parte cinco

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Hay oportunidades cortas que se te dan. La felicidad la vives en cada segundo, en cada sonrisa. El amor es una fuerza increíble: te protege, te destruye, te calma, te enloquece, te mantiene y luego... simplemente se queda para siempre en ti.

   —No estoy segura de querer seguir sin ti.

   —No digas eso. Estoy segura que te quedan muchos años y no sabes lo feliz que seré en el momento que tengas el cabello más blanco que estas sabanas y tu hijx te diga que tendrás un par de nietos gemelos y tú sonreirás y sentirás que ha llegado el momento de reunirnos de nuevo. Lo he visto.

   —Yo quería compartir eso contigo, Juls.

   —Yo estaré contigo todo el tiempo, cuidándote y lo sentirás. Me sentirás

Valentina la miró sin saber qué más hacer. Su interior era una tormenta, miles de palabras, de besos y de momentos revoloteaban en su mente.

Era Juliana, la persona que más había amado, la persona que le ayudó de manera increíble a superar los miedos, el luto de su padre, la apoyo cuando creía que no podía más y las limitaciones que antes tenía en su mundo; la persona con la que soñó en algún momento que podía formar una familia, que podían viajar a cientos de lugares, quien le iba a escribir un libro una vez hubieran vivido eso y más.

Buscó dentro del bolsillo de su pantalón mientras sacaba el anillo desde su interior.

Siempre lo llevaba con ella a donde fuera. Le hacía sentir
cercana a la promesa que había querido hacerle a la morena y que no había tenido la oportunidad de hacerlo

   —Te amo, Juliana Valdés. Te amé desde que hiciste que mi mundo estuviera en paz, desde que me temblaron las piernas. Amé cada pieza de ti; tu mente era un lugar tan grande que a
veces me sorprendía hasta dónde podías llevarme. Tu enorme corazón, me hizo ver toda la humanidad que hay en ti. Fuiste, eres y serás el amor de mi vida. Quiero llevarte siempre en mi. Esta es una promesa de mi amor, que siempre te pertenecerá.

El pequeño diamante del anillo
deslumbró en la habitación con la tenue luz de la Luna.

Las dos chicas en la habitación permanecieron en silencio mientras no apartaban sus miradas.

De repente sus sonrisas afloraron en sus labios.

   —Me hiciste muy feliz, Val.

Valentina tomó la mano de Juliana mientras ponía el anillo en su dedo anular. Las lágrimas ahora de felicidad, cubrían el rostro de la rubia.

No se necesitaron más palabras aquella noche. Las dos chicas se dedicaron miradas entre si mientras mantenían sus manos unidas, de vez en cuando se daban sonrisas recordando todo lo que habían pasado, desde sus escapadas a la casa de valles, hasta las tardes que pasaban juntas en la habitación de Juliana donde Valentina le leía un libro a Juliana y le hacía piojito hasta que se dormía.

Hubo un momento en que los sucesos de la noche y la paz recién descubierta obligaron a Valentina a cerrar los ojos mientras se sumía en el sueño.

Juliana miró en su mano el
pequeño anillo.

   —Te amo. —hubo un pequeño susurro de parte de Valentina.





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Valentina se encontraba bebiendo mezcal en la banca de uno de los parques, en su corazón llevaba el peso del luto. Se había vuelto un desastre y lloró más al pensar en que en donde sea que estuviera, su padre tenía la posibilidad de verla en ese estado, ya que si lo hacía él estaría decepcionado.

Juliana caminaba ajena a ella y su tristeza, por el parque, fue cuando la vio, la chica linda que discutía con su novio el patán.

Dudó en si acercarse o no, más que nada porque tenía nervios pero un impulso le ganó y se sentó a su lado.

   —¿Estás bien? —Pero la chica no respondió, —¿Necesitas algo?

   —Estar sola, necesito estar sola.

Su interés en la chica era genuino, quería ayudarla así fuera una completa desconocida pero no podía hacer nada si ella no quería su ayuda.

   —Es que como ya te había visto que te estabas peleando con tu novio eso... Pero sí tienes razón.

Fue cuando Valentina reaccionó, se sentía sola, que nadie la escuchaba, que no importaba si ella desapareciera de la faz de la tierra, y a una desconocida que venía con la intención de escucharla la había ahuyentado y había sido descortés con ella.

   —Wey, perdón.

Juliana volvió hacía ella, y se sentó de nuevo a su lado, siempre se preguntaban que hubiera pasado si a Juliana le hubieran ganado los nervios o si Valentina la hubiese dejado ir. Les gustaba pensar que de alguna manera o otra se habrían encontrado.

Así como el accidente de Juliana que acabó con su vida, no se podía huir del destino.

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A la mañana siguiente cuando Valentina despertó no vio a Juliana a su lado, su mente aun dando vueltas no le permitía pensar con claridad.

Se quedó un rato tendida en la cama mientras observaba el techo blanco. Pasaron
aproximadamente tres horas hasta que Valentina se levantó despacio de su cama mientras cogía una pequeña maleta del fondo del armario y metía toda
su ropa en ella, habían algunas prendas que al final no supo si eran de ella o de Juliana.

Solo se permitió llevarse la ropa y un portarretrato que estaba en la mesa de noche en la que Juliana y ella sonreían a la cámara, Lupe, la madre de Juliana la había tomado, fue el día del primer desfile de modas de Juliana.

Cerró la maleta y rápidamente salió del apartamento sin mirar atrás.









    -ˏˋ i want you to stay ˊˎ- LesbianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora