Parecía que el mar estaba enfurecido. Las olas agitaban salvajemente el barco, y costaba mantenerse de pie. La chica de los ojos rasgados se acercó a mí y me dio las ropas que se quedaron en mi pequeña embarcación. Me vestí detrás de unas cajas -su simple presencia me hacía sentir nerviosa- y me dirigí al borde del barco. Parecía que en el horizonte se estaba librando una batalla. Inspeccioné rápidamente el lugar en el que me encontraba, tan disimuladamente como pudiera. No quería repetir la experiencia que sufrí horas atrás. Mi cuerpo estaba bastante tenso, listo para saltar por la borda si intentaban atacarme de nuevo. Cerca del mascarón se encontraban dos personas sentadas, tan inseparables cómo Jorel y su máscara. Me acerqué a la persona más grande, pues me llamó mucho la atención. Su cara tenía partes metálicas, cómo si fuera en parte un robot de combate. Él también me miró con curiosidad, y extendió su mano hasta tocar mi cara. Su brazo también era mecánico, y se sentía frío al tacto. Pero de alguna manera me hacía sentirme a salvo. Su acompañante simplemente se limitó a sonreír de manera apacible. La temperatura comenzó a bajar poco a poco, y mi cuerpo a temblar. Como si me hubiese leído la mente, la chica del cabello morado me cogió de la mano y me llevó al interior de la embarcación. Dentro se encontraban un gran número de personas cantando y festejando alguna cosa. Todos bebían un líquido que salía de unos grandes barriles de metal. No se dieron cuenta de mi presencia, por lo que pude pasar entre ellos sin mucho problema. Kozakura continuaba sosteniendo mi mano, aun cuando nos habíamos alejado del gentío. Me llevó a una especie de sala donde casi no había muebles. El suelo estaba blandito, y en las paredes había árboles dibujados de una forma muy difusa. Ella se sentó en el suelo, pero sobre sus rodillas. Me invitó a hacer lo mismo, aunque me caía constantemente. Cuando conseguí sentarme sobre mis rodillas noté como comenzaban a picar, pues se me estaban durmiendo las piernas. Suspiré, esperando que no estuviéramos en esa postura mucho tiempo. Me di cuenta de que detrás de Kozakura, descansaba una katana parecida a la de Jorel. Aunque esta era bastante más bonita, ya que su vaina tenía un brillo rojizo que recordaba al amanecer sobre el océano.
- Ahora nos traerán un poco de té. -dijo ella, sonriendo.
Solo pude asentir con la cabeza, porque el dolor de mis piernas no me dejaban conjugar ninguna palabra. Pocos segundos después entró una mujer portando una bandeja con dos vasos y un recipiente de metal. Los dejó en el suelo con mucho cuidado y salió de la habitación.
- Me habría encantado poder hacer una ceremonia del té en condiciones, pero me temo que nuestro material a bordo es escaso. Estoy segura de que en otra ocasión podré complacerte. -dijo mientras servía el té en los vasos- Ten cuidado, quema mucho.Al mirar el vaso me encontré un líquido de color verde. Según Jorel, el té helado era lo mejor del mundo, aunque aquel brebaje no estaba frío. Hice de tripas corazón y le di un sorbo al té. Un profundo sabor amargo impactó sobre el fondo de mi lengua, tocando mi garganta. Tosí, para un segundo después volver a caerme en el suelo. Mis piernas no respondían por lo que no pude volver a sentarme. Kozakura se acercó y puso mis pies sobre su regazo. Alargó sus manos y me masajeó las piernas de arriba a abajo. Sus dedos tocaban partes de mis muslos que me causaban tantas cosquillas que tenía que taparme la boca para no reír a carcajadas. No sabía que era tan sensible a esas cosas. Cuando retiró sus manos, me levanté de un salto. Sonrió complacida y también se levantó. Se inclinó hacia mí, e hice lo mismo por si acaso. Aquella chica hacía unas cosas muy raras, aunque de una manera muy bonita y frágil.
- ¡Capitana, llegaremos en unos minutos! -gritó un hombre tras la puerta.
- No hemos podido hablar, pero me lo he pasado muy bien. Escúchame, quiero que te quedes en el barco. Escóndete en uno de los camarotes.
- ¿Y eso por qué? -pregunté confusa.
- Vamos a tomar Bahía Esmeralda de las manos de unos bandidos. Puede ser peligroso. -dijo mientras me guiñaba un ojo.
Salió corriendo hacia la cubierta, mientras yo me quedé en aquella sala, quieta. Un torrente de imágenes comenzaron a inundar mi mente, tan pesadas como las olas de una tormenta. ¿Qué haría Jorel en esta situación? Estaba segura de que él tomaría su katana y le plantaría cara al peligro sin dudar ni un solo instante.Estoy cansada de no poder hacer nada
Seguí los pasos de Kozakura y corrí por todo el barco buscando la salida a cubierta, y el valor para luchar. Cuando salí al exterior un soplo de aire congelado me impactó en la piel. Nos encontrábamos a unos 100 metros de la orilla. En tierra firme, una gran batalla se estaba librando. No paraban de explotar cosas, y hacían un sonido tan fuerte que mis oídos pitaban. Vi a la capitana navegar en lanchas junto a sus hombres. El hombre metálico y su compañera lanzaban ánimos desde el barco. Sin dudarlo ni un segundo cogí carrerilla y salté por la borda. El agua estaba helada, y dolía al contacto con mi piel. Abrí mis ojos y noté mi caliente sangre fluir por mis venas. Visualicé el nagare de la misma manera, dirigiendo esa sensación a mis pies. La imagen de Kozakura jugando con mis piernas me asaltó. Di un gran impulso bajo el agua, y salí disparada como un torpedo. Casi no había profundidad en aquel tramo, por lo que estuve a nada de chocarme contra el suelo. Sentí una corriente de agua pasando por mi espalda y la aproveché para salir disparada hacia arriba. Un instante después tenía la playa debajo de mí. Similar a cuando destruí aquella bestia mecánica con Jorel, pero esta vez con mucha más altura y con un poco más de control sobre mí misma. Para mi sorpresa, no me desmayé como la última vez. Cómo si el tiempo se detuviera en aquel instante, me encontré suspendida en el aire, mirando las grandes máquinas que se encontraban en tierra firme. Los hombres de Kozakura entraban a la playa armados, mientras ella les dirigía desde atrás. Las máquinas dispararon su artillería sobre mí. Las balas caían por el cielo como estrellas fugaces, imparables. Si no hacía nada me matarían, junto a Kozakura, que se encontraba debajo de mí. La energía en las palmas de mis manos las desvió con un una explosión de agua salida de la nada. Mi cuerpo recibió el retroceso haciéndome salir disparada contra el suelo. Los pájaros, que se encontraban inmóviles alzaron su vuelo hacia mí, cómo si fueran a comerme. Cuando creí que llegaría a caer, apareció de la nada cómo si él fuese el mismo viento. Sus brazos agarraron mi pequeño cuerpo, haciéndome sentir la persona más segura del océano. El dorado atardecer de sus ojos se cruzaron con el celeste amanecer de los míos. Sonreí, sabiendo que el miedo de estar sola se acababa ahí.
- Sienta bien estar cerca de ti. -dije mientras apoyaba mi cabeza en su pecho.
- Perdóname, no quería tardar tanto. -respondió Jorel antes de caer sobre el suelo, asegurándose de que mi cuerpo no recibía ningún tipo de daño.Me ayudó a incorporarme, y dirigió su mirada a través de la máscara contra los enemigos que quedaban. Me hizo una seña, y los dos corrimos hacia la batalla.
Continuará...
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re:Creation
Science FictionLu, una chica que ha crecido en medio del océano debe explorar un mundo devastado por una guerra futurista para descubrir los secretos de su pasado. La acompañará Jorel, el soldado culpable de haber masacrado a la familia de Lu.