Por favor, detente

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SALU2, GENTE
Reaparecí después de mil años.
No he estado precisamente bien, pero hace poco me nacieron las ganas de escribir nuevamente. Tengo 1 historia nueva en proceso con Toru de prota, y estoy maquinando la 2da parte del Ryomo desde hace rato, así que con suerte, mi mente sigue fluyendo con ideas.
Ésta historia, sin embargo, es súper vieja.
La escribí para un concurso en otra plataforma hace 2 o 3 años, y la encontré hoy en unos cuadernos viejos.
Sé que hay cosas que mejorarle, pero me sigue pareciendo una de mis historias más decentes incluso ahora.
Así queeeeeeeee, vine a compartirla.
Disfruten~

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-Oye... Oye...

Escuchaba un leve susurro en mis sueños. No reconocía esa voz. ¿Qué quieres de mi? Deja de perturbarme.

Luego de eso, lo único que sentí fue un líquido helado sobre mi rostro, haciendo que me levantara de golpe.

-¿Pero qué rayos te pasa?.- Reclamé casi gritando mientras buscaba mi toalla con las manos.

-Hoy es el día, debes vestirte.- Toru, mi mejor amigo, me aventó unos pantalones negros elegantes.

Había olvidado por completo qué fecha era, tal vez porque el trabajo me estaba consumiendo más de lo normal.

Me levanté de la cama, arrastrando los pies hasta llegar al baño y me observé en el espejo. A pesar de las noches sin dormir, mis ojeras apenas eran visibles, así que me preocupé más por quitarme el apestoso olor de la bebida que Toru me dejó.

-Dime, por todo lo bueno que existe, que lo que me echaste no era pipí.- Reclamé. 

-Claro que no, era leche cortada.-

-Eres un asqueroso, ¿lo sabías?.- Contesté, ignorando las quejas sobre mi comportamiento holgazán los fines de semana y el por qué nunca teníamos leche fresca.

Una ducha rápida fue el remedio para que toda la viscosidad desapareciera.

Al salir del baño, Toru ya no estaba. Solté un largo suspiro, no me sentía preparado para lo que venía, pero no tenía de otra, había hecho una promesa.

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Dos horas más tarde, me encontraba en la iglesia, vestido de la manera más formalmente informal que se puede ir a una boda.

Me mantuve deambulando por los pasillos del lugar un buen rato, cuando la vi.

Mi corazón se detuvo y volvió a latir en cuestión de segundos. Se veía hermosa en aquel vestido blanco, caminando con la sonrisa más grande que haya tenido alguna vez en su vida.

Y venía en mi dirección.

Dios, ayúdame.

-Takahiro.- Sus labios pronunciando mi nombre de la manera más dulce, mi peor tortura.

-Victoria.- Dije, tratando de recuperar el aliento.

-Me alegro de que hayas venido.-

-Era lo menos que podía hacer, después de todo me has apoyado en mis momentos más difíciles.-

-Bobo, sabes que siempre estaré para ti.-

"Ese es el problema" Pensé. En lugar de decir algo más, simplemente sonreí de la manera más real que podía en esos momentos.

El órgano empezó a sonar, lo que indicaba que la ceremonia daría inicio.

-Debo irme.- Dijo antes de salir corriendo y dejarme solo nuevamente.

Fui a buscar asiento junto a Hiroki, mi hermano, que me observaba con furia en los ojos.

-¿Por qué no le dijiste?.- Preguntó rápidamente.

-¿El qué?.- Respondí de mala gana y sin ánimos.

-Lo que sentías. De haberlo hecho, nada de esto estaría pasando.-

Negué. Sabía que incluso si le decía, no hubiera cambiado nada.

Ella estaba enamorada, y no precisamente de mi.

Fue la ceremonia más larga de mi vida, aguantando cada segundo para no detenerlo, haciendo lo posible por evitar las lágrimas, imaginando que, si yo fuera el novio, la haría la mujer más feliz del planeta.

Finalmente, las palabras mágicas de "Puede besar a la novia" llegaron. Cerré mis ojos. Solo escuchaba los fuertes aplausos de la multitud, rezando para que el calvario terminara de una vez por todas.

Al terminar, todos salieron, incluyendo a los recién casados. Yo me había quedado con el pretexto de que había perdido algo.

Me senté en la primera fila, observando la decoración de los pilares, y rompí a llorar.

Nunca, en toda mi vida, me sentí tan impotente. Pensar que perdí a la única persona que amé, me destrozaba.

Victoria, olvídate de mí .

Espero que seas más feliz que nunca.

No sufras cuando yo no esté, pues tendrás a alguien que te protegerá con sus brazos, que te hará reír, que te dará todo lo que yo nunca pude.

No me busques, por favor. Ya estaré lejos entonces.

Rezaré por ti todos los días para que nunca te falte nada.

Y si algún día nos volvemos a ver, entonces el destino decidirá qué hacer con nosotros.

Hasta entonces, mi princesa.

Te amo.

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Está chiquita, yo sé. Pero espero que los sentimientos se hayan plasmado bien.
Anyways, seguiré escribiendo para traer más historias kulz muy pronto.
Gracias por leerme ♥

One Shot Collection: One Ok Rock Donde viven las historias. Descúbrelo ahora