4. El plan mortífero

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El domingo llegaba, y con ello, se cumplía una semana allí. Sin duda, el domingo era de los días que más esperaban los dieciséis inmunes. La fiesta los tenía con bastantes expectativas a todos, tenía toda la pinta de ser un evento completamente deslumbrante, a juzgar por las decoraciones que había puesto la dirección de los laboratorios. Todo indicaba que sería una fiesta de ricos, y para algunos que nunca habían asistido a una, era toda una novedad.

Nada parecía haber cambiado en los últimos días. Los dieciséis se relacionaban mayormente con la misma gente. Todavía no había un vínculo muy íntimo, pero sin duda, un buen clima comenzaba a florecer. Las charlas en las comidas eran un poco más fluidas, y algunos, como Rafa, parecían empezar a dejar el nido y comenzaban a bromear y simpatizar con la mayoría. Por supuesto, no faltaba algún comentario desubicado por parte de Eli, pero ignorarlo parecía ser la mejor forma de quitarle poder.

Nick Martínez parecía la dualidad en persona. Un día era el chico más alegre y activo, y otro, se marginaba del resto, evitando espacios compartidos, y no salía de su habitación. Tantos cambios de emociones tenían confundida a Ariadna, su compañera de habitación, pero nadie había comentado nada al respecto.

A simple vista, Nick era un chico raro. Su personalidad tan cambiante y extravagante lo volvían un centro de atención para todo el mundo. Nunca había pasado desapercibido, ni siquiera en el orfanato que había vivido toda su vida. Siempre fue muy solitario, pero muy agradable. Era independiente, pero a la vez siempre había soñado con tener una familia de la cual depender.

Al ser un centro de atención, también era un blanco fácil. Había sufrido bullying la mayor parte de su vida, tanto en el orfanato como en su instituto. La gente era muy cruel, y cuando se enteraban de que era huérfano, algunos le miraban con pena y otros se burlaban en su cara. Claro que con los años supo sobrellevar las burlas y aprendió a ignorarlas, pero nunca había sido fácil que alguien te recordara que tu familia te abandonó porque no te quería.

Como si fuera poco, todo empeoró cuando se declaró abiertamente gay. Las miradas de pena pasaron a ser de asco, y si antes era un marginado, en ese momento fue un completo rechazado por la sociedad. Incluso, su primera familia de acogida lo echó al enterarse de aquello. Sin embargo, Nick nunca se decantó por esconder su verdadera identidad. Podía ser gay, raro y huérfano, pero jamás sería algo que realmente no era.

Con mucho esfuerzo y fortaleza comenzó a trabajar en bares y no tardó en darse cuenta de que era un excelente DJ. Así, comenzó a tocar por las noches y ahorró todo el dinero para algún día poder salir de la ciudad de El Triunfo. Pero entonces llegó su familia de acogida, y por primera vez, sintió que realmente tenía a alguien. Aquella familia que no lo conocía de nada lo acogió en su casa y lo aceptó tal cual era. Y entonces Nick supo que realmente pertenecía a algo.

Por eso, cuando su pequeña hermana enfermó con aquel terrible virus y se lo traspasó a toda la familia, no dudó en aceptar aquella descabellada propuesta, porque a aquella familia le debía la vida entera.

Aquella mañana, Nick terminó su rutina de entrenamiento en el pequeño gimnasio y tomó un largo trago de su botella de agua. Sus compañeros apenas se estaban levantando, bastante entusiasmados, pero él ya estaba arriba hace rato, con todas las pilas recargadas para el resto del día. Era probablemente el menos emocionado por la fiesta, y es que siempre había sido muy humilde, no le gustaban las cosas de la burguesía, y allí, estaban en una.

—Hostia, pero si está el Nick aquí.

De repente, Hugo apareció por la puerta con su características sonrisa de galán y se acercó a él para darle una palmadita en su hombro. Nick tan sólo amplió su sonrisa y soltó un pequeño suspiro.

infectIVO | OT2020Where stories live. Discover now