KyungSoo

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—KyungSoo, ¿qué pasó en el parque?

—N-nada madre. ¿Por qué lo dices?

—JongIn lucía feliz pero preocupado a la vez, ¿seguro que no pasa nada?

—S-sí mamá, todo está... Perfecto.

—KyungSoo...

—¿Sí?

—Cuídate cuando salgas la próxima vez... Hijo.

Una serie de eventos afortunados llegaron a mi vida como viento fresco por la mañana. Sentirme tan vivo entre los brazos de Kim JongIn, ese chico que observé por tanto tiempo a distancia con la esperanza de poder verlo de frente, se hizo realidad.

Deleitar ese olor único desprendido del suéter que minutos después lo tendría puesto, fue más de lo que llegué a imaginar. Mi sistema paralizado completamente ante su presencia me volvió un robot tartamudo. Bastantes emociones en un solo día.

La discusión con mi madre salió de control en cuanto ella insistía sobre mi operación. Sabía perfectamente las consecuencias que tendría, es por eso que ese tema resultaba fastidiante a cierto punto. Salí a la calle con la esperanza de ser atropellado y acabar de una vez con toda la carga que provoco para mis padres, impulsando mi silla de ruedas hacia delante evitando voltear atrás y retroceder gracias a los gritos de mi madre.

El dolor de espalda no cesaba desde la noche anterior a pesar de la doble dosis de medicina tomadas por decisión propia para no recibir un NO de mi madre, razón por la cual aumentó considerablemente al momento de mover mi cuerpo. Aún así no importaba qué tan intenso era o qué podría provocar después de los movimientos bruscos en cada tope.

Cruzaba una y otra y otra calle hasta el parque central. Necesitaba morir y a la vez vivir hasta ver cumplir mi deseo, el deseo de verlo a él una vez más.

Llegué a la orilla del lago para meditar la situación mientras los cisnes nadaban azotando sus alas y salpicando gotas de agua que mojaba mi pantalón negro. Respiré profundo logrando calmar mis ánimos impulsivos. Desde calles atrás sentía una mirada lejana, la misma que noches anteriores logré  percibir cuando limpiaba mis cajones. Tuve miedo pensando en quién podría ser, un ladrón, acosador o algún ebrio. Pero a pesar del temor, no era una mirada maliciosa.

Cerré los ojos un rato relajando mi ser por medio del sonido del agua junto al escándalo de los niños corriendo y gritando alrededor del parque con sus padres cuidando de ellos.

Me perdí entre todo ese montón de ruido hasta que una voz desconocida se escuchó detrás. Mi mente lo interpretó como si de JongIn se tratase; bastante ilógico de pensar.

No seguí escuchando aquella conversación evitando  parecer entrometido, mejor decidí dirigir mi camino a la salida del parque dispuesto a comprar Bingsu u otro postre de la tienda cercana. El flujo de coches era tan intenso que simulaban ser pájaros en una carrera sin permiso para perder. El aire soplaba por cada vehículo que pasaba, me detuve en la orilla de la banqueta esperando el cambió del semáforo y cruzar.

Esa mirada intensa aún la sentía clavada en mi cuerpo, quise voltear atrás y ver la cara del desconocido aunque sea unos segundos pero los coches dejaron de avanzar. Debía cruzar rápido.

Tomé las ruedas y las giré suave al bajar de la acera. Mi mirada lo mantuve al frente visualizando el paso especial para discapacitados, solo faltaban ciertos metros para llegar cuando de pronto sentí el hundimiento de la llanta derecha La calle tenía algunos baches, noté metros atrás la reparación de estas aunque decidí ignorar el problema.

Cartas a Kim JongIn [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora