Capítulo único

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El sonido de la campanilla al abrirse la puerta llamó la atención del comerciante que, hasta ahora, no había quitado sus dedos de las monedas que no dejaba de contar, incluso si terminaba volvía a repetirlo, solo para asegurarse de que el monto fuera correcto. El hombre esbozó una sonrisa, intentaba parecer amable al recibir a sus clientes, pero sus ojos los delataban por completo; solo tenía interés en el dinero que le ofrecían. Entró al local un sujeto con capucha negra con la que lograba ocultar su rostro, con pasos acelerados llegó hasta el escritorio y sobre este lanzó una bolsa de tela, el sonido de las monedas golpear entre sí al chocar con la mesa estremeció al vendedor, parecía ser una buena cifra.

Aquel hombre tomó entre sus manos la bolsa, y sin esperar más quitó la cuerda que le impedía disfrutar de su contenido; relucientes monedas que le daría de comer por todo el mes, no podía contarlas con solo mirar, pero era un pago valioso.

—Quiero a Levi Ackerman. — Pidió su cliente en un tono autoritario, incluso la mirada con la que lo acechaba podía causar escalofríos en cualquiera.

El comerciante soltó un gruñido, el brillo de sus ojos, debido a la exuberante cantidad, ahora desapareció y con ello su falsa amabilidad, su rostro esta vez parecía más impotente, tan solo reflejando el temor de perder esas monedas que tanta emoción le habían causado.

—Él ya no trabaja aquí.– Respondió de mala gana, pero sin soltar en ningún momento algunas de las monedas que había tomado, si tenía que hacerlo, las robaría, pero no sé atrevería a perder esa cantidad, además pudo deducir con que clase de persona estaba tratando.

Nunca se quitó la capucha, era seguro que no quería ser reconocido, creería que se trata de un ladrón, pero la cifra dada le indicaba todo lo contrario. Esa persona no era de por ahí, tendría que vivir en la superficie, rodeado de todas esas personas que vivían entre lujos e ignoraban la situación de la ciudad subterránea, era la única explicación que tenía para derrochar tanto dinero en una prostituta.

–¿Dónde lo puedo encontrar?– Habló con determinación.

Acercó su mano a la bolsa sobre al escritorio con la intención de tomarla, no tenían lo que quería, así que no pagaría. Sin embargo esta le fue arrebatada por el codicioso vendedor, el cual dejó ver una sonrisa con cierta malicia implícita en ella, ahora tendría la oportunidad de cobrarle e incluso de aprovecharse de más de la situación, le había dejado un tablero fácil, sin duda alguna era algún rico de la superficie, no tendría compasión con él.

–Te diré donde se encuentra él, pero tendrás que pagarme, quiero el doble de lo que hay aquí.– Señaló las monedas y después le mostró la palma de su mano, indicándole que dejara ahí su paga.

Tras minutos de silencio en donde su cliente se pensaba si era adecuado confiar en este tipo de personas, finalmente aceptó, le arrojó al escritorio una bolsa más pequeña, pero lo suficiente llena como para complacer al comerciante. No tardó en comprobar su contenido, efectivamente se trataba de una buena cantidad. Sus ojos dejaban sobresalir un brillo, dejando ver esa fascinación que tenía hacia el dinero. Pero el sujeto de la capucha no estaba para contemplar a un miserable sujeto disfrutar de una paga, ahora quería obtener la información comprada.

–¿Dónde está él?– Volvió a insistir y está vez golpeó con fuerza el escritorio, haciendo que el vendedor se llevara un gran susto.

–¿Crees que te lo diría tan fácil?– Esta vez empezó a reír, era un sonido realmembre fastidioso, una especie de tortura, especialmente para el contrario que esperaba por una respuesta.

El Precio De La Libertad |  Eren ˣ Levi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora