Prefacio

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Me encontraba en un precipicio, el mar era de un extraño color naranja mientras que el ambiente se sentía cargado y poco a poco se iba cubriendo de una oscuridad que se acercaba he inundaba todo de tal forma que mi visión se hacía casi nula. De pronto el mar, aquel que daba ese sentimiento de alivio y tranquilidad a la atmosfera que me rodeaba, pasó a un rojo brillante mientras que la oscuridad se convertía en fuego, pero no uno normal, sino uno que con el rosar de los leves vientos sobre la piel la helaba; sin embargo, todo lo que estaba a mí alrededor fallecía y de pronto la soledad fue mi única acompañante.

Me levanté sobre exaltado, mareado y con temor, poco a poco fui recobrando conciencia hasta caer en la cuenta de que todo solo había sido un sueño, pero las repetidas veces que lo había tenido me hacían dudar y me daba miedo. Miré a mí alrededor y me percaté de que era una mañana muy fría.

La lluvia azotaba mi ventana conjuntamente con el ramal del árbol que se encontraba junto a ella que la golpeaba fuertemente queriendo atravesarla pero sin conseguirlo; el reloj marcaba las siete de la mañana y la alarma sonaba incansablemente hasta que torpemente deposité mi mano sobre él y la apague.

El día iba a ser importante, más de lo que yo podría imaginar sin embargo ahora lo único que debía hacer era tratar de luchar con ese sentimiento que no había tenido desde hace mucho tiempo atrás, aquel sentimiento que llenaba mi ser y que me hacía saber que algo o alguien desaparecería de mi vida por completo, justo como pasó hace nueve años.

El timbre de la casa sonó y a su vez 3 ligeros golpes en la puerta se escucharon, en la casa sonaron los pequeños pasos de un niño que iba corriendo emocionado a ver que pasaba, sin embargo cuando la puerta se abrió el pequeño niño cayó de la impresión mientras su llanto y miedo afloraban, torpemente se paró y fue en busca del cobijo de su madre entre tanto poco a poco se abría la puerta y se asentaban lentamente un par de zapatos, ligeramente gastados, sobre el suelo de la casa.

La madre tomo al niño en brazos y le sonrió acariciándole lentamente la cabeza haciendo que poco a poco este se calmase mientras se dirigía hacia la sala donde un hombre alto con el cabello casi sin tono de color y con una marca de un corte que iba desde su ojo derecho hasta la mitad de su mejilla el cual resaltaba con la luz reflejada en su rostro, iba vestido con una casaca marrón con ligeras motas de polvo alrededor y un pantalón de vestir.

La madre al verlo lo saludó y le pidió que se sentase mientras a su vez miraba al pequeño con dulzura y le decía:

— Alex él es tu abuelo, ve a saludarlo mientras yo le aviso a tu padre.

El chico con temor se acercó a su abuelo cuidando de no mirar su rostro ya que sentía que aquello era algo malo, y alzo su pequeña mano haciendo un gesto de saludo, este le respondió sujetándola firmemente, mientras le decía:

— Jovencito, la forma de saludar a alguien demuestra la seguridad y confianza que te tienes hacia ti mismo, espero que a la próxima vez no lo hagas mirando al piso y con temor, aun cuando te dirijas al peor de tus temores ya que pensará que es superior a ti.

Tras escuchar esto el chico retrocedió unos pasos y se fue corriendo a esconderse tras un pequeño muro que había en la casa entre tanto observaba como su papá se dirigía a hablar con aquel misterioso señor y se quedaba ahí un buen rato hasta que terminó y lo mandó a llamar.

— Alex ¡necesito que vengas por favor!

El chico salió de su escondite aun temeroso y se dirigió hacia donde se encontraba su padre.

— Tu mamá y yo vamos a salir un momento y necesito que te quedes con tu abuelo ¿Esta bien? Quiero que te portes bien.

El chico asintió con la cabeza.

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⏰ Última actualización: May 29, 2016 ⏰

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