Amiga, Novia y Esposa

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Te dedicaría todos los capítulos que nos faltaron por acabar.

Interrogaste a mis pupilas cuando lenta despojabas tu vestido rojo tras la pantalla, una taquicardia arrebató por momentos lo que parecía ser olvidado en pecho de parqué, tan débil y sonoro al pisar.
Despacio, continuabas bajando tus manos con mucha timidez y temblabas, tus manos que recorrían tu cuerpo delgado rumbo a tus caderas, temblaban. Desvistiendo el vestido rojo que te habías puesto para mi, hasta llegar a esa preciosa curva donde te pausaste, y te dije que no tenias que seguir con esta bonita atrocidad, pero tu temblorosa mano continuó bajando por tus piernas.

Era triste ver un cuerpo tan viejo siendo joven.

Quedaste en ropa interior mientras me observabas avergonzada, y la cosa no quedó fría, apretabas los puños y los abrías al tiempo de un resoplido de nerviosismo, seguido de otro.

Levanté aun más mis pestañas, ante tal monumento de papel.

Y, aunque el monstruo te estaba devorando, incluso mas que a mi, no perdías tu maravilloso atractivo y una música salia de tus caderas enredándote en mi, que seguía observándote, mientras liberaba dopamina a toda hostia por mis arterias.

Taquicárdico, me levanté de la cama y agarré de mi camisa sin hacer un gesto mas sincero que el de una tierna mirada de atrevimiento.

Comencé a desabrocharme botones.
Uno tras de otro.
Eramos adolescentes y explorando.
Mis costillas querían salir del plató romántico que teníamos montado cada uno en su habitación formando una misma. Aquí rompía la magia, yo lo sabía .

Podría contarlas si quisiese. Una a una.

Pero estábamos tan imperfectos que rozó la perfección, el momento era apropiado para llantos y decidimos soltamos ñoñerías, me dijo que me quería, con bragas y sujetador blanco y le respondí que yo también la quería, con calzoncillos claros de cuadritos rojos. Una imagen desoladora y asoladora a su vez, tan pequeños y tan grandes.

Y.. Tras una cámara de testigo.

Me casaría contigo.
Una y otra vez te lo repetiría.
Así como lo dicen los jóvenes a su primer amor, solo que esta vez habría que casarnos jóvenes.
Ya que no tendríamos futuro alguno,
que rompiese las expectativas.

Y una cámara fue testigo, la única. De nuestro amor forjado por una guerra química. El amor es miedo, hay que tener respeto y paciencia con el, porque nunca sabes como se va comportar, ya no queda amor. Ya no queda lucha por él.

Y precisamente por eso, porque estábamos hinchados de luchar, decidimos seguir haciéndolo.

Para mi amiga, mi novia, esposa, la que en tiempos difíciles de duras batallas, dió momentos de paz.
Y la que me hizo conquistar el cuaderno que mi psicóloga me recomendó para escribir.

Y anoté. Que una y mil veces, te elegiría a ti. En esta vida o en otra, cuando la muerte venga por mi. Siempre tú.

Descansa en paz, Olivia Bermud. Amiga, novia y esposa.

Eres un MONSTRUODonde viven las historias. Descúbrelo ahora