Capítulo 2 "Trágico milagro"

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Joker alzó su espada, el filo de su hoja brillaba con la luz naranja del atardecer, al mismo tiempo se sentía la tensión en el aire junto al sufrimiento. Demian cerró fuerte sus ojos sabiendo su destino, los gritos de sus amigos y familiares pidiendo clemencia, pidiendo que Joker no haga lo que estaba decidido a hacer, los insultos de los mismos, y el sonido del soplar del viento se fundieron en la mente de Demian oyéndose como si fueran un fondo, el fondo de una película con el más grande de los suspensos. Tal vez era la adrenalina del momento, tal vez era su vida pasar frente a sus ojos, o solo tal vez el destino le estaba jugando la peor de las pasadas, pero en ese preciso momento todo se volvió lento para él. Los sonidos eran totalmente confundibles, las voces y gritos eran inentendibles, el cantar de los pájaros parecían largos silbidos que subían y bajaban de tono casi a la velocidad de un caracol, las gotas de sudor mezcladas con un poco de su propia sangre que caían de su rostro tardaban una eternidad en colisionar con el suelo, cada pestañeo hacía que sus ojos se resequen por el tardar de ellos en cerrarse, y su respiración le hacía sentir lentamente el dolor en el pecho como mil apuñaladas en cada bocanada de aire.

—Voy a disfrutar cada gota de sangre que salga de ese cuello, cuando brote como si fuera una fuente—Dijo Joker como si disfrutara alargar los sufrimientos.

— ¡En nombre de Dios y nuestro señor Jesucristo ¿Qué mierda estás por hacer?! —Se oyó gritar a Saúl casi a lo lejos, ingresando al enorme callejón donde se encontraban.

—Mierda—Maldijo Joker por lo bajo viendo llegar a Saúl—. ¡Les di órdenes específicas de no dejar pasar a nadie! —Bajó su espada.

— ¿Tenias planeado encargarte de él tú solo, cierto? La verdad, esto no me sorprende en lo más mínimo—Saúl demostró su molestia deteniéndose cerca de Joker.

—Tú no hiciste nada para merecer tenerlo así—Joker respondió un poco furioso, bajando su espada y acercándose a Saúl—. Yo me encargué de sacrificar valiosos suministros, hombres, y hasta mi propia hermana para tenerlo aquí. Si alguien merece su cabeza, soy yo. Maldito cerdo cristiano.

— ¡Él asesinó a mi hija! ¡Mi única hija murió por su culpa! —Respondió Saúl lleno de ira y con los ojos inundados.

— ¡Me importa una mierda quien asesinó a tu hija! ¡Él...—Joker cayó. Unos gritos y disparos comenzaron a oírse provenientes de la entrada del lugar—. Ve a ver qué sucede—Ordenó a uno de sus soldados.

El barrio privado donde se resguardaba el clan Katana, constaba de dos calles centrales paralelas de quinientos metros de larga cada una, y una anchura de alrededor de treinta metros; calle central A, y calle central B. Después contaba con solo 4 calles pequeñas de poco menos de doscientos metros que eran las que conectaban ambas calles centrales en varios puntos, como así también las cruzaban horizontalmente, formando así varias manzanas entre ellas.

Ese Katana, de nombre John, se dirigió corriendo desde donde tenían a Demian hasta la entrada. Sólo tenía que correr desde el inicio de la calle central B, al inicio de la calle central A, que era donde se encontraba la entrada. Básicamente era rodear una pequeña manzana, o pasar a través de las casas saltando los pequeños cercos que las dividían. Al doblar la esquina, vio como sus compañeros Katanas corrían para disparar desde el portón a un enemigo desconocido afuera.

— ¿Será que los muertos se agolparon? —Se preguntó en voz alta.

Ya, más tranquilo, John se volteó para regresar caminando e informar a su líder lo que él creía, era una estupidez. Cuando un golpe en seco lo hizo voltear y asustarse al mismo tiempo. Un camión de basura reforzado con placas de hierro que lo cubrían en todo el frente, colisionó con el portón de entrada abriéndolo abruptamente, aplastando en el momento a los pocos Katana que se encontraban disparando desde las pequeñas ventanas en el mismo. El camión de basura dio unos zigzagueos antes de volcarse y caer. A los segundos, detrás del camión entraron cuatro camiones similares a los que se usan para mudanza, encima de ellos se encontraban un hombre acostado y atado, en cada camión, disparando todo lo que se les interponga en el camino.

Ebrios CaníbaleZ- Entre muertos y disparos [Libro2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora