Mi perdición.

Epílogo.

Una vez, hace mucho tiempo, la madre Luna lloraba desconsolada por no poder estar con su amado Sol, lágrimas caían desde su mentón y teñian de rojo los ríos, rosas negras llenaban los campos guardando luto a su eterno dolor. El Dios Sol preocupado por el estado de su amada Luna, creo de la arcilla y el roble al hombre para que no se sintiera sola.
La madre Luna amo al hombre y decidió darle una compañera, lo llevó a un lago de aguas cristalinas y dulces, rodeado de lirios blancos y puros, le pidió que sumergiera su mano y esté sacó a la mujer.
Así se crearon los primeros humanos en la tierra.

La Luna y el sol tuvieron muchos hijos en sus fugaces encuentros, su primer hijo fue un lobo llamado Henris. La Luna decidió enviarlo a la tierra del hombre, para que cuidara de ellos. La diosa de la naturaleza lo recibió y lo adoptó como suyo, cuido de él y le enseñó a cazar, a respetar la vida de todo ser vivo y le nombro su guardián dándole el don de convertirse en hombre.

La Diosa de la oscuridad, Ielga, se sintió celosa de la luna y el sol, así que lleno de odio el corazón de los humanos y les incrustó el espíritu guerrero y de destrucción. Sedujo al primer humano del mundo y se embarazo, de su vientre surgió una bestia con la apariencia de un bebé. Ielga hechizo a su hijo, para vivir este tendría que alimentarse de la sangre de su padre. Y así fue como se creó el primer vampiro, Aikar.

Aikar se alimento y mató a su padre, creció rodeado de tinieblas y oscuridad. En su ser reinaba el mal y la sed de sangre, pero un delgado hilo lo separaba de la muerte en su totalidad, el vínculo con los humanos.
El joven vampiro se lamentaba por su maldición, solitario creció y más de una vida arrebato, la maldad poco a poco fue creciendo en su interior y la llama de vida que su padre le heredó, por completo se extinguió.

La luna preocupada por el bien de los humanos, le pidió a su amado que le ayudara a protegerlos.

El sol, fiel a su esposa maldijo a Aikar, este jamás podría ver su luz, no conocería los amaneceres, ni atardeceres, no sentiría el calor de sus rayos en su piel, estaría condenado a vagar en la oscuridad por toda la eternidad. No habría ser de luz que se la acercará, ni alma en pena que le acompañará.

Aikar, lleno de furia contra los humanos arremetió, muchas vidas esa noche cobró. La luna exploto en cólera y le pidió a su hijo Henris que acabara con la vida del vampiro.

Una batalla campal se desarrolló, pero ninguno de los dos salió vencedor, ambos eran igual de fuertes.

La luna sabía lo que tenía que hacer, una arma tenía que crear, así que conjuro a una joven humana en cinta, el bebé que llevaba en su vientre, sería el hechicero más poderoso de todos y el único capaz de vencer a Aikar.

8 meses después nació una pequeña bebé, con unos intensos ojos grises y un cabello negro como la noche. La luna le pidió a Henris que la protegiera, y este así lo hizo.

Los años transcurrían, la tierra antes pacífica, se convirtió en un mar de guerras y muertes, los lirios blancos y puros, se mancharon de sangre, pero en todo este mal crecía una esperanza, una joven llamada Avid.
La hermosa joven llenaba de alegría la vidas de quienes rodeaba, sus bellas canciones calmaban los dolores de los enfermos y los lamentos de los desdichados.

Henris quién era su guardián, se enamoró perdidamente de la joven y ella de él, pero su romance llegó a su fin cuando Avid cumplió 18 años.
Ese día la luna el corazón de su hijo rompió y el secreto más grande de su vida le reveló.

No se sabe la razón, lo cierto es que el joven lobo en contra de su madre se alzó y ella como castigo lo hechizo, todas las noches de luna llena Henris y sus descendientes perderían el control, la vida pacífica del lobo de carmín se pinto, con sus garras rostros desfiguro y a su amada la vida quito.

La madre naturaleza llena de gentileza y amor, en oraciones la reencarnación les otorgó. Tres vidas entrelazadas, tres almas perdidas, dos muertes para otorgar vida.

Los pueblos de Luen abordaron una paz momentánea, pero  ya la mano del hombre de sangre estaba manchada.
El resentimiento y el rencor creció dentro de todos los seres del mundo, ya no había armonía, ni equilibrio.
Cada ser en su raza se refugió, el mestizaje con la muerte se pagó. El mundo se dividió, 4 reinos se establecieron y el resto es historia.