I. ¿Quién soy?

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"Soy el conjunto de todas sus pesadillas, sus peores sueños hechos realidad.
Soy todo lo que les da miedo"
–It.

Mi cabeza gira y al intentar abrir los ojos no veo nada, completamente borroso, me intento levantar en el lugar sintiendo mis piernas débiles.

¿Qué me pasa?

Trato de recordar lo que estaba haciendo antes de despertar y nada, no tengo idea.

No tengo ningún recuerdo en mi mente y no trato de seguir intentando porque el dolor de cabeza solo aumenta.

Mi casa. Mi familia. Mi... ¿Mascota?

Nada.

Después de un momento me logro estabilizar y observo el lugar.

Oscuro, eso es lo primero que mi mente registra, unos bombillos amarillos iluminando levemente el lugar.

Estoy en un cuarto, no hay absolutamente nada a mi alrededor y me dirijo a la puerta, sé que esto podría ser de una película de terror, así como las de Saw (El juego del miedo).

¿Cómo logro recordar películas pero no mi vida?

Abro la puerta y lentamente camino a través del pasillo, todo es igual, no logro descifrar si hay una salida o hay alguien más. El dolor de cabeza disminuye mientras recupero control de mí y me alejo del cuarto donde desperté.

Sigo abriendo puertas y me empiezo a desesperar cuando no ha pasado nada luego de media hora.

Pareciera que me encuentro en un laberinto.

Y no encuentro la salida al lugar aunque ahora estoy corriendo a través del gran pasillo, cruzando y abriendo desesperadamente puertas, esperando que mágicamente una de ellas me devuelva a mi casa, o me logre despertar.

Sin embargo. Esto no parece un sueño. Porque aunque me pellizque los brazos, aunque sienta mi respiración doler estoy demasiado conciente de la realidad en la que me encuentro.

Me rindo cuando ya he abierto tantas puertas y en ninguna hay nada, ni un sonido, ni un objeto, ni una salida que me devuelva a mi hogar.

No quiero llorar, pero las lágrimas de tristeza llegan a mi tan rápido que me encierro en una de esas habitaciones haciendome una bolita en una de las esquinas.

Igual, nadie me va a escuchar.

La oscuridad me abraza mientras voy perdiendo energía, no puedo controlarme, la leve luz del bombillo solo sirve para recordarme que sigo aquí cuando vuelvo a levantarme y a abrir los ojos.

Parece que han pasado días cuando escucho unos pasos.

Cruzo la esquina y observo un hombre en el lugar.

Mi sorpresa es igual a mi precaución, porque aunque sea tan hermoso que duele mi cerebro solo me grita que tengo que correr.

Sin embargo, no me muevo, me quedo quieta en el lugar mientras el sigue observando las puertas.

Sus ojos azules se fijan en mí y los abre con sorpresa, el reconocimiento impregnado en su pálida cara, ¿cómo es posible...? ¿Sabe quién soy?

Da un paso adelante y yo retrocedo, no...

—¿Quién eres? —demando tratando de que mi voz no tiemble, fingiendo autoridad.

El niega con la cabeza y se agarra el cabello, la desesperación haciéndose notar a través de ese pequeño acto, sus ojos siguen en mí y estoy casi segura de que el lucha para que sus lágrimas no empiecen a salir.

—¡Dime quién coño eres! —grito.

No esperaba eso y da un pequeño saltico.

—Soy- soy Melk —murmura en voz baja, tanto que me cuesta escuchar pero como estamos en el pasillo el eco del lugar se encarga en ayudarme.

Y se desmaya.

Espero un momento para ver si despierta y no lo hace, me acerco con miedo pero firme, revisando primero sus bolsillos sin encontrar nada, ni una licencia de conducir.

Me siento observando su pecho subir y bajar lentamente acoplado a su respiración. Su cabello negro azabache está largo y sin querer pero dominada por un impulso estúpido paso la mano por el.

Así pasan unas horas, no he comido, pero por alguna razón no tengo hambre, tampoco ganas de dormir o de ir al baño, es como si estuviera en un sueño.

Mejor dicho: una pesadilla.

Lloro un poco mientras el pánico se forma en mí, sintiéndo la opresión en mi pecho empeorar a cada instante.

El hombre a mi lado se retuerce y finalmente despierta.

No me muevo ni me alejo, el pánico que tengo no me permite hacer nada, solo esperar que esta persona no me quiera hacer daño.

—Lo siento... —murmura el sentándose—, no era mi intención asustarte.

—¿Me conoces? —lanzo la duda que tenía.

El duda y al final asiente.

Mi corazón empieza a latir fuertemente. —¿Puedes contarme algo de mí? Es que verás, yo no recuerdo nada de mí o de mi familia.

—Eres Racielle... Eres- eres- tu eres...

El nombre no me suena en absoluto y aunque no creo completamente en él, asiento. —¿Quién soy?

Su voz es tan baja y apenas lo noto la sopresa llega a mí.

—Eres mi novia, Racielle.

No le creo.

Su cara no me suena en absoluto y aunque cada pedazo de mis terminaciones nerviosas reacciona a su cercanía no puede ser posible.

Porque si él es mi novio... ¿Qué nos pasó? ¿Por qué estámos aquí?

Y primero que todo:

¿Por qué el recuerda todo y yo no?

Jamais VuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora