Capítulo 3. Una noche

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Ya era viernes y esa mañana casi no podía levantarse de la cama, había pasado cada noche de la semana hablando con Rafael hasta altas horas de la madrugada, en algunas ocasiones habían sido conversaciones sin sentido pero agradables en el momento, para poder conocerse o simplemente pasar el rato y en otras ocasiones habían estado tan calientes que no habían podido evitarlo y se habían tocado para el otro. Ambas experiencias eran maravillosas pero tenía que admitir que ella tenía predilección por aquellas noches en las que podía ver la maravillosa erección de Rafael completa y central en la pantalla de su teléfono, era tan deliciosa que a ella se le hacía agua la boca cada vez que tenía la oportunidad de verla y eso no era una exageración.

Claro que verse de esa forma casi todas las noches tenía sus consecuencias y muchas veces estas se presentaban en sus cuerpos que siempre estaban calientes pero el tocarse para el otro, en sus llamadas ya no se sentían satisfechos, con cada noche que pasaba el hambre se acrecentaba de una forma descomunal que hacía ver la realidad del deseo gigantesco que existía en sus seres, en sus almas y la forma desesperada en que deseaban el encuentro del otro, ninguno podía evitarlo. Ella había notado por esas razones que Rafael cada vez hacía más frecuentes y más obvios, los mensajes que mostraban su deseo por que ellos se encontraran nuevamente frente a frente y cada día que pasaba ella estaba más cerca de aceptar cualquiera de sus insinuaciones.

Sin embargo, en cada ocasión que había estado tentada en aceptar sus señales, en lo profundo de su mente algo la había detenido un segundo antes de que el sí saliera de sus labios y estaba totalmente segura de que tenía que ver con la razón de que su corazón cada vez iba más de prisa en los momentos en los que pensaba en Rafael y que había notado que ahora cuando hablaban su estómago se llenaba de mariposas idiotas. No es como si ella lo hiciera a propósito pero todas las razones por las que ella había tenido recelos de intimar con Rafael al inicio, parecía como si se hicieran realidad solo para asustarla y de hecho, estaba funcionando de la mejor y peor manera.

Ella se levantó de la cama cansada como estaba, para dirigirse a la ducha y terminar de despejarse el sueño, salió, se vistió con la ropa que normalmente utilizaba para el trabajo y se dirigió a su carro para poder llegar al trabajo. Se detuvo un segundo para hacer una de las costumbres que había adoptado ahora que siempre hablaba con Rafael, encendió su teléfono y luego de revisar que no tenía ningún mensaje le envió uno.

"En camino al trabajo. Buenos días" ella sonrió para dejar su celular de vuelta en la cartera.

Condujo tranquilamente hasta que al llegar al estacionamiento del edificio donde trabajaba, su celular sonó con la notificación de un nuevo mensaje.

"Buenos días para ti preciosa, yo también voy en camino al trabajo"

"Hablamos luego entonces, que tengas un lindo día" escribió ella bajándose del auto.

"Me gustaría verte en el almuerzo, tal vez puedas decirme ahora el lugar donde trabajas y nos vemos en algún lugar cerca"

Ella sonrió debido a la invitación implícita y a la emoción que recorría su cuerpo, le dio la dirección del lugar en que se encontrarían para la hora del almuerzo y con un interés renovado subió a su oficina. La mañana se hizo realmente larga mientras ella consultaba el reloj cada cinco minutos para estar segura de que no se retrasaba y llegaba a la hora acordada. Cuando después de la eternidad que para ella fueron cuatro horas, era el momento de irse. Se levantó de la silla con una sonrisa mientras sentía que su cuerpo se emocionaba, su pulso se aceleraba y su mente se llenaba de endorfinas, fue caminando al pequeño café que ella le había mencionado a Rafael ya que quedaba a solo dos cuadras y sería más rápido. Al llegar se sentó en una de sus mesas favoritas y esperó por él.

Noches en vela [Completa] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora