El Uno

Capítulo 2 - Un simple botón

Francisco adquirió la costumbre de dormir en las mañanas y levantarse en las tardes para disfrutar un poco de luz, de su tiempo y de su vida.

 A las dos de la tarde del día siguiente, después de su desayuno-almuerzo, él caminó alrededor por su barrio para admirar el tiempo y despejar la mente.

Cuando llegó a su casa descubrió que en el teléfono habían dos mensajes de texto nuevos, pero no los leyó hasta después de haber tomado una ducha de agua fría.

La ducha era la clave para sobrevivir toda la noche despierto y alerta, justo después de eso su mente empezaba a funcionar y dejaba de divagar con las fantasías y mundos que creaba en sus sueños a la luz de día.

 Los mensajes se parecían mucho al anterior "PRESIONE EL BOTÓN 1". Ambos provenían del mismo remitente sin sentido. Francisco no pretendía ser engañado con un mensaje telefónico o por algún amigo chistoso que encontró la manera de enviar mensajes sin remitente. Una facultad digna de admiración.

Simplemente los borró y prosiguió con su rutina. Hizo un par de llamadas cortas y alistó sus cosas, entre ellas un par de emparedados de atún y lo que quedaba de un arroz refrito de tres días de antigüedad.

Tomó su teléfono y vio que se había apagado. Salió de la casa con prisa para tomar el bus que pasaría en cualquier momento y lo llevaría prácticamente directo al hospital donde empezaría su turno a las 6 en punto.

Cuando iba en el bus lo sorprendió una llamada telefónica de su novia pues si mal no recordaba el teléfono había quedado apagado.

—Fran ¿cómo estás? Hace rato que no nos vemos.

—Sí yo sé, perdóname, es que no me logro acomodar a este horario.

—No sé que vas a hacer pero quiero que vengas a verme mañana en la tarde aunque sea un ratito.

—Está bien preciosa. Mañana llego como a la una a tu casa —respondió Francisco.

  Se despidieron cuando el bus se aproximaba a la parada donde Francisco se bajaba para esperar otro bus que lo llevaba directamente al hospital.