Dejé mi cuerpo caer de la cornisa del edificio, para hundirme directamente en el vasto océano. Un espacio infinito, donde podía moverme como si hubiera nacido para ello. Me impulsé con una de las columnas de aquel destrozado edificio, y comencé a bucear para cazar alguna presa. Las corrientes de agua fluían con mi cuerpo, de manera que mi velocidad aumentaba en gran medida. Cuando quise darme cuenta ya sostenía un pescado entre mis dedos. Satisfecha con mi presa, me propulsé con aquella viga de metal que sobresalía del edificio hacia la superficie. Salí disparada del agua con tanta fuerza que pude dar un pequeño giro de espaldas, imitando aquellos animales que se extinguieron tantos siglos atrás. Según pude ver en un extraño libro, se llamaban ballenas. En la actualidad lo más parecido eran aquellas gigantescas criaturas mecánicas que vigilaban las profundidades, y que alguna vez pude ver en mi infancia. Nadé con calma hasta la cornisa, y me estiré sobre el tejado. Lancé el pescado a la bolsa de capturas, que se encontraba bastante vacía. Respiré hondo, con calma. El calor golpeaba con fuerza mi morena piel, y el tenue viento danzaba junto a mi blanco cabello. Tras unos minutos de descanso en los que casi me quedé dormida, me levanté rápidamente para volver a lanzarme al agua, esta vez para encontrarme con mi familia. Como muchas otras personas -según me habían contado ellos- vivíamos en un edificio semi-hundido en mitad del océano. Yo nunca había visto aquello que ellos llamaban ''tierra firme''. En sus historias aparecían grandes extensiones de eso llamado tierra, donde antiguamente la gente habitaba. También existía algo llamado árboles, que era algo así como las algas que podía ver bajo el agua, pero mucho más grandes y robustas. Se supone que es lo que provee de oxígeno al planeta. Desde mi tierna infancia, mi sueño siempre había sido descubrir el mundo más allá de aquellos edificios hundidos sobre los que nos movíamos. Quizá podría alcanzar hasta el cielo.
Tras un rato nadando llegué hasta mi grupo, donde el jefe se encontraba pescando en una cornisa. Al verme giró la cara decepcionado, como de costumbre.
- Luciella, ¿Cuántas veces tengo que decirte que no vayas a pescar sin una barca? Las bestias podrían devorarte si vas bajo el agua. -dijo el abuelo algo enfadado. Por bestia se refería a los animales mecánicos que habitaban los océanos. La vida animal se redujo muchísimo con el paso del tiempo, y el ser humano encontró otras alternativas para explorar los recursos marítimos. La pega es que esas bestias mecánicas no distinguían entre recursos y personas, así que nada podía pararlos una vez te fijaban como objetivo.
- Venga, ya sabes lo rápido que nado. Seguro que podría partir por la mitad a una bestia de esas de un puñetazo -dije sonriendo.
- La fuerza física se reduce a la mitad bajo el agua. Ya deberías saberlo.
Ningún pez picaba al anzuelo de su caña. Creo que nunca había visto que ninguno lo hiciera. Decidí no seguir la discusión -básicamente porque yo aprendí a controlar mi cuerpo a la perfección bajo el agua, y sería una victoria- y fui directamente a una de las habitaciones. La población que vivía en el océano había aprendido con los años a hacer habitables los interiores de los edificios hundidos. Llegué a mi habitación, y me tiré directamente en la cama. Encendí mi lámpara solar -almacenaba energía con la luz del sol, para poder usarla dentro del edificio- y cogí mi antiguo libro de historia. Me lo había leído muchas veces desde niña, siempre intentando comprender la historia que había dejado al mundo desolado.
Según el libro mil años atrás, en el año 20XX, se descubrió una nueve fuente de energía. El Nagare. La humanidad comenzó a hacer miles de pruebas, y en el momento que descubrieron que no era peligroso, comenzó su explotación. Lo usaron como combustible, como materia para crear cosas. Principalmente armas. La sociedad y tecnología avanzaron mucho a partir del gran descubrimiento. Pero poco a poco la tensión entre países aumentó, hasta el punto que estalló una guerra mundial en el año 25XX. El mundo ya había tenido varias como esas, pero aquella fue la más grande y destructiva de todas. Al parecer un país llamado Japón ganó la guerra, y unificó a gran cantidad de países bajo una sola bandera. A partir de ese momento nació Chikyu, el gran país. Por lo que decía el libro, Chikyu seguía manteniendo muchas tradiciones históricas del antiguo Japón. Tradiciones como la robótica, o la cultura. En otro libro histórico, pude ver algunos dibujos de armas que se usaban para la batalla. Grandes pájaros de acero eran llamados aviones de combate. Una vez pude ver uno bajo el agua, seguramente destrozado tras alguna batalla. También se usaban los llamados Robots de batalla, que eran una especie de humanos gigantes mecánicos. Siempre sentí mucha curiosidad por esas cosas.
No recordé quedarme dormida, pero mi cuerpo se sentía muy renovado. Al subir a la superficie de nuevo pude ver a los niños jugar con una pelota, y a los adultos preparando la cena. Me gustaría probar algo que no fuera pescado, o los pájaros que conseguíamos cazar.
- Luciella, ¿Quieres jugar con nosotros? -preguntó uno de los niños. Se les veía muy felices.
- En otro momento, ahora no me encuentro muy bien. -bajaron la mirada de manera triste- Os prometo que mañana jugaremos a muchas cosas, ¿vale?
Todos asintieron a la vez, y volvieron a jugar juntos. No tenía nada de hambre, así que decidí ir a una de las barcas para navegar y perderme un rato. La suave marea balanceaba la barca dando una sensación muy agradable. Me percaté que en la barca había una vieja radio solar, así que la encendí esperando escuchar algo. Aunque pocas veces pasaba. Comencé a preguntarme cómo sería mi destino cuando cumpliese los dieciocho años, pues a partir de ahí los habitantes comenzaban a reunirse con otras comunidades. Supuestamente, para intercambiar productos que venían de tierra. Productos como comida, piezas de reparación, y cosas varias. Quizá me embarcaría en una misión para ir a recoger suministros a tierra firme, o conocer gente de otras comunidades. Rara vez recibíamos visita, ya que la nuestra era bastante pequeña. Me estiré en la barca para contemplar el cielo, que se estaba tiñendo de rojo, al igual que el sol. Pronto caería la noche.
- Jo---nya uno. A-rel al habla. -la radio comenzó a emitir un sonido. Me incorporé sobresaltada, pues era un evento inusual. Levanté la radio un poco, deseando que captase algo más.
- ¿Queréis llegar al cielo pero tenéis miedo de morir? -dijo la voz de un chico.
No entendí muy bien el mensaje, pero algo llamó mi atención. En el horizonte, unas extrañas siluetas volaban sobre el mar. Tenían un tamaño demasiado grande para ser pájaros. Justo debajo, unas extrañas luces comenzaron a brillar. Tal vez fue mi imaginación, pero noté como alguien chillaba desesperadamente. Unos segundos después, como si el tiempo se hubiese detenido, tenía a aquellas enormes bestias llamadas Aviones de combate justo encima de mí. Un parpadeo después, mi comunidad estaba saltando por los aires en una gran explosión de fuego.
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re:Creation
Science FictionLu, una chica que ha crecido en medio del océano debe explorar un mundo devastado por una guerra futurista para descubrir los secretos de su pasado. La acompañará Jorel, el soldado culpable de haber masacrado a la familia de Lu.