|| T R E S ||

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Fue una noche triste para la manada.

La guardian habia muerto, y Samuel se sentia destrosado, los lobos tambien lo sentian, los 15 años de comida, cuidados y dedicacion se habian acabado, lo que Samuel habia considerado una segunda madre estaba muerta, y en cambio habia 3 personas en la casa que alguna vez fue su refugio a las noches frias y solitarias, cuando alguno estaba herido o tenian hambre.

-Lobo plateado-Murmuro y el lobo gris a su lado, su hermano, lo miro, Samuel sonrio pensando en cuando la abuela le habia puesto nombre a el y a su hermano mayor.

Sin embargo no pudo evitar soltar una lagrima cuando recordo todo lo vivido en esa casa, todo lo que habia logrado aprender fuera de la manada habia sido gracias a esa mujer, que le enseño a hablar, contar hasta el 12 -La cantidad de lobos en su manda- y a hacer ropa de piel y pelaje, gracias ella habia sobrevivido y ahora la extrañaria muchisimo.

La manda lloro mucho esa noche, y repudio la magia que envolvia al chico que los miraba desde la ventana, regreso al bosque junto con todos y las hembras los recibieron alegres, chillando de alegria por el regreso del principe.

La manda lloro mucho esa noche, y repudio la magia que envolvia al chico que los miraba desde la ventana, regreso al bosque junto con todos y las hembras los recibieron alegres, chillando de alegria por el regreso del principe

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A media noche a Ruben todavia le era imposible dormir, no sabia porque pero simplemente no podia.

Aburrido de mirar el techo, se levanto de la cama y bajo las escaleras de casa con sumo cuidado, intentando asi no levantar a sus padre que dormian en la planta de arriba.

Abrio la puerta del porche del patio con cuidado, y retiró el mosquitero para poder salir por fin.

Todo estaba igual, la mecedora de su abuela estaba ahi, ahora abandonada, nadie se habia atrevido a sentarse ahi, mucho menos Ruben.

Suspiro y se sento en el escalon del porche, dejando que el aire le despeinara el cabello, era frio, fresco, pero simplemente no le causaba escalofrios al castaño, por el contrario, lo hacia sentir bien.

Los aullidos de los lobos se escucharon a lo lejos y se pregunto si su abuela no vivio con miedo a esos animales que parecian avitar en su bosque a la derecha, pero llego a la conclusion de que quiza la hacian sentir acompañada, al final era ka unica que vivia en la casa.

Abrio los ojos y paso el resto de la noche, disfrutando del aire de la noche y de los aullidos melodiosos de los lobos.

Empezaban a agradarle.

La Leyenda De Los Lobos || King || RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora