CANTO IV

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Y ahí estaban, las lágrimas y sonrisas de una guerra, una amarga victoria si se le podía llamar así a algo tan atroz, mis hermanos heridos, sentimos la muerte, nació cuando la espada de un hermano atravesó el cuerpo de otro, el dolor y tristeza tomaron seriedad en el campo de visión frente a mi donde se postraban aquellos cuerpos a punto de dejarnos para regresar a ser uno mismo con nuestro padre, se volvían polvo ante la mirada de todos los hermanos, nadie lo entendía pero yo sí, sabía que morían, me dolían, pero...

Se siente bien, como cosquillas, calambres por todo el cuerpo, no sabría cómo explicarlo, se meten por las alas y el pecho, por la cabeza y los pies, por donde quiera que te toquen esas pequeñas partecitas de luz se adhieren a ti, pero estas son muy particulares. Cuando un hermano muere las partículas de polvo de luz se juntan y separan rítmicamente, después algunas se van para arriba y otras se adhieren a mi, a nadie más aquí abajo, me atrevo a decir que las otras que se van son para mí padre, en la mayoría de los entes que mueren sus partículas suben y pocas se quedan aquí, así como los de arriba, algunas bajan y me impregno de ellas, me hacen más fuerte a decir verdad, pero al mismo tiempo descubro el lado oscuro de este poder, no concibo tal aberración, debo comprender que no puedo andar gastando mi energía para no tener que recurrir a esto, no puedo andar necesitando energía.

Juntos construimos un nuevo paraíso, más austero para ser sincero, no tenía tantos lujos pero era cómodo, nos adentramos ahí, nos recuperamos, no pudimos seguir llamándolo paraíso, lo volvimos más nuestro, lo decidimos llamar hogar. Hicimos varios planetas y mandamos a los humanos a conquistar cada uno de ellos, eran tan eficaces, creabamos seres que pensábamos que no podían destruirlos pero lo lograban, cada vez nos sorprendían más, parecía que los humanos no tenían límites.

Ya se había ocultado el tercer sol y tardarían algunos ciclos para que saliera el cuarto sol, la penumbra abrazaba con todo al rededor, muy sigilosos avanzaban lo que para nosotros eran unos invasores desconocidos, muy tarde cuenta nos dimos, y ya estaban muy dentro de nuestro territorio, ya los había visto antes, esos seres tan escamosos y de esmeralda visten, con amarillentos ojos, fríos y calculadores, arrogantes avanzaban sin que alguien los detuviera, sólo una raza era digna de tal hazaña, una que si estaba al nivel, los Urmah, Fueron convocados de inmediato.

-a sus órdenes señor- dijo apresuradamente Ashtar Sheeran líder de los Urmah, asenté antes de que llegara a mi, movió unas antenas que tenía detrás de la cabeza al mismo tiempo que se le erizaban los pelos de todo el cuerpo, desde nuestra pocision vimos como todo su ejercito comenzaban a cazar a estos seres que un no conocíamos, los despedazaban, eran más rápidos, no les tenían piedad, corrían por todos lados, todo estaba manchado de sangre, de verdad podrías ver que los seres de la tercera dimensión son bastante violentos.

EL CANTO DE LOS DIOSESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora