tres: not this again

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Las chicas entraron a la discoteca y siguieron a Valerio y a Guzmán, quienes les enseñaban un poco por encima la discoteca y donde quedaba cada cosa. Luego las dirigieron a una mesa algo alejada del gentío, pero con vista a todo lo que ocurría entre la gente. Allí se encontraban tres chicas, Cayetana quien era una de las nuevas y dos chicas más. Una de cabello castaño con facciones marcadas, la otra también rubia y con un rostro exquisito. Estaba Polo, aunque este parecía ya tener unos tragos de más. Y había otro chico más, este con cabello rizado y con una cara de que no quería estar ahí.

— Chicos, deben de saber quienes son ellas pero, por si acaso, Madeline, Marie y Maia. —introducía a cada una mientras la mencionaba— Yo iré por la siguiente ronda.

— ¡Que guapas! —exclamó el chico e cabello rizado, al parecer verlas a las trillizas era lo más entretenido hasta ahora— Soy Christian, aunque me imagino que habrán escuchado de mi.

— Para que esto sea fácil. —dijo Guzmán antes de irse— Ella es Lucrecia, la rubia de allí Carla. Allí esta Ander y Polo, pero ustedes ya los conocieron.

— Pueden quedarse aquí con nosotros, si quieren. —Les dijo Lucrecia mientras sonreía.

Las chicas se sentaron junto a estas estas otras y comenzaron a hablar entre todas. Cada una de estas chicas era muy sofisticada, con cada acción o movimiento que hacían delataban lo creídas que eran y en cada oración resaltaban el poder que tenían en el colegio o sus familias.

— Bueno, basta de que Carla, Cayetana y yo seamos las únicas que hablemos, digan algo de ustedes. —Pidió Lucrecia tomando del champán— No se, lo que quieran.

— Bueno ya deben sabiendo pero somos hermanas. —dijo Madeline tomando una copa de vino— Las hermanas Hernández López.

— ¿Hernández? ¿Ustedes son hijas del doctor Héctor Hernández? —Pregunto Carla con los ojos abiertos como platos— ¿Y de la abogada Maria López?

— Eso quiere decir, que ustedes no son cien por ciento de aqui, ¿no? —pregunto Cayetana algo curioso.

- Nuestra madre es colombiana y nuestro padre es español. -Le contestó Maia

— Son hijas del cirujano mas reconocido de España y la abogada más inteligente de Colombia. —recalcó Lucrecia luego de dar otro sorbo a su champán— El dinero debe de llover en su casa.

— El dinero no lo es todo. —Le contestó Maddie bajando la mirada, en voz baja.

- ¿Porque no lo dijeron antes? -Pregunto Cayetana

— Bueno a nosotras nos criaron que no debemos alardear lo que tenemos, ya que pudiera incomodar a la gente. —le contestó Madeline, sintiéndose incómoda a tantas preguntas— Cosa de ética.

—Ay, lo típico. —Le dijo Lucrecia tomando de su champán.

Continuaron su plática y aunque Evadine no quería decir nada al respecto, la conversación estaba siendo algo incomoda. Al parecer era práctica común para la gente de Las Encinas hablar de temas de dinero, y de su poder hacia otros. Cosa que en Colombia, en el poco tiempo que vivieron allí, nunca tuvo que ver nada de eso. Llevaban ya unos cuantos años en España, más de la mitad de su vida pero nunca se había tenido que enfrentar a algo como lo que veía en Las Encinas. Eventualmente, Madeline y Marie se dirigieron a la barra, querían algo para tomar y quizás algo para comer. Allí, Marie notó a un chico de clase. No fue la única, todos notaron la presencia de ese chico. En especial Guzmán, cuando esté se dio cuenta de la presencia de Samuel no dudó en casi caerle encima al chico y gritarle. Por suerte Valerio estuvo allí, pudo separarlos a ambos y mandar a cada uno a su lado.

LOVE | ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora