🌸;One- shots HimeSane;🌸

🌸; cuatro ;🌸

🌸 Sanemi ama ponerse en secreto el haori de Gyomei.

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Sanemi miraba con curiosidad el haori verde con detalles blancos extendido frente a él.
Lo observaba con detenimiento y tanto cuidado, que por un momento pensó en probarselo. ¿Cómo se le vería?
Tantos escenarios pasaron por su mente mientras sus mejillas se pintaban de un tono rosado, todo esto sin apartar la vista del enorme haori de su pareja.

– A la mierda – dijo para después tomar la gran prenda de ropa. Iba a probarselo, quizás.

No iba a negar que al principio se sintió tonto. No entendía el por qué su necesidad de ponérselo  unos minutos atrás si no era la gran cosa, pero algo dentro de él amaba la sensación del momento. De alguna manera se sentía seguro.

Cerró los ojos mientras se abrazaba y al mismo tiempo la tela del haori, suspiró un poco antes de apretar su agarre. El sentimiento que lo empezaba a envolver lentamente y le relajaba era penoso de describir para el pilar del viento, no sabía que haría si el dueño lo llegara a encontrar de aquella manera y sobretodo en aquel escenario. Pero de todos modos, se sentía tan genial que no le daba relevancia a eso.

Desde aquel momento, Shinazuwaga Sanemi, Pilar del viento. Descubrió lo embraguiador que era la sensación de vestir aquel pedazo de tela, que podría ser un simple y común haori pero para él se había convertido en su nuevo lugar seguro.

Aquel hecho habría quedado en secreto total de no ser porque el pequeño hermano del albino llegó justo cuando Sanemi ya estaba dormido en el suelo.
Quedó envuelto en la prenda y en una posición que fácilmente podría ser interpretada como una pose "tierna" o "adorable".
Genya sólo sonrió levemente al ver la escena y volvió a salir de la habitación tratando de hacer el mínimo ruido posible. Gyomei tendría que esperar para tener su haori de regreso.

Claramente el pilar jamás llegó a enterarse que su secreto al final de todo no era tan secreto, aunque solo había quedado entre su hermano y su pareja, cosa que le permitió seguir haciéndolo cada que tenía la más mínima oportunidad.