❝Quizá Malfoy no lo supiera, pero Fred la consideraba así, completamente suya.❞
Personajes, lugares y situaciones pertenecen a J.K. Rowling.
No se menciona mucho sobre la historia de Harry, todo está centrado en Freya y Fred.
La novela es erótica, s...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La Batalla de Hogwarts había comenzado, Fred Weasley se encontraba en el castillo junto a los demás miembros de la Orden del Fénix. Sorprendentemente, no estaba asustado, la adrenalina se había encargado del miedo.
Miró a George, quien le dedicó una sonrisa de ánimo.
McGonagall estaba delegando responsabilidades a cada uno, pero su mente ya se había dispersado, había cosas más importantes qué pensar.
De pronto una figura negra se materializó en el centro del Gran Comedor. Alguien se había aparecido.
Todas las miradas estaban puestas en ella, con la varita apuntándole; debido a que la sombra era negra, estaban seguros de que se trataba de un mortífago.
Fred no pudo evitar sonreír al ver la sonrisa insolente frente a él. Freya Malfoy.
—Descubrí por qué fui elegida en Gryffindor —dijo la chica sonriente.
Y antes de que alguien reaccionara, se acercó a Fred y le plantó un beso en los labios. El pelirrojo la abrazó como si su vida dependiera de ello, permitiéndose disfrutar el contacto con la chica Malfoy. La había extrañado, no había pasado un solo día en ese año en donde no hubiera pensado en ella.
El mundo entero había desaparecido y sólo estaban ellos dos, ni siquiera se percató del espectáculo que estaban dando frente a los alumnos de Hogwarts y los miembros de la orden.
—Fred, creo que ya notamos que la extrañaste —se burló George a sus espaldas.
Ambos se alejaron sin borrar la sonrisa del rostro, Fred mantuvo su mano entrelazada a la de Malfoy.
—Señorita Malfoy, es un gusto verla —dijo la profesora McGonagall, visiblemente incómoda—. Veo que planea unirse a la lucha.
—Por supuesto, profesora. Apenas si logré escapar.
Los miembros de la orden la miraban con el ceño fruncido, sin saber si debían confiar en ella.
—Pueden confiar en mí —dijo Freya al ver sus expresiones—. Aunque si necesitan información no seré de mucha utilidad, llevo encerrada en el sótano de la mansión por meses —admitió—. Mis padres decidieron... que no era de fiar.
Los adultos intercambiaron miradas, como intentando decidir qué harían con la chica.
—Bien —habló un hombre moreno, Kingsley—. Te quedarás junto a Weasley.
La chica asintió sonriente.
Fred no podía evitar fijarse en la mirada asesina de su madre, quien parecía ser la más molesta con la llegada de Malfoy; a Freya parecía no importarle. Weasley estaba seguro que de ser al revés, él apareciéndose frente a los Malfoy, éstos tendrían la misma expresión que sus padres en ese momento.
Caminó junto a su hermano y Freya con paso rápido a través del castillo, les habían asignado uno de los frentes; se suponía que debían cubrir ese lado desde lo alto del castillo.