CAPÍTULO 10 PELIGRO EN LA GRANJA

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Sacamos del costal las herramientas que nos hacían peso y continuamos corriendo. Me sentía liviano sin la pala y  libre de poder correr.
Jeremy me adelantaba, Arlet estaba detrás de mí, le dije que avance más rápido.
      ―Chicos, hay que descansar, ya lo perdimos ―dijo Arlet.
      ―Continuemos corriendo no nos podemos confiar ―le dije.
      ―¡Miren hacia abajo! ¿Qué es? ―dijo Arlet.
      ―Hemos llegado a la laguna turística de Nasca, cruzando la laguna hay una corta distancia hasta la carretera, y cuando lleguemos a la pista tomáremos un autobús o un taxi para llegar a la ciudad de Nasca  ―dijo Jeremy. Caminamos y llegamos a la laguna.
      ―Crucemos la laguna, en vacaciones pasadas me inscribí en natación, no tendré problemas en cruzarlo ―dije.
      ―¿De qué forma lo voy a cruzar…? No sé nadar ―dijo Arlet.
      ―Yo sé nadar, Arlet si tú no sabes nadar podemos utilizar botes para llegar a la otra orilla ―dijo Jeremy.
      ―¿Dónde están los botes no los veo? ―le dije.
      ―Busquemos por aquí con las linternas ―dijo Jeremy.
      ―Chicos, allí están los botes ―dijo Arlet. Había varios  botes con remos.
      ―¡Las luces azules y rojas se acercan, apuren escojan cualquier bote! ―dijo Jeremy.
      ―Me subiré a este bote con Arlet, tu Jeremy tomarás otro bote y pondrás los costales allí. No podemos estar todos juntos en un bote se podría hundir  ―le dije. Entramos a los botes y empezamos a remar.
      ―¡Remen fuerte no se detengan, tenemos que llegar al otro lado de la laguna! ―dijo Jeremy.
      ―Remaré. Tú Arlet, alumbra la laguna con la linterna para guiarme ―le dije
      ―¡Nos falta más de la mitad continuemos, denle duro a los remos! ―dijo Jeremy.
      ―¡Está entrando agua al bote, nos vamos a hundir!  ―dijo Arlet.
      ―¡Carajo, esto no puede ser! ―dije. El bote se estaba hundiendo de apoco, y era pesado remar con el agua dentro del bote.
      ―¡Adelante, no se atrasen! ¿Qué pasa? ―dijo Jeremy.
      ―¡Jeremy nos estamos hundiendo, ayúdanos! ―le dije.
      ―¡Traten de remar hasta donde puedan, yo pondré  los costales en la orilla, ya volveré por ustedes ―dijo.
      ―¡Nos no dejes carajo, necesitamos de tu ayuda! ―le dije. 
      ―¡Jeremy! ¡Regresa! ―dijo Arlet.
      ―Arlet amarra tu linterna a los alambres del bote, comienza a sacar el agua con ese pequeño baldé de plástico que está amarrado al bote.
      ―¡Rema! ¡Rema!  Allá vienen, los veo en la orilla donde están los botes.
      ―Continua sacando todo el agua ―le dije, mientras continuaba remando con todas mis fuerzas. Levanté mi vista y  vi  cómo se iba acercando un bote con dos señores dentro vestidos de negros, con luces azules y rojas que parecía que salían de sus ojos.
      ―¡Ay! ―Exclamó Arlet. Luego de ese grito escuché un chasquido en el agua. Arlet había caído al agua.
      ―¡¿Arlet dónde estás?!
      ―¡Aquí estoy, me ahogo sálvame!
      ―¡No te vas ahogar sujétate fuerte del bote! Dame tu mano.
      ―No puedo me duele el brazo.
      ―Tienes que confiar en mí, si no me das tu mano te vas ahogar.
      ―Me duele mucho no puedo.
      ―Date valor, de seguro que te golpeaste al caer del bote, sé que te duele mucho. No volveré a Lima sin ti. Tú sabes cuánto te estimo, eres mi amiga de la escuela y no voy a permitir que mueras aquí lejos de tu familia. ¡Así que dame tu mano ahora carajo y si no me la das yo mismo cogeré tus manos y te sacare de allí!
      ―Lo haré, pero despacio, es que me duele.
      ―Bien, cogeré tu mano despacio para que salgas del agua ―le dije. Tomé su mano para sacarla, y cuando estaba ingresando al bote resbaló de mi mano y volvió a caer a la laguna. Volví a intentarlo otra vez y estaba vez utilicé mis dos manos para sacarla del agua. Ella tenía en sus brazos cinco pequeñas heridas.
      ―Gracias por ayudarme.
      ―Volveré a remar, saca el agua del bote ya no tenemos mucho tiempo, ellos están muy cerca de nuestro bote.
      ―Ryan, allá viene Jeremy ―dijo ella. Volteé a ver… y era él.
      ―Jeremy ayúdanos nuestro bote se hunde… ―le dije.
      ―Calma grupo, suban a mi bote ―dijo. Subimos al bote de Jeremy, y empezamos a remar. Me traje los dos remos del otro bote.
      ―Más deprisa chicos nos alcanzan… ―dijo Arlet. Ella alumbró una parte de la laguna y los señores vestidos de negros ya estaban muy cerca de nosotros.
      ―Rememos más rápido  ―dijo Jeremy.
      ―Uno de ellos se ha caído al agua y el bote se detuvo ―les dije.
      ―Si estamos lejos de ellos, será mejor para nosotros.  ―dijo Jeremy.
      ―Falta poca distancia para llegar a la orilla ―dijo Arlet.
      ―Lo logramos, bajen con cuidado, detrás de esas colinas está la carretera, larguémonos de aquí ―dijo Jeremy.
      ―Si vámonos  ―le dije.
      ―¡Jeremy nos olvidamos las cerámicas! ―dijo Arlet.
      ―Las cerámicas casi lo olvido, ustedes sigan la dirección de las colinas, yo después los alcanzaré ―dijo Jeremy.
      ―Deberíamos ir todos  juntos ―le dije.
      ―No podemos ir todos… nos pueden atrapar, ustedes sigan avanzando hacia las colinas yo no demoraré los alcanzaré en seguida ―dijo.
      ―Ten cuidado, no te tardes tenemos que regresar todos juntos ―le dije
      ―Estaré con ustedes cuando ya tenga las cerámicas, chao grupo.
      ―Chao, que obtengas esas cerámicas para volver a casa ―dijo Arlet.
      ―Corramos hacia las colinas ―dije. Nos fuimos corriendo por el sendero que conducía a las colinas.
      Después de correr, nos pusimos a caminar.
      ―¿Pudiste descubrir quiénes eran los dos señores vestidos de negro? ―me dijo.
      ―No. Se veían misteriosos, lo más probable es que sean los Vigilante del centro turístico ―le contesté.
      ―Los vigilantes no visten de negro.
      ―Tal vez se vistan así para que se camuflen en la oscuridad para cuidar la zona turística.
      ―Toda su vestimenta es de negro, no logré ver sus rostros ―dijo Arlet
      ―Llegamos a la falda de la colina. Tú estás cansada para subir, yo iré adelante y cogeré tu mano para ayudarte a subir.
      ―Esta colina es demasiado grande.
      ―Tendremos que subir no tenemos otra alternativa. Cuando lleguemos a la cima descansáremos y  esperáremos a Jeremy.
      ―Quiero descansar, me siento agotada.
      ―¡No! Apenas estamos comenzando a subir la colina, si descansamos los vigilantes nos pueden encontrar, continuemos ―le dije. Caminamos cerca de quinientos metros, faltaba mucho para llegar a la cima.
      ―Hay que llamar por teléfono a Jeremy, debe de estar perdido.
      ―Ten paciencia él vendrá, él conoce mejor este lugar, no te olvides que Jeremy venía con sus hermanos y sus primos a este lugar desde niño.
      ―Tienes razón, ojala que no le haya sucedido nada malo a él, ni a las cerámicas ―dijo ella preocupada.
      Cuando hablaba con Arlet, escuchamos voces que decía: ¡Ryan! ¡Ryan!
      ―¿Escuchaste la voz…? ¿De dónde vendrá?
      ―Es Jeremy, allí abajo ―dijo ella. Volteé a ver y enfoqué mi linterna hacia abajo de la colina, y vi a Jeremy cargando los dos costales, y más debajo de él los vigilantes con sus extrañas luces lo perseguían.
      ―Ryan, Arlet, vengan ayúdenme  con el costal.
      ―Arlet tú quédate aquí, yo bajaré ayudarlo ―le dije. Bajé hasta donde estaba él y agarré uno de los costales y subimos hasta donde estaba Arlet.
      ―Ahora estamos todos juntos huyamos y crucemos la colina ―dijo Jeremy. Llegamos a la cima de la colina, con algunas dificultades por las piedras y el arenal muy pesado para cruzarlo. Buscamos un camino para poder bajar más rápido; no encontramos ningún camino, tuvimos que bajar como sea. Llegamos al final de la colina.
      ―Llegamos al fin  ―dijo Arlet.
      ―Todavía tenemos que pasar por la granja, como veinticinco minutos a pie, al final de la granja esta la carretera ―dijo Jeremy.
      ―¿Y  esos árboles que son? ―le pregunté a Jeremy.
      ―Son árboles de mango y más allá hay plantas de uva―me dijo.
      ―Que rico, hay que comer uvas  y descansar ―dijo Arlet.
      ―¡No! Tenemos que irnos no sabemos en qué momento los hombres vestidos de negros podrían venir ―le dije.
      ―Vamos a descansar y comer, luego nos iremos. Tú Ryan, nos avisaras si los guardianes vienen, ellos deben de estar en la colina, de todos modos nosotros estaremos alerta ―dijo Jeremy. A pesar que le dije a Jeremy y a Arlet, que lo mejor sería irnos de ese lugar no me hicieron caso, cogieron  las frutas de los árboles y se sentaron en la tierra a descansar y comer… mientras yo cuidaba el área. Se sentían demasiado cansados para continuar, yo les entendí, aunque no estaba de acuerdo. Yo también estaba cansado sin embargo quería continuar.
      ―Amigos escucharon esos ruidos ―les dije a ellos.
      ―Sí. Se escucha pasos como de personas ―dijo Arlet.
      ―Se sienten pasos… ¡Demonios, ellos ya están muy cerca de aquí, huyamos! ―les dije.
      ―En marcha, crucemos la granja, Ryan no te olvides del costal ―dijo Jeremy. Estábamos cruzando la granja y avanzamos veinte pasos y encontramos un cerco con púas y alambres. 
      ―¡¿Quien demonios puso esto aquí?! ―dije molesto.
      ―¿Ahora como pasamos?―preguntó Arlet.
      ―Por abajo con mucho cuidado, alzando el alambre para pasar. Ya que si pasamos por arriba nos podemos lastimar con las púas ―dijo Jeremy.
      ―Arlet, tú pasa primero  ―le dije. Ella se arrastró por debajo de los cercos de púas  y paso sin dificultad.
      ―Arlet, coge los costales por debajo  ―dijo Jeremy.
      ―Ahora me toca a mí ―les dije. Pase por debajo de los alambres con púas sin problema. Le tocaba pasar a Jeremy.
      ―haya voy ―dijo Jeremy. Levanté una parte del alambre para que Jeremy pueda pasar.
      ―¡Deprisa Jeremy, ya están aquí! ―dijo Arlet.
      ―¡Grupo ayúdenme, no puedo entrar me tienen detenido de las piernas!
      Alumbré con mi linterna, vi dos manos negras con garras y  filudas. Las garras desprendían fuego. En su boca tiene dientes afilados la abría como si quisiera comerse a Jeremy. El ser negro con ojos rojos le tenía sujetado y no le dejaba pasar al otro lado de la granja.
      ―Arlet, alumbra al monstruo, le voy a lanzar  piedras ―le dije. Busqué piedras en la tierra y conseguí una piedra grande.
      ―¡Grupo ayúdenme tiene mis pantorrillas! ―dijo Jeremy, mientras movía sus piernas para zafarse.
      ―¡Muere monstruo! ―le dije al ser de negro. Le lancé la piedra en su rostro negro y lo soltó a Jeremy. Nosotros continuamos corriendo por diez minutos.
      ―Llegamos a una casa ―dijo Arlet.
      ―Eso no es una casa, es una fábrica de vinos ―dijo Jeremy.
      ―Pidamos ayuda  alguien debe de estar ahí ―dije.
      ―Toquemos fuerte, vamos… ―dijo Jeremy. Tocamos la puerta parecía que no había nadie.
      ―¿Qué quieren? ¿Quiénes son ustedes? ―dijo el guardián que custodia la fábrica de  vinos.
      ―Señor, nos vienen persiguiendo dos monstruos ayúdenos ―le dije. Abrió la pequeña puerta del portón y el vigilante nos dejó entrar.
      ―Pasen muchachos, ¿Qué es lo que sucede? Este lugar es muy peligroso a estas horas de la madrugada ―prendió las luces.
      ―Nos vienen persiguiendo dos monstruos de negros uno es estos monstruos atrapo a mi amigo de las piernas con sus garras, el monstruo tenía forma humana y ojos rojos ―le dije.
      ―¿Por qué  vinieron aquí?
      ―Nosotros ingresamos al desierto de las “Líneas de Nasca” a fotografiar las estrellas, para nuestro trabajo de ciencias; en Lima no se puede tomar fotos porque estamos en otoño, hay días nublados y pocos días de sol y, como aquí hace sol todo el año, por eso vinimos a Nasca ―le dije.
      ―El desierto de las líneas de Nasca es muy peligroso de madrugada, gran cantidad de personas ingresaron de madrugada al lugar y nunca salieron, hasta ahora no han sido hallados sus cuerpos. Se ven luces en las madrugadas en el desierto muchas personas lo han visto, son luces extrañas suspendidas en el aire y en tierra, luego desaparecen para después volver aparecer, son luces de color naranja, roja y azul.
      ―A nosotros nos venían persiguiendo luces azules y rojas, dos sombras negras y una de esas sombras sujeto mis piernas, sentí agujas en mis pantorrillas, mi amigo le lanzó una piedra para que me soltara, me liberé y corrimos hasta aquí  ―dijo Jeremy.
      ―Señor, usted cree que pudieron ser guardianes de las líneas de Nasca ―dijo Arlet.
      ―Hay tres guardianes en el lugar y utilizan linternas con luces de color amarillo o blanco. Luces azules y rojas no son de los guardianes. No quiero asustarlos muchachos, las luces azules y rojas le deben de ser de seres malignos de otro mundo. Las personas desaparecidas pudieron ser secuestradas por ellos.
      ―Señor, nos asusta no queremos salir de aquí hasta que amanezca ―dijo Arlet.
      ―Aseguraré la puerta con más candados, estarán seguros aquí.
      ―¿Señor, que se guarda en este lugar? ―preguntó Arlet.
      ―Vinos y piscos, esto es una fábrica y almacén de licores.
      ―Se escuchan pasos… ya llegaron ―le dije al vigilante.
      ―Están tocando la puerta señor escóndanos ―dijo Arlet.
      ―No tengan miedo los llevaré al sótano estarán seguros allí ―dijo el guardián. Caminamos hasta el sótano, bajamos las escaleras, abrió la puerta del sótano con su llave. Prendió las luces una en cada esquina del sótano. Era un lugar grande con muchos barriles de vino,     
      ―¿Señor, usted que hará? ―preguntó Jeremy.
      ―Volveré al portón a ver quiénes son… ―dijo el vigilante.
      ―No vaya es riesgoso, algo horrible le puede acontecer si usted va a la puerta ―dijo Arlet.
      ―Estén tranquilos yo uso arma, tengo pistola y escopeta, y si me sucede una desgracia al final del sótano hay una puerta de salida a la fábrica.
      ―Que le vaya bien ―dijo Jeremy.
      ―Gracias, muchacho, ustedes esperen ya vuelvo ―dijo el vigilante.
      ―¿Cuantos barriles de vino hay en este lugar? ―pregunté.
      ―Vamos a embriagarnos hasta qué el señor vuelva ―dijo Jeremy.
      ―Como se te va ocurrir beber licor cuando hay dos seres malignos que probablemente sean extraterrestres como dice el señor ―dijo Arlet.
      ―¡Socorro! ¡Socorro! ―Se escuchó más allá de las escaleras del sótano.
      ―Las sombras deben de estar asesinando al vigilante ―dijo Jeremy.
      ―Ayudémosle,  esos seres deben de estar lastimándolo  ―dijo Arlet.
      ―¡Estás loca! Si salimos ayudarlo nos matarán los alienígenas. Esto es una pesadilla. Ayúdenme asegurar la puerta con estos barriles ―les dije. Pusimos tres barriles a los dos costados y al medio de la puerta.
      ―Con estos barriles estamos seguros ―dijo Arlet.
      ―Se escuchan pasos en las escaleras, son ellos… salgamos por la fábrica, ¡Vamos carajo! ―les dije. Nos fuimos al final del sótano, abrimos la puerta y subimos las escaleras hasta casi el final de las escaleras. Ya no pudimos avanzar más… un perro empezó a ladrar, vimos sombras intuimos que podrían ser ellos.
      ―¡Son los alienígenas, volvamos a entrar al sótano! ―dijo Jeremy. Serramos la puerta  y colocamos los seguros de la puerta al medio y abajo; cuando terminamos de asegurar la puerta pusimos cuatro barriles de madera en la puerta de salida.
      ―Busquemos un lugar para escondernos, este lugar es muy grande debe de haber habitaciones donde se guarda el vino en botellas ―dijo Jeremy. Empezamos a dar la vuelta por todo el sótano alumbrando con nuestras linternas ya que los focos del sótano eran tenues.
      En medio del recorrido del sótano había una puerta con candado.
      ―Rompamos el candado para entrar ―les dije.
      ―Háganse a un lado, pongan los costales de las cerámicas a un costado, yo patearé la puerta ―dijo Jeremy. Pateó y no logro abrir la puerta.
      ―Esto déjame a mí, mira así se  patea la puerta para abrirlo ―le dije. Pateé con todas mis fuerzas, no logré abrir…
      ―Apuren chicos, están golpeando la puerta ―dijo Arlet.
      ―La única manera de abrir la puerta es tomar vuelo los dos y patear la puerta al mismo tiempo ―le dije.
      ―Intentemos entonces ―dijo Jeremy. Caminamos diez pasos y corrimos hasta la puerta para patearlo con toda nuestras fuerzas, pero la puerta no se abrió. Al quinto intento después de patear muy duro la puerta conseguimos abrirla.

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⏰ Última actualización: Apr 18, 2020 ⏰

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