se pasaba el dia encerrado en una gran habitación de puertas doradas y no dejaba pasar a nadie. Un dia, Hermes vino a visitarlo y tras una larga charla, por primera vez, Deacon sintió miedo de la furia de Hades. Este lo derribaba todo a su paso y exclamaba toda clase de barbaridades sin sentido.

Tras la casi huida de Hermes, Hades llamó a Deacon desde el interior de la habitación y cuando este entró por fin pudo descubrir el contenido de la habitación. Era una especie de lago lleno de neblina que mostraba imágenes en tiempo real de los mortales. Una chica parecía discutir echa una furia con otra chica. Esta tenía los ojos verde esmeralda y brillantes, surcados de pestañas negras kilométricas y rizadas. Su ceño estaba fruncido hasta tal punto que en el centro de su frente se formaba una arruga muy familiar para Deacon. Sus labios eran carnosos y estaban contraídos de tal forma , mostrando sus blancos dientes, que parecía que en cualquier momento se lanzaría a morder la yugular de su contrincante. Una larga melena rizada de color fuego y muy despeinada se desparramaba por sus hombros y sus caderas y su tez bronceada estaba surcada de pecas.

Aunque no podían oír la conversación, la otra persona seguramente era su amiga o algo parecido ,debido a la cercanía, y , a juzgar por la expresión de sus caras, parecía una gran disputa. Pero esa expresión le era tan familiar que pudo verlo todo con claridad al poco tiempo.

-¿Su hija, señor?- preguntó con ironía mientras se echaba el pelo hacia atrás recuperando el oxígeno después del entrenamiento.

-¿Tan notables es?- Respondió en el mismo modo el Dios mientras se frotaba la cara frustrado entre las manos.

MestizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora