Confusión

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Me dolía la cabeza, sentía una presión en el pecho. No podía moverme y era casi imposible abrir los ojos. Estaba adolorido, sentía que estaba acostado sobre una superficie consistente y el olor no era el más agradable. Sólo podía oír unos gritos lejos de mí, que cada vez se acercaban más y más... Podía reconocer la voz de Jerome, que repetía una y otra vez "Cállate, me tienes harto" y la voz de Matías, gritando molesto. ¿Acaso estábamos en la casa de Jerome? Habíamos quedado en quedarnos en mi casa. ¿En qué momento llegó Matías? No entendía nada. Tampoco quería hacerlo, estaba cansado, ebrio. Al parecer no habían pasado muchas horas desde que bebimos.
Me quejé, acomodándome dentro de lo posible. Todos se callaron. Ahora por fin podía descansar.

-Hey, hey. ¿Estás bien? -Oí por parte de Jerome, sintiendo sus frías manos sobre mi nuca para apoyar mi cabeza en sus rodillas. Abrí los ojos, lo vi sonriendo. Sus ojos brillaban. Qué ojazos se gastaba el cabrón.
Sonreí e instantáneamente dejé de hacerlo al verle el labio partido, sangrando. Había tenido una pelea. Miré desconcertado hacía a otro lado, encontrándome a Matías en peor estado. No estábamos en la casa de Jerome, no. Estábamos en una comisaría tras las rejas. Qué mierda.

Me levanté asustado, sintiendo como todo mi cuerpo se iba de golpe hacia el piso. Sentía como si hubiese un imán entre el cemento y yo.

-¿Por qué estamos aquí? ¿Qué ocurrió? Matías... ¿Qué haces aquí con nosotros- pregunté con dificultad, estaba ebrio. Hasta el culo.

"Venga, dile" decía Jerome. Matías me miró y luego evadió mi mirada, sentándose al lado mío, jugando con sus dedos. Se veía nervioso y eso me ponía ansioso.

- Ancel ¿Recuerdas ese día que salimos todos y yo estaba muy mal y me dejaste en casa de tu no... De Idara? Esa noche yo me sentía muy mal y ella cuidó de mí. Cuando me sentí mejor comenzamos a charlar, una cosa llevó a la otra. Ella no sentía que tú estabas siendo lo suficientemente hombre para ella. Tuvimos... Tuvimos sexo. Y no fue la única vez, desde aquella noche hasta hoy hemos estado saliendo. Sé que al principio te cos-
Y ahí fue cuando le reventé el rostro de un golpe. No sabía de dónde había sacado tanta fuerza... O sí, del odio que estaba sintiendo. Se rieron en mi cara.

Me lancé y seguí golpeándolo, no podía parar, mis manos tenían control propio. Me jodía, me jodía que uno de mis amigos se hubiese follado a mi novia y que la excusa haya sido que "yo no era suficiente hombre para ella". Después de esa noche, también se acostó conmigo y para joder toda la mierda que me estaba cayendo encima, estaba embarazada de otro tipo.  Era consciente que no me merecía eso. No merecía ser la burla de nadie.

"¿Qué está pasando, jóvenes?" Escuché, sintiendo posteriormente un golpe en la reja. "Sepárense o los separo yo". Y ahí fue cuando Jerome me tomó de los brazos, quitándome encima del imbécil de Matías. No dije nada, pues tampoco podía. Intenté regular mi respiración, pero se me volvía cada vez más complicado.

-Quédate tranquilo, no te conviene que te vean así. Amigo, te entiendo, créeme. Pero necesito que te calmes.-
Oí sobre mi hombro. Jerome me tenía abrazado por detrás con fuerza. No podía moverme aunque lo intentase.
Me sentía enfermo, enfermo de ira y dolor, dolor emocional y físico... Estaba cansado de entenderlos a todos, de ser la burla, de ser el maldito tonto que aceptaba cada mierda que me lastimaba.
De un momento a otro sentí como caían las lagrimas por mis mejillas, sollozaba. Estaba desesperado.
El abrazo de Jerome pasó de fuerte a tierno, acariciando mis brazos con sus dedos.

¿En qué momento me volví tan vulnerable?

Pasamos la noche en la comisaría y en la mañana nos soltaron, yo me fui a casa de Jerome para no preocupar a mi madre ya que no se encontraba bien de salud. Al menos ella se quedaba tranquila si estaba en la casa de mi mejor amigo.
En el auto, saqué mi móvil para enviarle un mensaje a mamá, pero lastimosamente me encontré con mensajes de Idara. Mensajes que por impulso leí.

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