La puerta de mi habitación se abre.
- Hola hija, ¿Cómo te fue hoy? - Preguntaba mi madre.
- Como siempre, mamá - Contesté mientras le daba un mordisco a la manzana.
- Me alegro entonces - Alega.
- ¡Mamá! - Digo antes de que cierre la puerta.
- Dime, Abby -
- Karla me ha invitado a una fiesta en su casa este fin de semana - Informo rascándome mientras la nuca.
- Ten cuidado, confío en ti - Al no esperar esa reacción, me levanté de la cama y la abracé.
- Gracias, mamá -
Después de comer, me senté en la cama mirando hacia la ventana, estaba empezando a nevar, siempre me ha gustado la nieve, a si que eso significaba que mañana iba a levantarme antes para ir a el instituto y entretenerme con la nieve. El teléfono empezó a sonar.
- ¿Y...? ¿Te vienes o que? - Pregunta Karla.
- Lo siento pero... - Me interrumpe.
- No vienes ¿No? - Se le notaba la voz triste, no pude evitar reírme.
- ¡Pues claro que voy boba! - Suspira.
- Menos mal - Reímos.
- Nos vemos mañana, bye - Se despide.
- Sayonara - Digo, pero no lo escuchó ya que había colgado.
Volví a poner música para poder así hacer deberes. Después de haber hecho los pocos pero intensos deberes, me asomé a la ventana, había dejado de nevar, a si que salí de mi habitación y me dirigí hacía el balcón, había una hermosa vista de toda Oshawa pintada de blanco.
- Bonito, ¿Verdad? - Aparece mi padre.
- Bastante bonito diría yo, pero empieza a hacer bastante frío - Reímos.
- Anda entra y tomate un chocolate caliente - Ofrece él.
Entré y me lo tomé, la verdad es que nunca había sido muy fan de el chocolate en general, pero supongo que con tal paisaje sentaba mejor. Mientras me lo bebía, pensaba en lo bonito que hubiera sido estar haciendo el tonto con Jacob en la nieve, creo que aún no lo conocéis, él es mi novio, siempre ha estado ahí para defenderme de los ataques constantes de Eduard, cuando me encuentro mal siempre me cuida, me protege, me entiende y apoya, la verdad que estoy muy agradecida y orgullosa de saber que Jacob es parte de mi vida. Ahora está en España, sus padres tuvieron que viajar hasta allá por trabajo, aún no sabe hasta cuando, pero sinceramente espero que no tarde mucho en regresar, lo extraño tanto.
- ¿Todo bien por aquí? - Pregunta mi madre.
- Perfectamente - Respondo. - ¿Por?
- No, por nada, solo es que te vi pensativa - Asiento y volteo la mirada hacia el chocolate, y le doy un sorbo mientras mi madre se volvía a su oficina, sentí como que quería decirme algo pero no se atrevió, pero no le di importancia.
- Mamá, voy a salir a tomar el aire - Informo.
- Vale, ten cuidado - Cogí las llaves y seguidamente salí por la puerta.
Empecé a caminar por la nieve, mi objetivo era llegar a la casa de Karla sin antes haberme congelado, quería pasarlo bien, y sabía que ella era lo que necesitaba ahora mismo. Como ya saben, ella vive muy lejos de mi casa, pero siempre me a gustado caminar sola por las calles, así pensaba en todo, siempre estoy pensando, pensando, y pensando, en eso se basan todos los días de mi vida, he llegado a la conclusión, de que pensar tanto a veces afecta, no parar de darle vueltas a un asunto que quizás ya debería de haber superado, afecta, pensar en que pasaría si yo faltara en este mundo, afecta, y por eso siempre que estoy mal, recurro o a Karla, o a las canciones de Billie Eilish. Cuando tenía 11 años, empecé a escuchar sus canciones, y literalmente, me enamoré de ella, a mis 17 años, sigo escuchando cada una de sus canciones, desde la primera hasta la última. Cuando me quise dar cuenta, ya había llegado a la casa de Karla, me acerqué a la puerta y toqué el timbre, posé para cuando mirara a la cámara, se escuchó su risa, seguidamente abrí la puerta y subí hasta el último piso, que es donde vive ella.
- ¡Buenas! - Me abrazó.
- Hey - Correspondo y sonrío. Pasamos a su habitación, pero no sin antes haber saludado a sus padres. Entramos, y me acomodo quitándome primero los abrigos, y seguidamente los zapatos.
- Y dime, ¿Qué te trae por aquí? - Alega Karla sentándose a mi lado.
- Bueno, he visto que hacia un día estupendo para salir a pasear, a si que mientras pensaba en mis asuntos me dije, ¿Por qué no voy a verla? Y aquí estoy - Sonríe.
- Me alegra verte - La miro, créanme, escuchar eso de ella me da mil años de vida.
- ¡Aish! ¡No te pongas ñoña, no lo soporto! - Reímos.
Se levantó, yo la seguía con la mirada mientras ella caminaba hacia sus estanterías, donde tenía todos sus libros, desde siempre le ha encantado William Shakespeare, tanto, que diría que todos los libros que tiene en una de las estanterías, son de él. Pensaba que iba a coger uno de los libros, pero me equivoqué, fue a poner el vinilo, sí, lo sé, tiene un vinilo en su habitación, el silencio se había apoderado de todo el espacio, hasta que bitches broken hearts comenzó a sonar, Karla se dirigió hacia mi extendiendo su mano, no pude negarme, a si que me levanté, ella comenzó a "bailar".
- Vamos Abby, deja que la música te deje llevar. - Me lo pensé, pero al estar con ella, sinceramente me daba todo igual, a si que empecé a bailar con ella aunque se nos daba fatal.
Caímos rendidas en su cama, no parábamos de reír. Cuando se hizo el silencio, se podía apreciar el sonido de el granizo cayendo, nos miramos mutuamente, corrimos a el balcón, desde detrás de el cristal, se podía apreciar la densa niebla que cubría la ciudad junto con la capa de nieve y granizo que estaba cayendo.
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¿Realmente los sueños se cumplen?
Roman d'amourvivimos en un mundo lleno de coincidencias, algunas buenas, otras malas. A esta chica, la vida le da un vuelco repentino en menos de lo que se espera.