Capítulo 2

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Bajo el tímido haz de luz que las farolas proyectan sobre la fina hierba, la silueta de un chico tumbado en el suelo es lo que mis ojos observan misteriosamente. El pulso comienza a acelerarse dentro de mí. ¿Está vivo? Es la primera pregunta que me hago para mis adentros. El sube y baja de su pecho me da la respuesta. Ahora me fijo en sus ojos, entreabiertos, que miran directamente al cielo estrellado. ¿Qué hace aquí tirado a las dos y media de la mañana? Dejo de preguntarme y aventuro a averiguarlo.

-¿Se puede saber qué haces ahí tirado?- le digo, fijándome todavía en las dos esferas que tiene a cada lado de la nariz. El corazón se me sale del pecho.

-Oh, no sabía que estabas ahí. Perdona, ¿te molesto?- responde él con la voz más dulce que había escuchado en toda la noche.

De pronto, ese cuerpo inmóvil y con una voz angelical se levanta del húmedo césped con una sonrisa muy poco normal para lo borde que he sido con él. No sé si es por lo que me ha hecho Diego esta noche, o por las copas de más que llevo encima, pero verlo levantarse y mirarme con esos ojos marrones que se adentran en mi sentido, esa melena castaña despeinada que suavemente con la mano izquierda se intenta peinar sin mucho éxito, hacen que la sudoración de lo que hasta hace tres minutos eran mis gélidas manos empiece a funcionar, humedeciéndolas por completo.

-Me encanta ver las estrellas por la noche. Mi madre me solía llevar a este lugar cuando era pequeño- me dice, acercándose al lugar donde estaba sentada.-Se te ve deprimida, ¿te pasa algo?

¿Cómo ha podido adivinarlo? ¿Tan mala cara tengo? Creía que algún día podría ser actriz, pero después de esto, voy a tener que cambiar de ambición.

-El cabrón de mi novio, bueno, ya mi ex, me ha jodido la noche- Respondo, y al recordar lo ocurrido mis ojos vuelven a humedecerse.

-No es fácil olvidar esas cosas. ¿Sabes?, hace poco me ocurrió lo mismo con mi pareja, pero pude superarlo. Tengo una técnica infalible.

-¿A sí? Me encantaría saber cuál es. Necesito olvidarlo cuanto antes.

Su manera de hablar me transmite mucha confianza. No me fio mucho, podría estar borracho. Además, si realmente estuviese sobrio, ¿Qué haría hablando aquí conmigo? ¿Y a estas horas? Sinceramente me importa bien poco, necesito olvidarme de Diego, y si él tiene la solución, bendito sea.

-¿Te parece?- pregunta.

-Perdona, estaba en mi mundo.

-Decía que si quieres, puedo llevarte a tomar un café a un pub que han abierto hace poco en aquella esquina, se te quitará un poco la borrachera y podríamos pasárnoslo bastante bien y, más tarde, si te apetece, podría llevarte a tu casa, tengo coche y no he bebido, tranquila.

Me tranquiliza saber que no lleva alcohol en su cuerpo, hace que me sienta más segura estando con él, y eso me encanta. Aunque lo lleve conociendo desde hace menos de cinco minutos, ya me ha sacado varias sonrisas, y lo mejor de todo... ha hecho que me olvide de ese cabrón. Puede que lo único que quiera es aprovecharse de una tonta a la que le acaban de poner los cuernos, o simplemente tiene ganas de ayudarme...pero quiera lo que quiera, tengo el presentimiento de que no lo puedo dejar escapar. "No juzgues a nadie sin antes conocerlo". Esa frase es la que me hace tomar la decisión.

-¿A qué estamos esperando?


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