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- Todo lo que usted está pasando, se debe a la rutina de vida que está llevando. Por eso, quiero que trate de cambiar eso. ¿Qué es lo que le está molestando? Cierre sus ojos, piense en su día a día, sienta la molestia - le habla una psicóloga a su paciente, quién está recostado en el sofa - respire.

El hombre le obedece y cierra los ojos.

De pronto, tocan la puerta de la oficina.

- Lo siento, usted siga concentrandose - le habla al paciente - adelante.

- Señorita Teylor, lamento molestarla, pero es que un paciente la busca. Dice que necesita hablar con usted y es urgente - le dice la secretaria en voz baja, sosteniendo la perilla de la puerta abierta.

- ¿Tiene que ser ahora? Dile que estoy con otro paciente, que debe esperar su turno.

- Lo intenté, pero insiste en que es urgente.

- Bien - suspira - dile que ya voy - cierra su libreta y se levanta del asiento - discúlpeme, en seguida vuelvo, usted siga concentrandose - le aclara a su paciente recostado y sale de la oficina.

En la sala de espera, ahí un hombre de cabello castaño claro, con un poco de barba y bigote. Viste una sudadera amarilla clara y un abrigo negro. Se encuentra sentado, encendiendo un cigarrillo.

- No se puede fumar aquí, Brian - le habla la psicóloga, parandose en frente de él, con los brazos cruzados.

- Necesito hablar con usted sobre algo, es urgente - le dice, fumando de igual manera, haciendo caso omiso a la petición de la profesional - pero no puede ser aquí.

- No puedo abandonar mi puesto de trabajo ahora, estoy con un paciente. Es más, ni siquiera debería estar aquí parada hablando contigo. Deberías esperar tu turno - le aclara molesta.

Brian se pone de pie y la agarra del brazo algo fuerte.

- Tiene que venir conmigo ahora mismo. No es una pregunta - le dice algo agresivo en voz baja - por favor, necesito su ayuda - afloja el agarre, al ver que ella se asusta por tal acción y mira al guardia de seguridad.

- Brian, suelteme - le pide y Brian obedece - ¿Qué pasa?

- No puedo decirselo aquí. Va a tener que acompañarme.

- ¿A dónde?

- No tenga miedo, simplemente vamos a tomar un café y allí lo hablamos.

- ...

- No es con mala intención. Es que necesito su ayuda - la mira a los ojos.

- Está bien - mira a la secretaria - Anna, dile al paciente que deje esperando, que puede irse a su casa. Surgió un inconveniente.

La secretaria asiente con la cabeza, en lo que Teylor y Brian salen del lugar.

Cruzan la calle y entran a la cafetería. Ahí toman asiento en una de las mesas y ordenan dos cafes.

- Espero que tengas una buena razón para hacerme venir aquí y abandonar mi puesto de trabajo - le dice la mujer, con un tono de voz enojado.

- Perdóneme por eso, es que en serio esto es muy importante.

- Supongo que sabes que no puedo salir con mis pacientes.

- Ya sé eso, pero esto no es nada de eso. Necesito que me preste atención.

- Bien, te escucho.

Llega la mesera.

- Aquí están sus cafes ¿van a querer algo más? - les pregunta amable, en lo que apoya las tazas de café en la mesa.

- No, gracias - le responde Brian. Espera que se vaya para continuar hablando - usted está en peligro - le dice en voz baja.

- ¿Peligro? ¿Qué clase de peligro? - le pregunta, en lo que sopla el café y toma un sorbo.

- ¿Recuerda que le hable de mis amigos en la anterior sesión que tuvimos? - se pone nervioso.

- Si, pero tranquilo, lo noto muy nervioso.

- Es que no quisiera que a usted le pase algo. Me ha ayudado mucho todo este tiempo - agarra la tasa de café.

- Es mi trabajo, Brian. Me lo tomo con dedicación.

- Lo sé. Yo...de verdad quisiera que esto no tuviera que ser así.

- ¿Qué cosa? Brian, comienza a asustarme.

- No es mi intención. Mire - mira hacia la ventana y suspira - yo le he dicho cosas que no debí decir. Ahora usted está en peligro. Esta noche, van a ir a su casa - la mira directo a los ojos.

- ¿Quienes? - deja la taza de café en la mesa.

- Sólo le pido que no abra la puerta. Que se encierre en el sótano y no salga hasta el amanecer.

- ¿Cómo sabe que tengo sótano?

- Porque...la he estado observando. Lamento eso, sólo quería saber que estuviera bien.

- Brian, no sé si se está percatando de la clase de cosas extrañas que me está diciendo. Pero todo esto, me está poniendo un poco de los nervios.

- Ellos van a llevarla al bosque para sacrificarla - le dice aún más nervioso.

- ¡¿Qué?! - se sobresalta.

- Shh...no grite por favor.

- ¿Cómo no gritar con tal cosa?

- Entienda, que sólo quiero que éste bien.

- ¿Y qué se supone que tengo que hacer para que nada de eso me pase?

- Por el momento, mudarse.

- ¿Mudarme? Eso es imposible ¡¿Cómo podría mudarme tan rápido?!

- Puede ir a la casa de sus padres y quedarse ahí. No sé donde esté, y eso es bueno para usted, que yo no lo sepa ni ellos lo sepan. Pero sé que sus padres están vivos, porque la vi hablar con ellos por videollamada.

- Mierda - se agarra la cara - yo sabía que no debía elegir esta carrera, sólo me toparé con locos obsesivos de mierda toda mi vida.

- Perdón. Mire, si todo sale bien, prometo que no volverá a ver mi cara de nuevo. Tiene que quedarse en la casa de sus padres por un tiempo, hasta que todo esto ya deje de tener importancia. En dado caso, de que sienta dolor de cabeza, mareo, tenga hemorragias, llámeme a este número - le entrega un papel con un número telefónico - y otra cosa que voy a pedirle, no llame a la policía. Eso no va a solucionar nada.

- De acuerdo - toma el papel - ahora ya no quiero ver su estúpida cara de nuevo y digale de mi parte a sus amigos que están locos.

- Yo nunca debí buscarla. Ahora, ya me voy. Quizás esta sea la última vez que nos vemos.

- A pesar de que esté malditamente obsesionado conmigo, usted ha sido uno de mis mejores pacientes. Pero la verdad, no quiero ver su cara otra vez, no luego de todo esto.

- Gracias por todo - le agradece y se levanta para irse, sin siquiera haber tomado su café.

La psicóloga se queda mirando el número y ve por la ventana como Brian cruza la calle y voltea a mirarla. Realmente se ve preocupado y angustiado, le ha contado casi toda au vida.

Casi.

Y cosas demasido importantes. Una de ellas, es haber visto miles de veces a aquel ser, de quién no sabe si sus intenciones son realmente buena o malas.

Pero aquel ser, no es más que un delirio, que ha tomado forma real en la mente de aquel grupo. Así es como Taylor lo ve, pero ahora su vida corre peligro y será mejor que se apresure en intentar ocultarse de las garras de la demencia colectiva.

O.D.H.A.B.E.M.I.S. (Slender Proxies)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora