Capítulo 12

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       Keith despertó con un mal sentimiento. Parpadearon unas cuantas veces sus ojos adormilados antes de voltear a su lado. Lance estaba junto a él. Giró su cuerpo, recargándose sobre su lado derecho, así pudiendo observar a Lance de forma más cómoda mientras dormía. Su pecho subía y bajaba con cada respiro, lentamente. Aquel rostro que tanto amaba, ahora se encontraba con una expresión angelical y relajada. Era perfecto.

       La lluvia se había detenido en algún punto mientras ambos dormían profundamente. Keith se reclinó hacia el frente, posando un beso sutil sobre la mejilla del moreno. La trazó con las yemas de sus dedos suavemente, apreciando su suavidad y el calor que emanaba. Unos cuantos minutos después, Lance despertó.

       – Buenos días.

       –... ¿Keith? – Lance le miró con una sonrisa adormilada, – Buenos días.

       Las mejillas del mencionado cobraron un rojizo sutil. – ¿Nos levantamos ya?

       Lance soltó un suspiro sin despegar la vista del menor, – No, esperemos un rato más.

       – Perezoso.

       – Sí, lo sé. – Sonrió.

       Keith continuó acariciando su mejilla con delicadeza. Lance tomó la mano de Keith entre la suya, plantando un beso sobre ella. En sus dedos, su palma, su muñeca, su antebrazo... subió hasta su cuello, en donde se demoró un poco más, inhalando profundamente el aroma del cabello obscuro del chico. Besó su mandíbula, y finalmente sus labios sabor sal. A la sal del océano.

       Los labios de Lance recorrieron de nuevo la piel de Keith hasta bajar a su abdomen. Keith contuvo su aliento, observando en silencio, entre ansias y temor. Lance ahora besaba su entrepierna, mas antes de continuar con el momento, subió la mirada al pelinegro, haciendo una pregunta silenciosa. Keith asintió.

»»

       Caminaron en silencio, ambos chicos sonrientes. Lance seguía agitado, su corazón bombeaba con rapidez contra su pecho, sentía que pudiese correr un maratón completo de ida y vuelta sin sentirse cansado. Apretó la mano de Keith con firmeza, caminaba a pasos largos, la energía fluía por su cuerpo – era electrizante. Tan sólo esperaba que Keith lo hubiese sentido igual de increíble que él.

       Los rayos del sol contra sus rostros se desvanecían de poco en poco, siendo cubiertos por nubes grises, trayendo consigo también la euforia de los muchachos.

       – Comenzará a llover pronto de nuevo, – Keith suspiró.

       – ¿Deberíamos parar o... quieres continuar?

       Keith contempló ambas opciones en silencio durante unos segundos, luego de negar con la cabeza. – Continuemos. – Bien sabía que Lance disfrutaba cuando las gotas de lluvia recorrían su piel canela.

       La lluvia no tardó en llegar, y por segunda vez en el día, aquel mal presentimiento invadió el estómago de Keith. No sabía qué era, ni sabía por qué, pero algo... algo se sentía mal.

       Almorzaron, cenaron. Y a la mañana siguiente, Lance despertó cuando Keith le besaba con sutileza. Sonrió.

       – Buenos días.

       – Despiértame siempre así, te lo imploro.

       Keith rió suavemente, mirando al contrario con ternura antes de besarlo de nuevo, esta vez de una forma menos cuidadosa. El moreno correspondió, seguidamente riendo y apartando su rostro del pelinegro. – ¿Quieres matarme tan temprano en la mañana?

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