Capítulo 3.

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                 Recordatorio

Está pensando en ir a ver lo que sucede cuando escucha que se abre la puerta. Es su padre, que regresa de su turno de noche. Reconoce al instante el sonido de sus pies y la sucede movimientos que siempre siguen a su llegada a casa: el tintineo se las llaves, el sonido del cajón al abrirse y cerrarse, el interruptor, ese suspiro tan característico suyo y, luego, la puerta del cuarto de baño.
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Taehyung sale del dormitorio y ve la rendija de luz bajo la puerta tras la que su padre acaba de encerrarse. No quiere que le pregunte nada, no tiene ganas de dar explicaciones, pero por alguna razón se alegra de oírle, de saber que ha llegado a casa. Mira hacia el recibidor y ve la chaqueta de su uniforme colgada del perchero. No entiende como su padre puede, después de tantos años, seguir trabajando en ese horario. Lleva en el turno de noche de la Unidad de Seguridad Ciudadana desde que ingresó en el cuerpo de policía. Nunca le ha oído quejarse y nunca ha deseado cambiar, como la mayoría de sus compañeros. Y el apenas ha regresado de su
primera correría nocturna y ya se siente agotado, sin fuerzas para nada.

Taehyung escucha correr el agua de la ducha.

«Siempre el mismo ritual», piensa, y sonríe. «Ahora entrará en la cocina, pondrá la tele y se preparará uno de esos desayunos suyos a base de lenteja estofadas, huevos fritos, pan, vino y postre. Un desayuno propio de un tiranosaurio. Luego, a hacer la digestión durmiendo hasta la hora de comer, como todos los días».

Cuando su padre sale de la ducha, el ya se ha cansado de
espiarle. Como había previsto, el hombre entra en la cocina y
enciende el televisor. Luego llega el sonido de la puerta de la nevera al cerrarse y el de una de las sillas al arrastrarse sobre el suelo de la cocina. No oye, en cambio, que se haya puesto en marcha el microondas, ni que haya ninguna sartén crepitando en el fuego, llena a rebosar. Todo lo contrario: al cabo de un momento, su padre baja el
volumen del televisor y la casa queda sumergida en un silencio
inusual a esas horas.

«¿Qué les pasa a estos? ¿Se habrán peleado?», piensa,
preocupado por el extraño comportamiento de sus padres.

Taehyung se atreve a salir de su habitación. Siente curiosidad por saber qué ocurre. Desde el pasillo ve a su padre mirando la tele, embelesado. Tiene algo entre las manos. Una taza vacía. Cuando lo observa mejor, se da cuenta de que sus ojos no están fijos en la pantalla, sino en algún punto de las baldosas del suelo. Le parece que está pálido y tiene ojeras, como si estuviera enfermo, aunque desde esta distancia no pude estar seguro. También le parece que ha adelgazado.

Por suerte, no lo ha visto. Da media vuelta por el pasillo y se
dirige al dormitorio de sus padres. Al pasar frente a Yeotan, este vuelve a gruñir, olfateando el aire con las orejas muy derechas. Se ha despertado de golpe.

--¿Qué te pasa, bonito? ¿Estás enfadado conmigo? --pregunta
Taehyung, agachándose para acariciarle la cabeza.

Pero antes de que pueda tocarlo, el perro se levanta y se va
hacia la cocina.

«¿Qué le pasa a todo el mundo en esta casa?», se inquieta
Taehyung, observando al esquivo animal.

Lo más raro es que su madre sigue en la cama. Son casi las
ocho, y está dormida como un tronco. Y más extraño aún es que el despertador parece desconectado.

«Igual hoy tiene el día libre. ¿Será fiesta? No, si hoy es... La
verdad es que puede que haya perdido la cuenta de los días. O tal vez le deben días de las vacaciones. Siempre está diciendo que se tomará todos los días que le deben, pero luego nunca lo hace. Igual por fin se ha decidido a cumplir su palabra. Ya sería hora...».

Taehyung se sienta junto a su madre, en el borde de la cama. Le gusta verla dormir. Le transmite una extraña tranquilidad. Bajo el edredón, también le parece que está más delgada. Está pálida y tiene las facciones más marcadas que nunca.

«Puede que esté resfriada. Igual por eso no ha ido a trabajar».

Está boca arriba. Ronca un poco. Taehyung sonríe: si su madre
supiera que ronca, se disgustaría muchísimo. No soporta que su
padre le diga que a veces hace ruiditos mientras duerme.

Está tentado de acariciarle el brazo, de despertarla sin
sobresaltos, como cuando era pequeño y le daba besos en las
mejillas para que se levantara a prepararle el desayuno. Susurra:

--Mamá.

Su madre no lo oye. Continúa durmiendo. Parece muy
tranquila. Eso le hace cambiar de parecer.

«Lo mejor será dejarla dormir. Seguro que está cansada».

Su madre sonríe sin despertarse. «Debe de estar soñando algo bonito».

Cuando se levanta se da cuenta del barullo de objetos que hay
sobre el tocador, y también desperdigados por el suelo, debajo del mueble. Es un desorden desconocido en ese lugar. Su madre es la mujer más ordenada del mundo.

Taehyung se acerca a mirar las cosas que están esparcidas por el
suelo. Parece el contenido de un bolso: llaves, una agenda pequeña, un paquete de pañuelos de papel, un bolígrafo, una cajita de caramelos, un teléfono móvil metido en su funda, algunos recibos de
pagos hechos con la tarjeta de crédito, facturas... Por un momento, duda que todo aquello pertenezca a su madre. El bolso cuelga, vacío y boca abajo, de la banqueta del tocador. Es como si se hubiera caído y nadie se hubiera entretenido en recogerlo.

«Este desastre no puede ser de mi madre», se dice el.

Taehyung deja los recibos a un lado y devuelve las cosas a su lugar. De pronto, sus manos tropiezan con algo que llama su atención. Una cartulina blanca encabezada por una cruz. Es una esquela.

«¿Se habrá muerto alguien conocido?», se pregunta Taehyung.

Hay poca luz en la habitación (la persiana está bajada casi del
todo) y tiene que pegar la nariz a la cartulina para poder leerla.
Cuando lo consigue, se queda sin palabras.

«Dios mío».

En su frente aparece una arruga muy profunda. Se muerde el
labio inferior. No sabe qué pensar. La lee de nuevo.

«No puede ser».

Una tercera vez, hasta convencerse de lo que cree imposible. De lo que no debería ser pero es.

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[ KIM TAE-HYUNG
Ha fallecido el día 22 de diciembre de 2008, a la edad de dieciocho años.
Sus afligidos padres, familiares y amigos ruegan que lo tengáis presente en vuestras oraciones. ]

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«Dios mío. Soy yo. Es mi nombre».

El papel se escapa de sus dedos. De pronto siente un frío
imposible de definir.

«Estoy muerto», piensa.

Y la sola palabra la asusta. Muerto. Es demasiado terrible.
Demasiado definitiva. Demasiado ajena para estar refiriéndose a el. A los dieciocho, la muerte queda lejos, muy lejos. Nadie a esa edad espera encontrarla al volver una esquina.

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Chiquis, aquí tenéis el tercer capítulo. Como veis, las cosas se van aclarando mucho más, ¿no? ¿Qué os ha parecido el capítulo?♥️

«𝐓𝐚𝐞𝐡𝐲𝐮𝐧𝐠»~𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐦á𝐬 𝐚𝐥𝐥á 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora