Reprimida

Grata sorpresa

El desayuno familiar no era algo común, siempre había un tema que resaltar, o a alguien a quien presionar.

Mi padre, Valter Howtler se encontraba en la cabecera de la mesa, mi madrastra al otro extremo, y mi hermano y mi hermanastra frente a mí, del lado derecho de la mesa.

Los nervios me carcomían, mi padre no traía buena cara, y nos daba miradas asesinas a mi hermano y a mí.

Interiormente tenia un ataque de ansiedad, hoy era sábado y aun no me llamaban para confirmar el viaje a New York, según tenía entendido, las modelos ya para el lunes tenían que estar en la ciudad.

—Volton — llamó a mi hermano, quien apretó sus puños sobre la mesa.

—¿Si? padre.

—¿Te crié para que fueras un inútil? —Le pregunto Valter mirándolo con odio. La mirada de mi hermano se encontró con la mía.

—Padre, ¿Digame que más podría hacer? Ellos simplemente no quisieron invertir en la empresa. Tampoco quería lucir necesitado.

—¿Lucir necesitado? En qué demonios piensas Volton. No eres más que un malagradecido  — Se levantó de la mesa y me miró.

—¿Y tu? Tan inútil como tu hermano, ¿viajaras a New York?

—Aún no me confirman — Le dije bajando la mirada a mi comida.

Maldito Jaden que no se deja persuadir.

—¡Aun no te confirman! ¿Sabes qué Volton? Tu hermana pagara las consecuencias, aparte de que se merece su castigo. Por inútil.

El corazón se me disparó, Volton se levanto de la mesa tensando su mandíbula.

—No la puedes marcar, Padre, yo hoy tengo una reunión con otros inversionistas. Es cuestión de tiempo — se apresuró a decir nervioso, pero Valter ya me miraba con ira.

Odiaba cuando pasaba eso. Se acerco a mi, levantándome de la mesa por el pelo. No me resistí, y aguantando el dolor me levante de la mesa.

—Papá sueltala — le exigió.

—No te metas Volton — Le dije, negando rápidamente. Ya mi padre no podía lastimarme.

—Y si la aceptan en New York. ¿Y luego esta marcada por tus golpes?

Note como las manos mi hermano temblaban.

Sentí el agarre de Valter suavizarse, para luego soltarme. Volton se apresuro a mi, e intento envolverme en un abrazo pero lo aparte, empujándolo.

Salí del comedor, escaleras arriba para luego entrar en mi habitación. Trate de pensar con claridad. Llamar a Jaden no era un opción, ni mucho menos llamar a su padre, o a la señora Brea.

Me senté en uno de los sofas, de la mini sala que adornaba la alcoba.

Mi celular repicó, y sin dudarlo corrí hasta el viendo la pantalla. Sr:James Whateen.

Respire profundo antes de contestar.

—¿Bueno?

—Buenos días, Mackenzie. ¿Estas lista para viajar a New York?

Sonreí ampliamente ¡Gracias al cielo!

—Naturalmente — solte una risilla — ¿A que hora tengo que estar en el aeropuerto?

—Oh, sobre eso, no viajaras con las demás modelos, me gustaría invitarte a viajar con nosotros en nuestro Jet privado.

—Por supuesto señor James, yo encantada.