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Julia se despertó a la hora de entrada, pero no perdió tiempo alterándose.
Se sentó en su cama y salió de ésta con la tranquilidad de una familia de patos cruzando una carretera.
Eligió la ropa que iba a usar: una camiseta de color azul marino, una calza negra y una campera a rayas. Arrastró el cierre hasta el tope y se dirigió al baño, donde peinó una media cola, y la ató con una colita verde flúo. Se lavó los dientes, para luego ir a la cocina y calentar agua.
Mientras esperaba a que el agua hierva, garabateó en una pequeña libreta. Sus dibujos eran increíbles, pero ella era extremadamente modesta al respecto.

Sonó un pitido proveniente de la caldera. Terminó un boceto y se dirigió a la cocina.
Sirvió el agua en una tetera, y posteriormente abrió una caja con sabores de té. Luego de un rato evaluando si quería té negro o earl grey, se decidió por el segundo. Abrió la bolsa amarilla y colocó el sobrecito en el borde de la tetera.
Se sentó en el sillón del living del pequeño apartamento esperando que las hebras tiñan de negro el agua. Una vez la bebida estuvo lista, la sirvió en la taza y la endulzó, sin esperar a que el azúcar se disuelva.

Luego de beber el té, agarró su mochila y salió de su casa.
Se subió al ascensor y marcó la planta baja. Luego de un par de minutos el elevador llegó a la entrada del edificio.

-Buenos días, Álvaro.-le dijo Julia al portero, un señor panzón con creciente calvicie, alto y voz potente.
-Hola, Julia. Buena suerte en el liceo.
Alvarito le abrió la puerta y ella caminó hacia clases. Ya estaba quince minutos tarde.
Caminaba con las manos en las tiras de su mochila, dando largas y veloces zancadas.
Las cinco cuadras que debía caminar hasta llegar a la institución se le hacían eternas.
Cuando llegó al salón, la profesora de física preguntó a qué se debía la tardanza, a lo que le respondió que el ómnibus había tardado y pidió disculpas. 

krypsoniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora