Fin (Extra)

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Hay pequeñas cosas que JongIn aún conserva, como el lunar en su mandíbula y la eterna monotonía de abril. Hay pequeñas cosas que aún desearía sentir, o tal vez no.

La mansión del Sr. Do se imponía en sus viejos ladrillos con un glamour inexplicable, parecía que todo aquello que pertenecía a la dinastía Do era increíblemente caro, inclusive su nueva mascota, la cuál recibida por miradas curiosas y cuchicheos a sus espaldas por parte del personal. JongIn se atrevió a pensar que aquel enorme guardia de seguridad lo observaba con cierto tinte de lastima en su mirada. En realidad no lo entiende, pero tampoco intenta darle demasiada relevancia.

Un suspiro escapa de sus labios cuando es llevado a su habitación, la misma es pequeña, fría y sus paredes permanecen manchadas a causa de la humedad,  pero  incluso así es mejor que dormir a los pies de la cama del Sr. Do y su esposa. El matrimonio había discutido en la elegante sala de estar en cuanto llegaron a la residencia, ella le había gritado que se olvidara de meter a su "horrible mascota" en la habitación matrimonial mientras que el Sr. Do se reía de sus pobres amenazas. 

El moreno aún recordaba como aquel menudo chico había huido, lejos de su progenitor y de su nueva adquisición, en cuanto el costoso vehículo se detuvo frente a la escalinata de la mansión. No lo culpaba en lo absoluto, en su lugar también hubiera huido.

Quizá el chico sentía asco por él, JongIn lo entendía perfectamente. Él se sentía así las veces que solía soñar con su madre y acababa despertando asqueado consigo mismo. Si tan sólo hubiese sido más inteligente, si la hubiese escuchado... A fin de cuentas el amor lo había dejado en aquella posición, tan increíblemente roto como un cristal que cae contra el duro suelo de mármol de la costosa mansión de cualquier extraño.

[×××]

Las semanas pasaron rápidamente en comparación a sus días con su ex amo, el Sr Wu, su actual amo solía visitarlos dos o tres veces por semana para satisfacer sus necesidades, además de que se le prohibió ser parte de la servidumbre, tenía demasiado tiempo libre y no sabía qué hacer con él cuando se encontraba atrapado en aquellas cuatro paredes. JongIn no se quejaba, al menos comía bien. 

Fue hasta la tercera semana de su segundo mes allí cuando el más joven de la familia Do se presentó en su puerta. JongIn sintió un peso extraño en su pecho y una sonrisa tirando de sus labios. El chico parecía tan nervioso que JongIn creyó se desmayaría de la ternura.

—Te he traído libros, debe ser aburrido estar encerrado todo el día.- El moreno aceptó con cariño los gastados libros que el joven le estaba tendiendo, en su mente sólo se le ocurrió una cosa: quizás era un buen momento para informarle que no sabía leer ni escribir.

KyungSoo pareció espantado con la simple idea de su analfabetismo, se veía algo indignado, JongIn estaba tentado a decirle cuan normal era aquello en la clase baja. Sin embargo, decidió no lastimar los sentimientos del delgado joven frente a él. KyungSoo parecía pensativo cuando intercambio el peso de su cuerpo de una pierna a otra, chasqueo su lengua y rápidamente se ofreció como su maestro particular, no había forma de que JongIn no llorara con tan bonito gesto.

Decir que estudiar era aburrido sería una total farsa, JongIn disfrutaba cada clase con el más joven de los Do. Tenía tiempo aprendiendo el abecedario e incluso KyungSoo le enseñó como escribir sus nombres, le parecía tan interesante. Todo en ese pequeño hombre era interesante, desde su ceño fruncido cuando corregía su torpe lectura hasta su balbuceo constante cuando JongIn decidía acercarse más de la cuenta. KyungSoo era realmente tímido ante el contacto físico y JongIn apostaba lo que fuera a que aún se mantenía virgen.

En ocasiones, mientras escuchaba relatos acerca de la solitaria niñez de Kyung, JongIn se encontraba observando los detalles del rostro del mayor. Sus imperceptibles pecas, aquellos bellos lunares, la forma de corazón de sus bonitos labios  y sus profundos ojos negros. Su pecho dolió, KyungSoo era un ángel y JongIn no se sentía merecedor.

JongIn era un cosa, no importaba cuantas veces Kyung le había intentado decir lo contrario y si había algo que JongIn sabía que debía mantener a como de lugar, como regla implícita, era el no enamorarse. No sentir lo había mantenido a salvo durante muchos años. Wu, quien lo condicionó como una cosa, le había advertido el peligro de enamorarse.

Cuando un objeto se rompe, es reemplazado pet. Lo mismo ocurre con los de tu clase

Y JongIn no podía haberle creído más. ¿Quién le aseguraba que jamas seria reemplazado? Exacto, nadie.

KyungSoo, solía susurrar una voz en su mente.

Porque no lo haría ¿Verdad?

[×××]

Fue una calurosa noche de verano cuando todo cambio para JongIn. No tenía la menor idea de que su amo llegaría temprano a verlo y por supuesto dispuesto. Demasiado dispuesto. JongIn hizo muy bien su trabajo, complació a su amo en cada pequeño capricho y deseo. Sin embargo, algo fue diferente, muy diferente.

No había redondos ojos bañados en cariño, ni una hermosa voz aterciopelada. Solo el jadeo de un hombre pesado sobre su maltratado cuerpo, el chillido de la cama y un enorme nudo en su garganta. Todo se veía tan jodida mente mal que por momento deseó que alguien lo salvara, que su castigo acabara rápido.

Que KyungSoo lo rescatara...

No esperaba que la puerta de su pequeña habitación se abriera de par en par, cuando un muy emocionado KyungSoo entró con un par de revistas en sus manos. El Sr. Do se encontraba vestido y levemente inclinado sobre un desnudo JongIn, besando sus labios en una despedida donde prometía volver.

Una enorme discusión estrelló en la habitación cuando el más pequeño de los Do empujó a su padre lejos del pequeño cuerpo abusado.

El señor Do le exigió a su hijo que se largara, sin embargo la discusión ganó fuerzas y JongIn se vio obligado a detenerla. ¿Qué hacia KyungSoo arriesgándose por él? El Sr. Do jaló su brazo hasta hacerle daño, al punto de arrojarlo al suelo.

—¿Por qué te preocupa tanto éste juguete, KyungSoo?- Exigió el anciano, sujetando por sus cabellos de forma totalmente dolosa a un muy asustado moreno. Pero incluso eso era menos intenso que la mirada gélida del Do más joven.

KyungSoo exigió que lo liberara y su padre se río de él. JongIn sollozo, no cabía en su piel ante tanta vergüenza. ¿Por qué KyungSoo tenía que ser tan diferente con él? ¿Por qué no simplemente lo ignoraba y dejaba de atraparlo? Millones de personas se reían a diario de los desgraciados que acaban en el mercado de las mascotas sexuales. ¿Por qué entonces él tenía que verse tan feroz por su causa, maldición, porque KyungSoo golpeó a su padre por él? ¿Por qué? ¿Por qué un noble lo arriesgaba todo por un simple juguete?

Por supuesto que esa noche KyungSoo hizo lo que su padre consideró una ofensa. Lo tomó en brazos cual princesa en apuros y no paró de correr hasta el enorme garaje, donde lo metió en el asiento de copiloto de un pequeño convertible negro, envuelto en una manta azul sacada de quién sabe donde.

JongIn no supo qué era más aterrador, si el cosquilleo intenso en su vientre o su futuro incierto, simplemente se lo dejó al destino pues con KyungSoo a su lado nada malo le esperaba.

Aún cuando se encontraban conduciendo a mitad de la noche, en medio de la nada y sin rumbo fijo, JongIn supo que su destino estaba sellado al lado del Do más joven y por un momento se permitio volver a sentir como un humano.

El ya no era un pet, el no era un juguete. El era JongIn de KyungSoo, un pequeño e indefenso humano.

FIN.

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Espero no haberlas decepcionado, realmente hice varios finales y ninguno me gustó lo suficiente pero creo que éste se ajusta a lo que llamaría 'aceptable'. Sin embargo si algo mejor se me ocurre, acabaré por editarlo. En fin, espero que lo hayan disfrutado.

Haré las debidas correcciones de ortografía en cuanto tenga tiempo. (⌒_⌒;)

¡Nos leemos pronto!

Pet [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora